Publicación
mensual del Oratorio. |
Núm.
166. MARZO. Año 1979 |
0.
SUMARIO |
LA
SAVIA empuja, otra res, la vida de las plantas, y la Gracia la de los
cristianos. Volver a vivir. Re-morir y re-vivir. Renovarse y resucitar en
todo el ser que se prepara a estrenar vida. Lograríamos, en la Iglesia, cada
uno y para todos, ese personal renacimiento y transformación de todo el ser
si la fe que profesamos la entendiéramos no solo como la afirmación de Dios
en nuestra vida, sino como el compromiso, por Dios, ante todo este mundo que
queremos transformar para él. |
SOY
SACERDOTE |
VIOLENCIA,
NO-VIOLENCIA |
DE
LA «DECLARACIÓN DE PUEBLA» |
EL
MENSAJE DE JUAN PABLO |
LA
FE DE LOS PUEBLOS |
REYES,
SACERDOTES Y PROFETAS |
LA
DIGNIDAD DEL HOMBRE |
{1
(41)} |
1.
SOY SACERDOTE |
Toda
mi vida es un milagro raro; |
demostración
de Dios en barro y oro. |
Mi
alma es una niña frente a un toro. |
Mi
corazón un niño con un aro. |
Tengo
tanto de mar cuanto de faro. |
Soy
un mendigo dueño de un tesoro. |
Canto
por no llorar, y cuando lloro |
veo
lo turbio dulcemente claro. |
Hombre,
loco, poeta... todo eso |
que
se suele decir, ¡y sacerdote! |
crucificado
en Dios a flor de beso. |
Nombre
no tengo, tengo sólo mote. |
Y
estoy perdiendo paz, fama y palabra, |
para
ganarme el cielo de rebote |
A.
Sánchez Torres, O. P. |
{2
(42)} |
2.
VIOLENCIA, NO-VIOLENCIA |
PILATOS
era escéptico de la autenticidad de la realeza de Cristo, cuando le fue
entregado sin armas; Napoleón se burlaría del Papa que no posee ejércitos;
Stalin y Hitler desafiarían a una Iglesia que no tiene divisiones armadas...
Y todos han pasado, realzando con sus sombras, las verdades que escarnecieron
u olvidaron. |
Pero
Cristo sigue vivo en su verdad, sin necesidad de armas para guardarla ni de
ejércitos para imponerla. Y el grado de pureza de la Iglesia se mide por el
de la fidelidad a la Verdad inerme del Evangelio de Cristo, y su fuerza por
la voz con que lo repite. |
La
Iglesia no es violenta, como los violentos de este mundo; ni el de Dios es un
reino como los reinos de este mundo. ¿Qué querían del Papa los que esperaban
que en América lanzara a los sacerdotes a la "guerrilla"? La
"guerrilla" es también un poder, como lo es la denunciada
"violencia institucionalizada". Ninguna puede dar la libertad al
hombre, a ninguna puede adherirse la Iglesia. Y no ha de hacerlo para
defenderse de riesgos o compromisos, ante las alternativas de exaltación o
declive de los partidos, sino precisamente para ser fiel al compromiso de
decir a todos, algo que es más violento que las armas y que transforma más
que las guerras: la Verdad del Evangelio. Falsa sería la Iglesia que no se
alineara y, encima, permaneciera callada para defender su imagen"
mundana, de prestigios y tácticas sugeridas de la vanidad triunfante. |
Pero
nadie puede decir que la Iglesia haya permanecido silenciosa o despreocupada.
Busca con celo el modo de aplicar la verdad de Cristo a las situaciones
dramáticas del hombre. |
Ella
no puede imponer por las armas la verdad cristiana. Perdería la razón por el
uso del medio elegido para imponerla. Ella renuncia a las violencias de este
mundo. La violencia está en el pensamiento, la espada es la Palabra y ésta
llega al corazón del hombre y cambia la vida del hombre. |
Todas
las técnicas, todas las fuerzas ordenadas a la consecución de la más noble de
las metas humanas, no alcanza a la fuerza, ni llega al valor insustituible de
una verdad, de la verdad que el hombre necesita para descubrirse a sí mismo,
para descubrir a Dios y para valorar su vida en libertad de hijo de Dios. |
{3
(43)} La fuerza material es medida de la pobreza y debilidad del hombre. A
ella acude desesperanzado y reducido a cobardía cuando es incapaz de pensar,
de creer, de hablar y de convencer. Exige más violencia humana esa
no-violencia que la brutal de amenazar, de herir o de matar. |
Los
que exigieran de la Iglesia otra actitud y otra acción, ni habrían entendido
a Sócrates, ni comprendido a Cristo, ni admirado a Gandhi. Les habrían
mirado, a lo sumo, irónicos y escépticos, como Pilatos cuando miró a Cristo
y, viéndolo sin armas, sin soldados y totalmente pacífico, le dijo: «¿Y tú
eres rey?». Pero Pilatos no sabía lo que era la Verdad, ni le interesaba. |
Sabía
de fuerza, de táctica, de intrigas y de ascensos. Como tantos que critican a
la Iglesia, cuando precisamente se está esforzando en acentuar su fidelidad
al estilo de Cristo. |
3.
De la «Declaración de Puebla» |
Nos
preocupan las angustias de todos los miembros del pueblo, cualquiera que sea
su condición social: su soledad, sus problemas familiares, su falta de
sentido de la vida... Más especialmente queremos compartir hoy las que brotan
de su pobreza. Comprobamos, pues, como el más devastador flagelo la situación
de inhumana pobreza en que viven millones de latinoamericanos expresada por
ejemplo en salarios de hambre, de desempleo y subempleo, desnutrición,
mortalidad infantil, falta de vivienda adecuada, problemas de salud,
inestabilidad laboral. |
Compartimos
con nuestro pueblo otras angustias que brotan de la falta de respeto a su
dignidad como ser humano, como «imagen y semejanza, de Dios» y sus derechos
inalienables como hijos de Dios. Países como los nuestros en donde con
frecuencia no se respetan derechos humanos fundamentales ―vida, salud,
educación, vivienda, trabajo...— están en situación de permanente violación
de la dignidad de la persona. |
A
esto se suman las Angustias que han surgido por los abusos de poder, típicos
de los regímenes de fuerza, angustias por la represión sistemática o
selectiva, acompañada de delación, violación de la vida privada, apremios
desproporcionados, torturas, exilios, angustias en tantas familias por la
desaparición de sus seres queridos, de guiones no pueden tener noticia
alguna. Inseguridad total por detenciones sin órdenes judiciales. Angustias
ante una justicia sometida o atada. Angustias por la violencia de la
guerrilla, del terrorismo y de los secuestros realizados por extremistas de
distintos signos que igualmente gravan la convivencia social. La falta de
respeto a la dignidad del hombre se expresa también en muchos de nuestros
países en la ausencia de participación social a diversos niveles. De manera
especial nos queremos referir a la sindicalización. En muchos lugares la
legislación laboral se aplica arbitrariamente o no se tiene en cuenta. Sobre
todo en los países donde existen regímenes de fuerza se ve con malos ojos la
organización de obreros, campesinos y sectores populares, y se adoptan
medidas represivas para impedirla. Este tipo de control y de limitación de la
Acción no acontece con las agrupaciones patronales que pueden ejercer todo su
poder para asegurar sus intereses. |
{4
(44)} |
4.
El mensaje de Juan Pablo II |
El
diario "LE MONDE", tenido por el más prestigioso y objetivo de los
periódicos con rango internacional, dedicaba, en primera página de su edición
del 30 de enero último, el siguiente comentario al discurso inaugural de Juan
Pablo II en la Conferencia Episcopal de Puebla, que traducimos íntegramente. |
EL
MENSAJE de Juan Pablo II lanzado en Puebla el 28 de enero, en la apertura de
la conferencia del episcopado latinoamericano, no carece de garra ni de
habilidad. Robusto en sus convicciones, sabiamente estructurado, su
elocuencia es alta y firme. Su lirismo no procede de una efusión de
sentimientos, sino de una amplitud de miras que sólo quiere proceder de una
fuente: el Evangelio. |
Partiendo
de la fraternidad entre todos los obispos, de los que es el primero, el Papa
evita cuidadosamente que parezca que da directrices a los sucesores de los
Apóstoles («éste es, dijo, el eco de mis principales preocupaciones») y luego
adopta el tono de un padre en la fe para elevarse gradualmente al de un jefe
profundamente consciente de «su deber de evangelizador de la humanidad
entera» ¿Cómo definir con más fuerza y amplitud la función papal, tal al
menos como la Iglesia la entiende desde hace siglos y que se encuentra hoy
objetada? |
Se
encuentran en este texto, aunque no fuera más que por su vocabulario, las
fuentes filosóficas y teológicas a que ha recurrido, por ejemplo, un Santo
Tomás de Aquino, un Jacques Maritain, o un Henri de Lubac. Juan Pablo II es
un humanista que cree en una verdad objetiva y universal, extra yendo su
fundamento y su razón de ser en la Iglesia. |
La
armonía de su pensamiento posee una coherencia rigurosa, aunque corre el
riesgo de descuidar el lado irracional de las cosas. No se puede evangelizar
correctamente, afirma el Papa, más que si se tiene una visión correcta del
Evangelio, es decir, en definitiva, si se cree en la primacía de Pedro, si se
obedece a los sucesores de los Apóstoles y si se reconoce el carácter sagrado
del sacerdocio. |
El
mismo anacronismo a propósito de la doctrina social de la Iglesia, cuyo
carácter indispensable afirma, mientras que prácticamente ha caído en desuso.
Este Papa no detesta remar contra la corriente. |
{5
(45)} Rechazando por igual capitalismo y comunismo como dos sistemas
materialistas, busca la delineación de una tercera vía, de la que hay que
decir que sólo queda esbozada. |
Por
otra parte es el papel de la Iglesia elaborar tal sistema político-social?
¿Tiene los medios para ello? |
Si
la Iglesia «posee la verdad sobre el hombre», como dice textualmente el Papa,
está desprovista de ella cuando se trata de entrar en el campo de las
aplicaciones concretas. La elaboración de una nueva cristiandad no es
probable ni deseable. |
Por
el contrario, la Iglesia puede emitir un juicio sobre la integridad de la
persona humana. Juan Pablo II no se priva de ello y denuncia los atentados a
los derechos fundamentales del hombre, principalmente las torturas físicas y
psíquicas, en un continente en el que son tan gravemente escarnecidos. Cuando
afirma, con una fórmula original que «toda propiedad privada está gravada con
una hipoteca social» y proclama la necesidad de la ética cristiana para
promover el reino y la justicia, encuentra un máximo de asentimiento. |
Una
de las ideas-fuerza de Juan Pablo II es que el Evangelio no puede ser
confundido con la política. |
A
sus ojos no podría haber verdadera teología de la liberación más que si ésta
parte de la enseñanza de Jesucristo, pero no utiliza después más que métodos
conformes con el Nuevo Testamento. |
Quizá
habría sido más convincente, más eficaz, si no hubiese silenciado las
deficiencias crónicas de la Iglesia, las tentaciones de autoritarismo, las
infracciones respecto de las libertades esenciales de los individuos y de las
sociedades. |
La
Iglesia no es inocente. Se engrandecería al reconocerlo, porque es juzgada
por sus actos más bien que por sus palabras. |
Si
la Iglesia se hace presente en la defensa o en la promoción de la dignidad
del hombre, lo hace en la línea de su misión, que aun siendo de carácter
religioso y no social o político, no puede menos de considerar al hombre en
la integridad de su ser. |
En
el centro del mensaje del cual es depositaria y pregonera, la Iglesia
encuentra la inspiración para actuar en favor de la fraternidad, de la
justicia, de la paz, contra todas las dominaciones, esclavitudes,
discriminaciones, violencias, atentados a la libertad religiosa y cuanto
atenta a la vida del hombre. |
Juan
Pablo II, 28-1-1979 |
{6
(46)} |
5.
LA FE DE LOS PUEBLOS |
ES
admirable: mientras como un Boabdil destronado el Sha llora un imperio
perdido, la fe de un pueblo musulmán se yergue para exigir una justicia
temporal y para proclamar su sed de vida eterna. |
Los
satélites de los grandes polos hegemónicos —¿opuestos o compuestos?— tratan
de matizar en posiciones que les desmarquen de radicales servilismos
moscovitas o norteamericanos, mientras que a la sola invocación de Alá, Dios
único y grande, las masas inermes atienden a la voz del ayatollah Khomeiny y
hasta han muerto en las calles de las ciudades iraníes, conquistadas por los
pobres. Los políticos se preocupan pensando cómo van a recuperar la
intervención de la mayor parte de riqueza petrolífera del mundo, y qué deben
hacer con los clientes perdidos de armas que ya no les quieren comprar. |
Más
lejos, casi contemporáneamente, al otro lado del mundo, el papa Juan Pablo
II, abre las sesiones de una asamblea episcopal que tiene, ante sí, el
problema de la evangelización cristiana a masas incontables de miserables (un
setenta por ciento, están subalimentados; un cuarenta por ciento, nacidos
irregularmente en o fuera de la familia...), de explotados por sistemas de
servilismo económico capitalista. Y los políticos occidentales también se
preocupan por esta figura blanca que ha crecido en edad, en fortaleza y en fe
en un país donde la libertad religiosa y los mismos derechos humanos se
escamotean o conculcan bajo el terror de una dictadura marxista. Es extraño:
el pueblo polaco, sin ayudas ni desde el poder, ni desde el lado del poder,
ha crecido en la fe y ha purificado su fe. Este hombre blanco que acaba de
dar a la Iglesia, va a América, a tierra de pobres y, aunque los poderosos le
sonríen, temen sus pasos y expían el sentido de sus palabras. El presidente
americano ha estado pendiente de cada uno de sus actos, de cada una de sus
palabras: un hombre a quien siguen las masas es peligroso, según el gesto,
según la palabra que diga, especialmente cuando las masas son de pobres y
desesperanzados, {7 (47)} que pueden poner en ese hombre blanco toda su
esperanza... La CIA, ayudando y completando con su acción y asesoramiento a
los gobiernos débiles del subcontinente dependiente, ya se alarmó a propósito
de la II Conferencia Latinoamericana de Medellín y, desde entonces, sigue
especialmente ocupada al cuidado y vigilancia de los más peligrosos obispos y
sacerdotes progresistas latinoamericanos: no teme que se hagan guerrilleros
—eso ya les descalificaría por sí mismos, como se descalificaron de Cristo
los "zelotas"—, sino de que saquen demasiadas consecuencias de las
verdades del Evangelio aplicables a la situación miserable de aquellas pobres
tierras, en las que los poderosos, subvencionan generosamente los métodos
para frenar la natalidad, y escamotean los presupuestos para la instrucción
aun la elemental: el que sabe piensa, el que piensa es peligroso. |
Algunos
hubieran querido que el papa hubiese ido allí a proclamar una "guerra
santa", para descalificar, por la proclamación de la violencia, el mismo
Evangelio. Y no: |
hay
una violencia mayor que la "guerrilla": no está en los pactos {8
(48)} con las estructuras de poder, sino, en todo caso, como ha recordado, en
la estructura básica de la sociedad, que es la familia; está en la misión
profética del sacerdocio, como anunciador de la verdad evangélica a todos los
hombres y ajustada a las realidades de injusticia donde el mismo hombre no se
respeta; está en la atención a la juventud, en su instrucción y formación
para capacitarla para la vida. |
Cuando
tanto se habla de crisis de fe, en el mundo de nuestros días, se dan dos
ejemplos de resonancia universal en los que, con diferentes estilos, pero con
la fe en Dios como base, los pueblos se levantan, y los poderosos temen por
las verdades que gritan. Los poderosos cuentan dólares, barriles de petróleo,
jornales baratos no protestados, y piensan en su bienestar creciente,
refinado, exclusivo, aunque sea a costa de los demás, que les interesan no
como hombres, sino como unidades económicas. Los que enarbolan la fe, claman
por el hombre, por el hombre entero: ni sólo el temporal que ciñe la
historia, ni sólo el espiritual que espera el cielo, sino en el que pasa por
la tierra, criatura de Dios, hijo de Dios, miembro de la fraternidad
universal, con todo cuanto exige, de inmediato, esa proclamación. Y los
poderosos tiemblan y piensan si vale la pena encender una guerra, si sería
rentable otro desastre universal, para evitar que la Verdad entusiasme a los
pobres y prosperen sus exigencias. |
El
hombre, objeto de cálculo, considerado bajo la categoría de la cantidad y, al
mismo tiempo, único e irrepetible, alguien eternamente ideado y eternamente
elegido: |
alguien
llamado y denominado por su nombre... |
Frente
a otros tantos humanismos, con frecuencia cerrados en una visión del hombre
estrictamente económica, biológica o psíquica, la Iglesia tiene el derecho y
el deber de proclamar la Verdad sobre el hombre, que ella recibió de su
maestro Jesucristo. Ojalá no impida hacerlo ninguna coacción externa. Pero,
sobre todo, ojalá no deje ella de hacerlo por temores, o dudas, por haberse
dejado contaminar por otros humanismos, por falta de confianza en su mensaje
original. |
Esta
verdad completa sobre el ser humano constituye el fundamento de la enseñanza
social de la Iglesia, así como es la base de la verdadera liberación. A la
luz de esta verdad, no es el hombre un ser sometido a los procesos económicos
o políticos, sino que esos procesos están ordenados al hombre y sometidos a
él. |
Juan
Pablo II, 28-1-1979 |
AUSENTES
DE PUEBLA. |
No
solamente dolorosas, sino evidentemente significativas son las ausencias de
cuatro obispos que deberían de haber acudido a Puebla de los Ángeles, para
participar en la III Conferencia Episcopal Latinoamericana. |
Se
trata de los dos obispos de Colombia, Gerardo Valencia y Raúl Zambrano y del
argentino Enrique Angelelli, que murieron, cada uno de ellos, en otros tantos
accidentes muy misteriosos, no suficientemente aclarados por las policías de
los respectivos países. El cuarto es el obispo de Paraguay, Ramón Bogarín,
que murió de un ataque al corazón veinte días después de haber sido detenido,
en Riobamba, junto con otros dieciséis obispos. Es de señalar que los cuatro
obispos eran apasionadamente defensores de los pobres y oprimidos. |
No
bastan las denuncias, hay que ser agentes de justicia. |
Juan
Pablo II |
{9
(49)} |
6.
Reyes, Sacerdotes y Profetas |
PUEBLO
de reyes, pueblo sacerdotal, pueblo de profetas, se ha llamado Israel. He
aquí las tres dimensiones y, también, las tres instrumentalizaciones de la
sacralidad: el orden y el dominio para establecer lo santo, el rito y el
sacrificio para conjurar el mal y propiciar el bien, y el clamor de
resonancia eterna para la proclamación de la Verdad. Pero sin olvidar que
todo bien, todo orden, toda fuerza, no lo es jamás si no comienza por ser una
verdad, si no parte de la autenticidad genuina, esa que está sólo en el
principio y en la conclusión, que es alfa y omega de todos los caminos.
Mientras el término no se alcanza, somos buscadores de la Verdad, nunca
acabada de encontrar, pero ya centelleante de amaneceres, de promesas, de
esperanzas, desde que Cristo se ha presentado como la Verdad de Dios, para
que nos renovemos, nos reconstruyamos en una "creación nueva de hijos de
Dios". |
Los
errores de Israel respecto de Cristo, son los mismos errores del mundo
respecto de la Iglesia. El encargo esencial de Israel estaba en su misión
profética, de anuncio y de esperanza en una Alianza superior con Dios; no
estaba en su teocracia, {10 (50)} como nos manifiesta abiertamente el
capítulo VIII del primer libro de Samuel, a pesar de la excepcional grandeza
de David. No estaba tampoco en su función sacerdotal, meramente simbólica:
todo lo que el símbolo les debiera haber recordado, se vino estrepitosamente
abajo cuando la realidad, Jesucristo, se les presentó. Ese Ungido que no
reconocieron era, cabalmente, el anunciado por los profetas, el no manipulado
por ningún poder —su reino no era de este mundo, que no le era ajeno, pero
que lo sobrepasaba—, el no profanado por el fanatismo cultual de los
sacerdotes que lo acusaron de blasfemo —que, si hubiesen creído en Moisés,
también habrían creído en él—. Su relación con lo santo les había hecho
orgullosos del peor y más sutil de los orgullos, el de "elegidos"
de Dios, orgullosos teológicos. |
El
mundo nuevo, las esperanzas Santas, el advenimiento del Reino de Dios,
universal y eterno, no estuvo ligado a las dinastías, santas o pecadoras, de
la institución real, ni se retuvo aprisionado en la casta de privilegio
alguno en la guarda del Arca o en el acceso y oficios del Templo. Todo esto
quedaba, si acaso, como un símbolo provisional indicador balbuciente {11
(51)} de otras realidades magníficas que sólo los profetas anunciaban, en
momentos de exaltación o de angustia, por encima de las alternativas
contradictorias de un pueblo que guardaba la conciencia de poseer un destino
excepcional recibido de Dios, pero que se debatía entre querer imitar los
estilos de las instituciones mundanas del poder, de la fuerza o de la
riqueza, o bien se encerraba aséptico y arrogante en el orgullo satisfecho
del prestigio de lo santo, convertido en objeto de posesión y en exclusividad
de casta. |
Y
entonces eran los profetas que alzaban la voz frente a las desviaciones que
iban tras los "absolutos ajenos", las divinidades extrañas, y los
que denunciaban la insinceridad rutinaria del orgullo sacerdotal, y encendían
en el corazón del pueblo hogueras de esperanza, más allá de la ambigüedad o
el anquilosamiento, que eran como decadencias de su vocación santa, iniciada
en Abraham y que debía llegar a constituir una familia universal de hombres
para Dios. |
Cuando
vino Cristo no fueron los reyes ni los sacerdotes; no fueron los poderes
"legítimos" ni las dignidades sacerdotales de Israel quienes le
reconocieron; ni a ellos acudió para echar los cimientos de su empresa
salvadora, la Iglesia. Y si bien aceptó que se le llamara "Rey",
aclaró, enseguida, «que su reino no era como los de este mundo». Y si fue
Sacerdote, no ingresó en la casta sacerdotal. |
Él
entronca con el mayor de los profetas del Antiguo Testamento, el Bautista, y
los resume todos, como "gran profeta" porque todos habían hablado
de él, y habían preparado su llegada. Sus primeros discípulos no fueron
palaciegos ni servidores del Templo, sino jóvenes esperanzados en las
promesas de Dios, ávidos de una verdad que ahora él, Cristo, proclamaba. A
eso vino, a proclamar y a dar testimonio de la Verdad; esa era su misión y
esa misma misión confió, esencialmente, a los suyos, y por eso es la misión
esencial de la Iglesia. El reino y la fuerza de Cristo está en el amor, que
nada hay más fuerte, ni que valga más que la misma vida del {12 (52)} hombre
que el amor. El sacerdocio fue su vida y su muerte; con ella se rasga el
misterio de todo rito pasado y ninguno tiene sentido ni valor si, en
adelante, no se refiere a Cristo. La Verdad es amor, no dominio; la Verdad es
profecía, no rito. La Verdad es vida y la vida libertad de hijos de Dios. |
Muchos
quisieran una Iglesia de reyes, una Iglesia de poderes, como aquellos
israelitas a los que advertía Samuel; otros la preferirían meramente reducida
al ejercicio ritual estético y simbólico de referencias distantes que
consuelan y no comprometen a nada. Olvidan que la Iglesia de hoy, como el
verdadero Israel de ayer, es esencialmente profética. Que tiene verdades que
decir, que ha de ser libre para poder decirlas, mientras se esfuerza en
"hacerlas" renovando y completando, en sus miembros, el misterio de
la vida y también de la muerte de Cristo. A su entorno se le tienden
tentaciones como el diablo a Cristo: para que adore el mundo y, a cambio, «el
mundo le {13 (53)} dará», para que le divierta —le enajene― o le
distraiga de males con milagros, para que se exhiba como espectáculo... |
El
espíritu mundano sigue preguntándose, como Pilatos, «qué es la Verdad», pero
no la oye, todavía, de Cristo. Y la Iglesia, como Cristo, camina por el mundo
diciendo esa Verdad que le debe hacer libre. Verdad muchas veces temida. Una
Iglesia solamente poderosa, una Iglesia solamente ritualista, no tendría
apenas dificultades con nadie, salvo la envidia de riquezas. |
Pero
una Iglesia profética, es temida, como Cristo fue temido, salvo por los que
le oían con esperanza. |
No
es la realeza lo esencial, no es el sacerdocio lo esencial. |
De
la "DECLARACIÓN DE PUEBLA. |
Es
urgente liberar a unos del ídolo del poder absolutizado para lograr una
convivencia social en justicia y libertad. En efecto, para que los pueblos
latinoamericanos puedan cumplir la misión que les asigna la historia como
pueblos jóvenes, ricos en tradiciones y cultura, necesitan de un orden
político respetuoso de la dignidad del hombre, que asegure la concordia y la
paz en el interior de la comunidad civil y en sus relaciones con las demás
comunidades. |
Entre
todas las aspiraciones de nuestros pueblos sobresalen: |
•
La igualdad de todos los ciudadanos, que tienen el derecho y el deber de
participar en el destino de la sociedad, con igualdad de oportunidades,
contribuyendo a las cargas distribuidas equitativamente y obedeciendo las
leyes legitimas establecidas. |
•
El ejercicio de sus libertades. |
amparadas
en instituciones fundamentales que aseguren el bien común, respetando los
derechos fundamentales de las personas y Asociaciones. |
•
La legítima autodeterminación de nuestros pueblos que les permita organizarse
según su propio genio y la marcha de su historia y cooperar en un nuevo orden
Internacional. |
•
La posibilidad de restablecer la justicia, no sólo teórica y formalmente
reconocida, sino llevada eficazmente a la práctica por instituciones
adecuadas Y realmente vigentes. |
También
el hedonismo se ha constituido en algo absoluto en nuestro continente.
Liberarse de este ídolo del placer y del consumismo es también un imperativo
de la enseñanza social cristiana. |
{14
(54)} |
7.
documento: DESDE CHILE: LA DIGNIDAD DEL HOMBRE, LOS DESAPARECIDOS... |
LA
Conferencia de Puebla ha convertido Latinoamérica en el centro de la Iglesia;
es sin duda el continente de mayor vitalidad evangélica. El hecho de que aquí
demos un par de documentos redactados el pasado noviembre en Santiago de
Chile, no quiere decir que sólo allí haya graves problemas para los hombres y
para la misión de la Iglesia. Un autor francés acaba de publicar un libro con
un elocuente diseño en la cubierta: un Cristo clavado, no en una cruz, sino
en la tierra ancha y larga, de océano a océano y desde las Antillas a Tierra
de Fuego. El libro se llama "LE SANG ET L'ESPOIR" y su autor es
Charles Antoine, editado por Le Centurion, en París. |
Pero
no es sólo allá en América; también en otras partes, sólo que allí ahora
recobra conciencia y se agudiza el clamor de los pobres, y la Iglesia se
presenta, desde el Evangelio, como única alternativa a los materialismos,
establecidos o militantes. |
Viajar
a América hoy es fácil; pero se corre el riesgo de ver sólo los magníficos
aeropuertos o las zonas residenciales, o de tratar sólo con los privilegiados
y colaboradores del poder establecido, que tienen los mejores empleos y no el
peligro de ser despedidos, que habitan las mejores viviendas y no yacen
hacinados en el cinturón Vergonzoso de las ciudades o en las chozas
campestres: América es también esa población marginada que representa su
setenta por ciento de subalimentados, de analfabetos, de miserables. |
Por
otra parte, el Evangelio no puede ofrecer soluciones políticas o económicas
que resuelvan técnicamente los problemas planteados, pero el simple hecho de
su anuncio choca con las injusticias y las denuncia urgiendo su remedio. |
Chile
es sólo un ejemplo, oportuno de recordar cuando hace poco ―el pasado
diez de diciembre― el VICARIATO DE LA SOLIDARIDAD de Santiago acaba de
recibir el Premio anual de las Naciones Unidas por «su lucha y valentía en
favor de los derechos humanos». Pero es preciso decir qué es ese Vicariato de
la Solidaridad. |
{15
(55)} Su origen se remonta inmediatamente después del golpe de Estado dado
por Pinochet, en septiembre de 1973. Las Iglesias católica, protestante y
ortodoxa anunciaban la creación de un Comité ecuménico para la paz, el cual,
ante la dura represión del nuevo régimen, se proponía los siguientes
objetivos: primero, asegurar la defensa legal de los obreros que habían sido
despedidos por represalia política, y, segundo, asegurar la asistencia legal
gratuita a los numerosos prisioneros políticos, rin distinción de matices. El
copresidente católico de este comité era el obispo auxiliar del arzobispo de
Santiago, cardenal Silva Henriquez. Las dificultades comenzaron a los pocos
meses, cuando en mayo de 1974 se publicaba, en México, un informe detallado
sobre las torturas a las que eran sometidos los prisioneros chilenos. Y, al
tiempo que se impedía el regreso de uno de los copresidentes del Comité a
Chile, el General Pinochet imponía la disolución de dicho Comité ecuménico,
si bien el cardenal Silva Henriquez respondía inmediatamente que las
actividades del disuelto comité las continuarían los organismos
eclesiásticos. Y así, entre amenazas, nació el VICARIATO DE LA SOLIDARIDAD,
que ha abierto más de 17.000 informes para socorrer jurídicamente a obreros y
prisioneros, además de muchas otras actividades de asistencia y
asesoramiento. En conjunto ha logrado mantener la esperanza, contra la
imposición del miedo que amenaza con quitar empleo, o echar de la vivienda,
conculcando derechos y libertades, sin contar con el capítulo de prisioneros
y desaparecidos. |
EI
VICARIATO DE LA SOLIDARIDAD, desafiando obstáculos y amenazas, ha tenido la
osadía de convocar y celebrar, el pasado mes de noviembre, en el recinto de
la catedral de Santiago, un symposium internacional sobre «La dignidad del
hombre: sus derechos y deberes en el mundo de hoy». Han asistido, además de
centenares de chilenos de todos los sectores, Théodor van Bove, representante
personal de Kurt Waldheim, secretario general de la ONU: Niail Mc Dermott,
secretario general de la Comisión internacional de juristas; Martin Ennals,
secretario general de Amnesty international: el cardenal Arns, de Sao Paulo
(Brasil); mons. Heckel, de la Comisión pontificia «Justicia y Paz», etc. |
El
symposium finalizó con un documento, cuya parte más concreta reproducimos a
continuación: |
a)
Un número creciente de países, aunque miembros de la ONU, violan de manera
directa y sistemática, los derechos elementales de la persona humana. |
b)
Muchos gobiernos han impuesto sistemas que relativizan el valor de la
persona, en los cuales las "razones de Estado" constituyen un
pretexto suficiente para ejercitar formas muy diversas de violencia
institucionalizada. |
c)
En muchos países en vía de desarrollo, en América Latina, África y Asia,
sucesivos golpes de Estado dan origen, en la mayor parte de los casos, a
cruentas masacres que dividen el pueblo en amigos y enemigos, victoriosos y
vencidos, e imponen una racionalidad {16 (56)} de guerra para la cual el
primer fin constituye la eliminación del adversario, prescindiendo de todas
las normas éticas y legales. |
d)
En estos regímenes se establecen sistemas represivos por medio de leyes de
excepción, con ausencia de derechos civiles y políticos, violación
generalizada de las constituciones y de las declaraciones internacionales
sobre los derechos humanos. |
e)
En apoyo de tales regímenes existen claros intereses económicos, nacionales,
que tienen por fin sólo el propio incremento, extraños por completo a las
exigencias fundamentales de los pobres. |
f)
La adopción, por parte de tales Estados, de una ideología oficial con la
consiguiente subordinación de los conceptos éticos y jurídicos a una doctrina
determinada, da origen a un intolerante dogmatismo ideológico que se
transforma en "razón de Estado". |
g)
En este tipo de regímenes operan frecuentemente servicios secretos y de
policía, dotados de poderes ilimitados y escudados en la inmunidad, que
alcanzan los peores excesos en materia de seguridad e integridad física de
las personas y que extienden el terror generalizado en la población. |
h)
Con la pretensión de convertirlo en un método legítimo de afirmación política
o social, el terrorismo se convierte en una opción desde la cual, por cada
una de las partes, se cometen siempre con mayor frecuencia graves atentados a
los valores fundamentales, como la vida, la libertad de las personas y la
verdadera seguridad nacional. |
i)
Es tan grande la diferencia que existe entre naciones ricas y naciones pobres
que está amenazada la posibilidad de alcanzar la propia dignidad de persona a
los que son pobres. En los países donde la mayoría de la población es
analfabeta e insuficientemente educada, donde las posibilidades de trabajo
son limitadas, donde no existe fácil acceso a los servicios médicos y
educacionales, donde la preocupación primaria es todavía la del hambre, el
disfrute de los demás derechos humanos resulta prácticamente ilusorio. |
j)
La carrera de armamentos de las naciones, grandes y pequeras, es un atentado
contra la paz y un motivo de grave escándalo porque en ella se invierten
enormes cantidades de dinero que se deberían destinar a poner remedio a las
condiciones miserables de grandes sectores de la humanidad. |
{17
(57)} Pero los obispos de Chile, por su cuenta, quince días antes de que se
celebrara este symposium sobre los derechos humanos, habían denunciado la
desaparición de más de 600 prisioneros, de los cuales nadie había dado razón
en Chile, y que «habían muerto, muchos de ellos, o todos ellos, al margen de
toda ley». La declaración e contenía en los siguientes términos: |
Movidos
por una exigencia evangélica, el Comité permanente del episcopado ha
examinado una vez más, el problema de los detenidos-desaparecidos y declara
cuanto sigue: |
1.
En diversas oportunidades nos hemos dirigido a los representantes del
gobierno sobre el problema de los desaparecidos. Las respuestas obtenidas
hasta ahora no han sido satisfactorias. |
2.
Las personas llamadas detenidos-desaparecidos, que alcanzan varios cientos,
por los antecedentes reunidos y presentados al gobierno, a excepción de
algunos casos, han de considerarse detenidas por los servicios de seguridad
del gobierno. |
3.
Hemos hecho cuanto dependía de nosotros para que llegara a establecerse la
verdad sobre este dramático problema. Hemos puesto en manos de la autoridad
los antecedentes que estaban en nuestro poder, tanto los proporcionados por
los mismos familiares como los reunidos en el curso del proceso judicial.
Hemos señalado muchos "caminos serios" a la "explicación"
del gobierno. |
Desgraciadamente
hemos llegado a la conclusión de que el gobierno no llevará a cabo ninguna
investigación que permita establecer la realidad de cada caso y las
responsabilidades correspondientes. |
4.
Lamentamos tener que decir que hemos llegado también a la convicción de que
muchos, por no decir todos los detenidos-desaparecidos, han muerto, al margen
de toda ley. |
No
podemos hacer nada más. Esperamos que los familiares de los desaparecidos y
la opinión pública lo comprenderán. Corresponde {18 (58)} al gobierno y, no a
la Iglesia, el dar solución a este problema. |
5.
Con todo, no podemos permanecer silenciosos ante este hecho. Hemos de decir
que el mandamiento de "no matar" continúa siendo el fundamento de
toda civilización y, naturalmente, de todo humanismo cristiano. |
Ningún
fin puede justificar el uso de medios ilícitos. Matar a un hombre, al margen
de toda ley, es un delito del cual protestamos en nombre de Dios, Creador y
Padre de todos los hombres. |
6.
Suplicamos, no solamente a nuestras autoridades, sino a todos los chilenos,
que renuncien definitivamente a toda violencia sobre las personas, a la
tortura, al terrorismo, al desprecio de la vida humana. La violencia engendra
violencia. La paz se consigue únicamente con instrumentos de paz. |
7.
Sabemos que no es fácil conformarse con la muerte de los seres queridos, y
menos todavía cuando han sido víctimas de una violencia injusta. Que es
difícil perdonar y apagar en el ánimo los sentimientos de rencor y venganza. |
Nosotros,
sin embargo, que hemos estado y continuamos estando al lado de los familiares
de los desaparecidos, a lo largo de su calvario, les pedimos, en nombre de
Jesucristo y del pueblo chileno, que perdonen de corazón, que se abstengan de
la venganza y que, en su afán de querer conocer la verdad, se limiten a los
procedimientos judiciales —incluso dándose cuenta de las limitaciones que
tienen― y medidas que no estén inspiradas en la violencia. |
Se
lo pedimos por el bien de Chile y para que llegue el día en que podamos
construir una patria justa y fraternal. |
8.
El señor ministro del interior nos ha asegurado que, mientras siga en el
cargo, los derechos humanos no serán conculcados. |
Sabemos,
sin embargo, que, en menor escala y en forma ocasional, se siguen violando
estos derechos. Denunciaremos cada caso que llegue a nuestro conocimiento.
Confiamos que el gobierno tomará las medidas necesarias para prevenir los
abusos y para reprimirlos, si continúan produciéndose. Se lo exigimos en
nombre de Dios que sus representantes invocan. |
9.
Solamente nos mueve el deseo de la paz. Pero reafirmamos una vez más que,
para que haya paz, ha de haber verdad, ha de haber justicia, ha de haber
respeto y amor fraterno para todos, sin excepción. |
El
Comité permanente de la Conferencia episcopal de Chile, Santiago, 9 de
noviembre de 1978. |
Se
requiere una Iglesia que testimonie, proclame, celebre, actúe el Evangelio
con justicia, amor, pobreza: una Iglesia en un proceso dinámico, permanente,
de evangelización de tal forma que todo lo cultural, lo político, lo
económico, lo social, sea leído y discernido n partir del Evangelio. |
Card.
Lorscheider |
Deben
llamarse por su nombre: |
todas
las injusticias, toda discriminación, toda violencia contra el cuerpo del
hombre, contra su espíritu, contra su conciencia y contra sus convicciones. |
Juan
Pablo II, 20.2.1979 |
|