Publicación
mensual del Oratorio. |
Núm.
173. ENERO. Año 1980 |
0.
SUMARIO |
LA
PALABRA "paz" es corta como "pie" y hay que decirla
andando, como todo lo que ha de hacerse vida en el hombre. Paz para la vida y
paz en la vida, para que quepan, en la paz, todos los demás bienes y para que
en ella se guarden y se multipliquen todos. |
Paz
en el hombre, dentro del hombre; paz que, para que lo sea, es imposible
añadir o imponer; paz que ha de nacer y de crecer en el bien y de la
justicia. |
EL
PERIÓDICO |
HOMBRE |
DIGAMOS
NO A LA GUERRA |
EL
ACUERDO INTELECTUAL |
EL
IDEAL |
LA
RELIGIOSIDAD JUVENIL |
{1
(181)} |
1.
Tiempo de oración: EL PERIÓDICO |
También
resuena aquí |
del
mundo como un eco aprisionado. |
Acercas
a él tu rostro |
y
parece que sientes el inmenso |
vaho
de su respiración |
acelerada,
ardiente, dolorida... |
Aquí
tienes la suma |
de
los pasos de un día; los kilómetros |
de
dolor y de gozo; la fatiga |
y
la dicha, caídas como hojas |
mustias
al aire del olvido... |
Tus
manos las recogen |
en
el silencio ahora |
para
besar en ellas el árbol de la vida: |
No,
no mueren en vano, |
día
a día, hoja a hoja, nuestros versos, |
nuestras
canciones; los insultos como |
piedras,
los besos como flores. |
¿O
no quedan grabados, |
vida
por vida, |
hombre
por hombre, nombre |
por
nombre, oh Dios, en tu silencio? |
Aquí
resuena, sí, el clamor del mundo |
recogido
en tus manos; |
a
él arrimas tus labios y el secreto |
rumor
callado de tu corazón... |
Rafael
Alfaro 2 (182) |
{2
(182)} |
2.
Hombre |
VALE
la pena ser hombre. Al pensarlo, alguna vez es necesario detenerse para decir
con énfasis o escribir con mayúscula la palabra «Hombre». Y más todavía
cuando hemos de agradecer a Dios que él mismo haya querido asumir nuestra
naturaleza, en este abrazo colosal que nos da a todos a través de su Hijo,
Jesucristo, hecho hermano nuestro; no hay sonido de la voz, ni signo alguno
para decir o expresar la admiración rendida de sabernos colocados junto a él. |
No
puede ser inútil el gesto de Dios, aunque parezca excesivo. Sólo desde los
miedos del fanatismo pagano ha podido, el hombre, suponer que camina hacia la
desgracia de su aniquilación. Corto de mirada para abarcar la inmensa
grandeza de los proyectos de Dios —misteriosos, porque no nos caben en la
mente de criaturas—, lo ha relegado a la lejanía absoluta, y se ha creído
condenado a la soledad de su pequeñez. |
Pero
el hombre ni está solo ni es tan pequeño. Es más grande, ontológicamente, que
todo el mundo visible: es como la síntesis y la cima de todo lo que se ve. Y,
además, tiene la compañía de Dios para poder recoger el sentido del resto de
lo creado y restituido, en ofrenda cuasi-sacerdotal, al supremo Hacedor. Por
el hombre llega a Dios toda la naturaleza, al tiempo que ésta sirve de marco
previo para que, el ser racional, construya el Reino de Dios desde el solar
de este mundo. Del mismo modo que, en Jesucristo, decimos Hombre-Dios, en el
cristiano decimos Iglesia en el tiempo y en la eternidad, caminos de la
tierra y reino del cielo, dominio de los hombres y triunfo de Dios. |
La
Encarnación es la clave en que se explica todo el sentido, hasta agotarlo,
que pueda alcanzar lo humano para Dios y, también, el modo cabal de restituir
la creación entera, poseída y dominada por el hombre, a Dios. Lo creado se
re-crea: hay una parábola que se inicia en el Génesis y que acaba en el
Apocalipsis, en tránsito finalmente glorioso. Desde que Dios dijo al primer
hombre «poseed la tierra», se eleva, el gesto de la humanidad, hasta el cenit
de Cristo y, desde entonces, estamos los cristianos juntando nuestras manos a
las suyas, hasta el cumplimiento que termina en la {3 (183)} cima donde Dios
nos espera y que es lo que llamamos «su Reino», misterio todavía, porque no
lo podemos medir ni en su anchura ni en su profundidad, ni saber su día ni su
hora, aunque sí conocemos ―y, mientras permanecemos en el tiempo, nos
basta― el sentido, la dirección a tomar a partir de Cristo, camino y
verdad para nuestras obras y para nuestra le. |
Y
esa es la grandeza de nuestra condición de hombres: que nos movemos en el
misterio abarcado por Dios, al tiempo que este misterio se nos va
simplificando y revelando para constituir nuestro propio crecimiento
espiritual: un crecimiento que nos dispone a la comprensión, a sabiendas de
que no será exhaustiva, porque no agotaremos lo cognoscible de Dios, pero sí
que nos iremos abriendo cada vez más totalmente, hasta absorber todo nuestro
ser y dedicar todas nuestras fuerzas a un proyecto divino que es, a la vez,
nuestro y humano. La creación sigue poseída por el hombre y el hombre poseído
por Dios; se trata de una posesión liberadora, redentora; se trata de una
re-creación y de una redención en Cristo y desde Cristo, el Dios-Hombre, el
gran puente entre nosotros y Dios, Padre suyo y Padre nuestro. Hay palabras
de Cristo que nos confirman este pontificado divino-humano, como cuando decía
que «el Padre estaba en él, y él en el Padre», y «él estaría con nosotros ya
para siempre», hasta el fin. Era como si dijera: |
«El
Padre está en mí y yo estoy en el Padre», para añadir de seguido; «Como yo
estoy con vosotros y vosotros estáis conmigo», porque es cierto que quería
que «donde él estuviera, estuviéramos también nosotros». |
Por
todo esto vale la pena ser hombre, después de Cristo. Aunque sea un «después»
que contiene todavía esperanzas, «hasta que vuelva». |
Después
de que Dios se haya hecho hombre, es preciso agradecer que nos acompañe desde
su santa Humanidad, por estos caminos del mundo ―parábola para el
fin―. Es preciso agradecer y admirarnos, mientras andamos todavía,
porque se hizo hombre y porque somos hombres. «Algo vale el hombre cuando
Dios decide vestirse de hombre», decía un cristiano del siglo segundo. Ya no
somos tan pobres y, sobre todo, ya no estamos solos: |
Dios
—«Emmanuel»— está con nosotros. |
{4
(184)} |
3.
DIGAMOS NO A LA GUERRA |
Estocolmo.—
Los juguetes bélicos desaparecieron definitivamente de las tiendas suecas, en
virtud de la Ley restrictiva que entró en vigor el 1° de diciembre pasado.
(De los periódicos) |
NO
pretendemos hacer la apología del eufemismo, aun cuando, en tantas facetas de
la vida —lenguaje y comportamiento— demostramos que no sabemos, o no podemos,
prescindir de él. Sabemos que siempre ha habido males que nos hemos resistido
a nombrar explícitamente, cuando nos afectan de cerca: la tuberculosis, por
ejemplo; hoy en día el horror del diagnóstico del "cáncer", cuyo
nombre se evita como signo de fatalidad. Y hasta en los males morales:
Manzoni oculta el nombre del ser más despreciable que aparece entre los
personajes de su novela, cumbre del romanticismo italiano. |
No
se nombra el mal como si hacerlo equivaliera a concederle una propaganda
gratuita y, por supuesto, inmerecida y prohibida. San Pablo es categórico al
exhortar que, los pecados más horrendos y los que se les parecen "ni
siquiera se nombren" entre los cristianos. |
Nuestra
vocación es el bien: conocerlo, desarrollarnos en él, comunicarlo: ¿a qué,
pues, dedicar atención a lo que es, de plano, negativo en origen, si
disponemos de poco tiempo y de energías limitadas para emplear en lo
positivo, tanto en nosotros mismos, como en relación con los que hemos de
preparar para la vida? En buena lógica, no caben concesiones al mal, ni más
atención que la necesaria para rechazarlo, evitando que contagie el bien. |
Todo
esto es válido en muchos campos y, en especial, en pedagogía. Desde este
ángulo, y por su efecto social, nos parece muy sabia la reciente ley sueca
que prohíbe la venta de juguetes bélicos en los comercios de todo el país.
¡De la guerra nada, ni siquiera como pretexto de juego! Cualquier adulto
normal puede comprender la bondad {5 (185)} de esta ley, aunque, por des
gracia para el hombre, sepamos que la sola adultez de la edad no se
corresponde siempre con la prudencia que debería acompañarla: |
muchas
personas seguirán mostrándose contrarias a la guerra, a la par que seguirán
incurriendo en la ligereza estúpida de seguir regalando más juguetes bélicos
a los niños... |
Replicarán,
algunos, que, con sólo no regalar juguetes bélicos a los niños, ni se
consolida la paz, ni se evitan las guerras futuras. La pereza de la
imaginación y de verdadera dedicación a los niños, por parte de los mayores,
y la falta de personalidad para reaccionar frente a la insistencia de la
propaganda comercial, pasará por alto, en muchos casos, ni siquiera un leve
pensamiento de crítica respecto a lo que más conviene para la educación de
los pequeños, para salvarles de la vanidad y de la precoz tentación de la
violencia. Todo hombre, desde la más tierna infancia, ya tendría que
aprender, de modo radical, que no debe matar a nadie ni destruir la
naturaleza. |
No
solamente en Suecia, sino que otras voces, y también en España, y en sentido
parecido, se han alzado, con ocasión de la celebración del "Año del
Niño", para que, responsablemente, todos hagamos lo posible para
preparar generaciones felices, sabias, sanas y pacíficas. Pero,
indisciplinados y poco exigentes con nosotros mismos, a la hora de ser
congruentes con los ideales que decimos profesar, veremos cómo los niños, una
vez más, en las fiestas navideñas y, en particular, la de los Magos, tan
propicia para obsequiarles, sostendrán en sus manos, los regalos de tantos
juguetes maravillosos, muchos de los cuales serán reproducción de los más
sofisticados arquetipos bélicos para una guerra futura, que ya comenzará a
bullir en la indefensa imaginación de un niño que jamás debiera haber
aprendido de los mayores, si le amaban, que se puede matar a un semejante.
Otra vez, pistolas y correajes, tanquecitos con cañones que disparan,
ametralladoras y fusiles, intoxicando el corazón, hecho para otros entusiasmos,
de niños que jugarán a delincuentes y a policías, a guerras y a batallas,
como entrenándose en el inhumano, brutal y salvaje arte inventado de la
violencia y de la guerra. |
Los
mayores, ¿somos tan inteligentes como pretendemos, o como decimos?... |
Era
un hombre tan pobre, tan pobre, tan pobre… que solamente tenía dinero. |
{6
(186)} |
4.
EL ACUERDO INTELECTUAL |
NAVIDAD
nos sugiere, siempre, los pensamientos de paz, caridad, perdón, humildad…
referidos a la convivencia, a la familia, al hogar, a las comunidades
humanas, a los grupos de hombres que han de caminar juntos, en necesaria
avenencia, por los campos del mundo, labrando su felicidad, superando el frío
de la soledad, construyendo el bien del amor recíproco, para cosechar la paz
anhelada por todos. |
La
benignidad del misterio navideño bendice el consuelo de los logros de los
hombres, en este sentido; pero, también, despierta la nostalgia o aviva la
tristeza cuando este bien no se ha logrado, o se ha perdido. Los hogares
rotos, la sociedad egoísta, los pueblos en pugna, la paz amenazada, chocan,
como un insulto, contra la lección que nos da la santa Humanidad de Dios, en
figura de niño recién nacido. Y, entonces, tras el lamento, proponemos
remedios para volver la felicidad a la familia desunida, la serenidad al
grupo humano disgregado, la estabilidad a la comunidad en crisis, la paz a la
sociedad y a los pueblos en rivalidad y lucha. |
Los
remedios que proponemos suelen dirigirse en uno de estos dos sentidos: el
primero, más expeditivo, consistiría en imponer la obediencia para que
vuelvan a ser observadas las normas puestas para asegurar la existencia y
función del grupo, dado que, sin observancia del orden integrador, caeríamos
en la escandalosa ficción de suponer familia o sociedad lo que no pasaría de
amontonamiento humano entre elementos que se desconocen o se repelen. |
El
segundo y más profundo medio de solución, atiende menos al aspecto externo y
normativo, para fijarse en lo más radical del ser humano: se trataría de
establecer y recordar la primacía del amor entre los que han de vivir o
convivir juntos. Todavía, como un perfeccionamiento de este segundo camino,
cabría imaginar una combinación entre obediencia y caridad, o, {7 (187)} si
se prefiere con otros nombres, entre disciplina y amor, entre coerción y
vida, dado que la sola obediencia parece demasiado dura, y el solo amor,
demasiado etéreo y peligrosamente reducible a abstracciones tan farisaicas
como la falsa obediencia. |
Newman,
al pensar en lo que ha de ser esencia de la vinculación en la comunidad
humana, había tenido en cuenta estas dos posibilidades apuntadas, pero no le
satisfacía ninguna de ellas. Según su criterio existen, en efecto, «tres
vínculos en toda comunidad, a saber: el amor, la obediencia y la concordia o
avenencia intelectual» y pensaba que, esta última, era la que hacía
efectivamente posible la unión. Sin lo que él llamaba «the intellectual
agreement» (acuerdo de inteligencias), es inútil la disciplina impuesta, es
un sueño y una ficción el pretendido amor disidente, porque lo que une y
reúne para la vida y la acción en grupo, es la convergencia en el acuerdo
recíproco y el mismo punto de vista y comprensión inteligente del ideal
específico y de la tarea común. Cuando esto falla puede haber otras cosas,
pero no una familia, no una comunidad, no una sociedad. |
El
comentario de estos principios para su aplicación en profundidad a las crisis
familiares, matrimoniales, comunitarias y sociales de nuestro tiempo, nos
llevaría demasiado espacio. Pero es posible, por lo menos, una deducción
práctica consistente en tener en cuenta, sobre todo por los padres, esposos,
educadores y dirigentes, en el título que sea, de los grupos humanos en
crisis: la obediencia y el amor son necesarios; pero, en cuanto a la primera,
es difícil y hasta odioso tenerla que recordar a ultranza para imponerla; en
cuanto al amor, es imposible imponerlo porque nadie ―excepto Dios—
puede entrar en lo íntimo del corazón humano. |
En
cambio, sí que es posible exponer y comunicar ideas unos a otros o, cuando
éstas ya se han dado o proclamado, reunirse los que coincidan y estén de
acuerdo con ellas. |
{8
(188)} Además, todo hombre es libre para partir en busca de coincidencias si
no las encuentra, en principio, donde él está. Un acuerdo —"intellectual
agreement"— que le permita convivir y avanzar sin forcejeos ni
disentimientos desperdiciadores o colapsadores de energías vitales. |
Muchas
familias fracasan porque ya no partieron de ese acuerdo inicial, desde las
ideas, ni luego hubo esfuerzo alguno por edificarlo. |
Substituyó
a las ideas la ilusión, y al amor el sentimentalismo; luego el desamor y la
dispersión acabaron con el proyecto de una comunidad que debía ser para la
vida. |
Sólo
un profundo esfuerzo de conversión podría reemprender el camino, por supuesto
desde las ideas, y tratar de reparar tantos males. |
Muchas
veces es ya una tragedia en el matrimonio. Cuando sucede en las relaciones
entre padres e hijos, el daño se acaba —o se transforma― con la
emancipación de los hijos, que llegan a la plena responsabilidad así de mal
preparados. En otras formas de convivencia, ésta resulta un nombre sin
sentido y se acaba buscando ideales en otras partes. Y hemos dicho la palabra
clave, "ideal", que es, sin duda, lo que pretendía establecer, como
primacía, Newman, con su "intellectual agreement". Sin ideal no hay
nada que amar, no hay orden alguno a que someterse, y la vida sería poco más
que vegetación. Se existe, pero no se vive; se está, pero no se es. |
¿Ideales?... |
No,
menos, bastante menos: altares a dioses falsos ―y, con frecuencia, ni
eso― para defender el puesto, para preparar el ascenso y para asegurar
y aumentar más fácilmente el patrimonio. Y nada que, humana y
espiritualmente, pueda valer más que todo eso, cualesquiera que sean las
palabras. |
Quemar
la libertad. |
Si
corres siempre así caminos de locura en la noche de tu odio, caballo
Sepharad, el azote y la espada te han de gobernar. |
No
puede escoger príncipe quien labra el mal, quien ha matado o roba, quien no
alzará el templo de su esfuerzo al trabajar. |
Que
el primer fuego quema la libertad. |
Contempla
en este espejo tu triste faz, aprende el verdadero ser de tu mal: |
en
el rostro del ídolo tu rostro está. |
Salvador
Espriu |
{9
(189)} |
5.
El ideal |
ESA
ESTRELLA de la Epifanía no habría bastado a lucir por encima de las nubes, en
las noches del camino de los Magos, si antes no hubiera estado ya encendida
en el firmamento interior de estos hombres, perseverantes en la búsqueda de
quien iban a adorar, Jesús, rey de los judíos. No basta, para que el hombre
busque y reconozca a Dios, que éste se le manifieste; toda epifanía solicita
la puesta en acto de la potencialidad que ya está en el hombre y cuya
actividad depende de la decisión positiva de éste. Desde el hombre, no
existen decisiones fatales, ni respuestas automáticas al estímulo externo,
que prescindan de la libertad. |
CUANDO
el hombre toma conciencia del bien que se le manifiesta, que descubre al
hacérsele patente, y vuelca hacia él su respuesta generosa, decimos que es un
idealista. Pero no cualquier reacción positiva, cualquier aceptación del bien
evidenciado convierte al hombre en servidor votado a un ideal. |
La
aceptación de un ideal, por parte del hombre, es más que la solicitud por un
interés, que la selección de una preferencia intelectual o afectiva; no
bastan las solas motivaciones estéticas, y menos aún las interesadas o
egoístas a las que espontáneamente nos inclinamos para la satisfacción de la
vanidad, de la codicia o del propio gusto. Es idealista el hombre que integra
en sus pensamientos, en sus aspiraciones y en su conducta, una respuesta o
correspondencia libre y total al bien elegido, y la mantiene como lo mejor
para presidir y dominar toda su vida. Lo demás, por debajo de este nivel, no
son ideales: son intereses, es cultura, son soluciones o instalaciones
adecentadas, o tal vez simples egoísmos disimulados... |
NO
ES fácil ser idealista. La vulgaridad cotidiana está plagada de
disimulaciones elegantes, de postizos culturales, de recursos para cubrir
inconfesadas y amargas frustraciones {10 (190)} o escondidos resentimientos
barnizados de decoro. Para que haya un idealista, desde la sola perspectiva
de la dignidad de los valores humanos, es preciso que el ideal se estime como
la misma vida: y no falta el ejemplo de aquellos que la dedican y exponen en
aras de ideales a los que reconocen una nobleza por la que no dudan
apostarla. |
PERO,
para que desde la fe exista un verdadero ideal, hace falta algo más: es
necesario que el ideal supere el valor que concedemos a la propia vida, es
decir, el ideal ha de valer más que la vida en el tiempo. Un ideal humano,
vale tanto como la vida; el ideal cristiano, en cambio, vale más que la vida,
porque la esencia del hombre liberado en Cristo es inmortal. |
CON
apariencias de servidores de un ideal, existen esteticistas, moralistas,
utilitaristas de índole varia, que se adornan (por sugestión, inconsciencia o
vanidad) o que utilizan (por egoísmo, oportunismo o vicio de aprovechados)
palabras o simulaciones dignas y nobilísimas, que les resbalan o que no han
profundizado jamás. Otros, más sinceros, o simplemente cínicos,
"pasan" de todo, y declaran con descaro su radicalismo egoísta. |
PERO
hay idealistas en nuestro mundo; hay gentes que, como los Magos, dejan atrás
sus instalaciones, sus intereses y sus gustos, y se echan a andar tras el
ideal de la estrella, desde la oscuridad y la duda de todas las soledades,
para consagrarse a lo que, desinteresadamente, descubren como lo mejor. Y
gozan cuando adivinan que lo mejor, como dijo el poeta, nunca viene solo,
sino que, por el contrario, viene con todo y lo exige todo. El ideal es para
la vida y para toda la vida, porque vale más que la vida. Y lo siguen, puros
y libres. |
{11
(191)} |
6.
documento: LA RELIGIOSIDAD JUVENIL |
RESUMIMOS
un trabajo de perspectiva sociológica publicado por Pere Codina Mas en la
revista "MISIÓN ABIERTA". Se toma el concepto de religiosidad en
sentido amplio, del modo que, en el lenguaje corriente, puede expresar
difusamente diversos grados de concreción. Se divide en tres partes: como
desplazamiento de lo sagrado fuera de la Iglesia, en relación con las
tendencias que se observan dentro de ella y, en tercer lugar, en relación con
la crisis de la sociedad capitalista. Todo ello en relación con el tiempo que
estamos viviendo. |
[1]
Sentimiento de lo sagrado y religión fuera de la Iglesia: Actitud
hipotéticamente religiosa |
Ha
habido en nuestra sociedad, un desplazamiento de los objetos en que
tradicionalmente se ha concretado lo sagrado. Este desplazamiento se puede
palpar de forma especial entre la juventud de hoy, en la que se manifiesta
con claridad y con insistencia que el hombre sigue con su necesidad de
mitizar, de absolutizar, de divinizar. En el fondo es la necesidad de superar
la banalidad de lo cotidiano de la vida, gracias a las referencias a un mundo
más acorde con los deseos y valores del individuo. Es muy probable, casi
seguro, que estos jóvenes rechacen la etiqueta de "religioso" para
tales comportamientos, pero no hay duda de que a nivel funcional ―no de
contenidos, evidentemente— nos encontramos frente a una actitud que, cuando
menos, la podemos designar como hipotéticamente religiosa, por cuanto está
compuesta de sustitutos funcionales de religión tradicional. |
Tenemos
de todo esto ejemplos en cantidad. Abundan en los diversos ámbitos de la vida
juvenil sacralizaciones, mitos, ritualizaciones... Ahora bien, son ámbitos
que se {12 (192)} sitúan fuera del marco de lo cotidiano y que, precisamente
por ello, son capaces de dar ilusión y sentido a este cotidiano, o, en el
peor de los casos, compensar la falta de sentido del mismo. El deporte, la
política, el ocio, el consumo, son los campos más adecuados para estas
sacralizaciones y mitificaciones. |
Los
sustitutos funcionales |
Junto
a estas actitudes que acabamos de reseñar y que hemos designado como
"hipotéticamente religiosas" y como "sustitutos
funcionales" de la religión, aparece entre la juventud otra actitud que
podríamos designar como "para-religiosa". La preocupación por la
trascendencia y la búsqueda de la misma aparecen de forma más explícita. Se
busca un sagrado no-inmanente de la existencia, que se sitúe más allá de lo
biológico, lo social y lo histórico. |
Dentro
de este grupo estarían los que recurren a experiencias mágico-sacrales o
experiencias para-normales: astrología, horóscopos, parapsicología, ufología,
la misma creciente preocupación científica y sistemática por los testimonios
de una posible "vida más allá de la vida", el ocultismo, el interés
por el exorcismo (como fruto de la angustia ante el problema del mal y como
fruto también de algunas películas taquilleras), las peregrinaciones
juveniles, la utilización mecánica de algunas de las mediaciones de las
grandes religiones orientales, la moda de los amuletos, y la revitalización
en niveles generalmente superficiales de simbolismos "religiosos",
etc. En todos estos hechos observamos el fenómeno de la utilización de unas
mediaciones más espontáneas y elocuentes para la juventud como vehículo, no
de una auténtica actitud religiosa, pero sí, al menos, de algunas de las
necesidades profundas del hombre, a las que esta actitud respondía, La
religión laica {t} Encontramos también en la religiosidad juvenil otra
actitud, cada vez más frecuente, y es la que podríamos designar con el nombre
genérico de religión laica. La actitud fundamental es la búsqueda de una
trascendencia inmanente al hombre y al mundo, a través de una apertura al
misterio de la existencia, escondido y manifestado en la persona, en la
naturaleza, en la totalidad. Esta actitud puede vivirse bajo dos modalidades
distintas: → {13 (193)} a) En primer lugar están aquellos jóvenes que,
a pesar de afirmarse no creyentes (o "ex-creyentes"), tienen, sin
embargo, un verdadero sentido de lo sagrado y hablan de él con toda
naturalidad. Guardan el sentido de un cierto misterio de la existencia, se
plantean el problema del destino, del sentido del hombre y de su mundo, y se
esfuerzan por darle una respuesta cabal dentro de los estrictos horizontes
humanos. |
Orientalismo |
b)
Próximos a esta actitud se encuentran también aquellos jóvenes
―bastantes numerosos por cierto— que han adoptado más o menos
profundamente prácticas ascéticas o incluso místicas provenientes de
tradiciones culturales o religiosas esotéricas, orientales las más de las
veces: budismo, yoga, zen, o la meditación trascendental en sus distintas
modalidades, siempre y cuando esta meditación, y lo mismo cabe decir del
yoga, sea algo más que un simple método de relajación psíquico o físico. |
Sectas |
Por
último, y siempre fuera del ámbito estrictamente eclesial, nos encontramos
con numerosos movimientos religiosos que presentan todos los rasgos de
sectas, entre los que podemos señalar el Movimiento de "Jesús", los
"Niños de Dios", "Campus Cruzade por Cristo", o incluso
el "Hare-Krishna", todas ellas presentes en España. No entramos
aquí en el problema de si se trata de religiones, o bien si se mueven sólo a
nivel de sacralizaciones o mitificaciones según las cuales Jesús, por
ejemplo, no pasaría de ser un simple héroe, o de ser el más grande de los
mortales. No siempre los adictos a la secta nos sabrían dar una respuesta
adecuada a la cuestión. |
[2]
Movimientos y tendencias dentro de la Iglesia: |
Tomamos
como ejes de observación: el grado de compromiso socio-histórico, y el grado
de aceptación del cambio. Los espiritualistas {t} 1º. Los grupos
espiritualistas. El contenido de su compromiso no va mucho más allá de unas
prácticas espirituales {14 (194)} o piadosas. Estos grupos continúan
reconociendo la validez del sistema eclesial pre-conciliar, por más que, a
nivel verbal o de algunas prácticas aisladas, se muestren satisfechos de
poder expresar su coincidencia con el Concilio. |
Podríamos
situar en este apartado a la gran mayoría de asociaciones religiosas
radicadas en parroquias o en iglesias de religiosos. Algunas, sin embargo,
como las CC. |
MM.
o los Cursillos de Cristiandad han experimentado una fuerte evolución y son
caso aparte. |
Sin
excluir la posibilidad de que algún joven que otro se halle en el seno de
tales grupos, no parece ser esta la visión de la Iglesia, de la fe y de la
historia que más atraiga a nuestros jóvenes. |
La
masa de los cristianos |
2º.
La gran masa de cristianos. No rechazan de plano el cambio, ni tampoco se
ilusionan por él. Digamos que soportan el cambio ―un cambio que no
comprenden―, y que viven implícitamente anclados en el modelo eclesial
preconciliar. Lo importante para ellos son los momentos rituales; la
coherencia doctrinal y la coherencia disciplinar. La fe se transmite como un
elemento más —esencial, eso sí— de la cultura, y los medios de transmisión de
la fe son los mismos que los de la cultura. La adhesión de la persona al
grupo religioso, que este modelo pueda asegurar, no parece que pueda
prolongarse mucho más allá de la adolescencia. Difícilmente la podemos
hallar, como actitud juvenil en otro sitio que no sea un área rural que no
conozca los cambios técnicos y económicos de estos años. |
El
compromiso limitado |
3º.
Grupos conservadores con un compromiso limitado. Su vivencia religiosa no es
espiritualista, desencarnada, sino que intenta comprometerse en una acción.
Al interior de una sociedad burguesa intenta un compromiso vital moderno en
coherencia con su fe. Ahora bien, sucede que este compromiso se limita a unos
campos existenciales muy concretos: la familia, la cultura, la empresa, el
trabajo. Parece como si se tratara de parcelas que hubiera que bautizar de
forma extrinsecista y fragmentaria; no se ve la vida cristiana como una
totalidad animada internamente por una fe que busca dar un sentido nuevo y
coherente a las distintas dimensiones de la vida. → {15 (195)} Por otra
parte, son grupos que rechazan el cambio, entre otras razones porque este cambio
les exigiría abandonar la fragmentación y el extrinsecismo que han
introducido en su vida cristiana. No pueden aceptar el cambio, como tampoco
integrar el hecho de la modernidad, porque ello significaría su
autoliquidación. |
Los
jóvenes que giran en la órbita de estos grupos y movimientos suelen ser de
extracción burguesa o pequeño-burguesa. Su adhesión a tales grupos suele
interpretarse como huida de un sistema social y religioso que, en su
condición de cambiante, hace tambalear las seguridades básicas de la persona.
La misma necesidad de seguridad les lleva a aceptar fideísticamente un
lenguaje religioso elaborado, cerrado, y por lo mismo inmutable, cuya
custodia e interpretación han sido confiadas a la autoridad. |
Sus
revisiones de vida, sus análisis de la realidad, no son lo suficientemente
críticos como para ver la relación de los diferentes ámbitos de la vida con
las infraestructuras socio-económicas y políticas generales. Por lo mismo, su
compromiso se sitúa siempre a un nivel personal-individual y no es capaz de
llegar al nivel estructural-social. |
Nuevo
modelo de Iglesia |
4º.
El nuevo modelo oficial de Iglesia. Entendemos por tal aquella forma de
existencia eclesial articulada jerárquicamente tanto en lo que respecta al
culto como en lo que hace referencia a las creencias y a la disciplina, y que
se rige por criterios objetivos de renovación y adecuación emanados de la
jerarquía. La articulación con la jerarquía se realiza normalmente a partir
de la parroquia o de instituciones parroquiales o para-parroquiales, etc. |
No
son muy numerosos los jóvenes que han aceptado integrarse en grupos
parroquiales. |
La
vivencia religiosa de los jóvenes que se mueven alrededor de la parroquia
difiere según se trate de participación juvenil en grupos generales o bien de
grupos juveniles propiamente tales. Tiende a ser más repetitiva en el primer
caso y más creativa en el segundo. |
Los
grupos descritos anteriormente tienen la fe como polo o quicio de su
sensibilidad espiritual. Este grupo {16 (196)} tiende a acentuar sobre todo
la dimensión del amor (fraternidad), la autenticidad, la rectitud de corazón
y la moral interiorizada. Tal vez la dimensión de la esperanza quede un poco
diluida y también todo lo que ella comporta de compromiso, acción, proyecto y
escatología. |
¿Primacía
del "ser" o del "hacer''? |
5º.
Nuevos grupos y movimientos eclesiales. Surgidos del modelo post-conciliar de
Iglesia, tenemos estos grupos que presentan, como denominador común (aunque
no uniforme), unos nuevos polos de sensibilidad espiritual y unas nuevas
orientaciones de pensamiento y de acción. |
Al
interior de estos grupos podemos diferenciar dos bloques que se distinguen de
acuerdo con la preeminencia que dan en su escala de valores al ser o bien al
hacer. Para el primer tipo de grupos el hacer tendrá valor sólo cuando sea
reflejo del ser cristiano: por lo mismo hay que intensificar el ser. Para el
segundo tipo, en cambio, el ser sólo tendrá valor cuando quede reflejado en
un hacer: |
por
lo mismo hay que actuar. |
Las
relaciones que mantienen los primeros con la jerarquía son bastante
desiguales. Las comunidades catecumenales, focolarinos y algunos carismáticos
suelen tener una gran devoción por la jerarquía. Ésta, por su parte, los
contempla con una cierta benevolencia (tanto más benévola cuanto menor es la
agresividad crítica de estos grupos respecto a la institución y a la misma
jerarquía). Los otros grupos, en cambio, apenas si mantienen relación formal
con la jerarquía en cuanto tal. |
En
cuanto a los grupos centrados sobre el hacer, nacidos casi siempre al amparo
de la institución, suelen presentar un historial empedrado de dificultades
con la misma institución. Siguen con fidelidad y convicción la revisión de
vida ("ver, juzgar, actuar"). Esta práctica les va haciendo
críticos y en cierto modo pragmáticos en su forma de entender la vida y la
fe, y también muy sensibles al peligro de alienación y del escapismo que
ronda siempre a los grupos "centrados sobre el ser". Sin embargo,
cuando en estos grupos se ha olvidado la identidad cristiana, el ser
cristiano, han surgido las crisis. Muchas de las actividades que desarrollan
en nada se distinguen de las que otros jóvenes no creyentes están llevando a
cabo. |
{17
(197)} |
Cristianos
por el socialismo |
6º.
Cristianos por el Socialismo. Comunidades Cristianas Populares... |
Se
desmarcan de los grupos anteriores por una mayor radicalidad teórica y
práctica, y por una también radical desconfianza frente a la espiritualidad
intimista que ofrecen algunos de los grupos anteriores, sobre todo aquellos
que hemos visto centrados sobre el ser. |
Los
guerrilleros |
7º.
Guerrilleros de derechas y de izquierdas. Son las opciones últimas en cada
sentido. No vamos a entrar en ellas por ser suficientemente claras y por no
ser demasiado frecuentes: poco frecuentes por lo que respecta a la juventud
de derechas y menos aún por lo que respecta a la izquierda. |
[3]
Religiosidad juvenil y crisis de la sociedad capitalista: |
A
los jóvenes de hoy, nacidos entre el 55 y el 65, ya nada les queda del
optimismo a todo nivel ―social y eclesial― que caracterizó
aquellos años. |
La
máquina económica funcionaba a ritmo acelerado, se hacían previsiones
socioeconómicas a medio y largo plazo, extrapolando un presente sumamente
dinámico, y dando por supuesto que el ritmo de crecimiento se iba a mantener
constante. Hubo figuras relevantes que encarnaron y sostuvieron dicho
optimismo y que aún hoy son símbolos de una época: Juan XXIII, Kennedy... El
mismo Concilio no dejó de ser fruto de una época y tuvo, por lo mismo, un
papel importante en este optimismo. |
Ideales
de humanidad de los años sesenta |
A
nivel social global podemos observar que una de las características
relevantes de aquellos años fue la prevalencia del polo público-universalista
sobre el polo privado-individualista. Prevalece la dimensión política,
altruista, abierta; es la época del compromiso, se empieza a hablar de
"egagement" en nuestras latitudes; hay unos ideales de humanidad. |
{18
(198)} Llegó mayo del 68 que fue la culminación y la superación de toda una
década. |
El
choque entre las exigencias del compromiso socioeconómico (las
"realidades temporales") y las formas concretas de transmisión y de
vida de un catolicismo sociológico hizo que muchos jóvenes cambiaran la
mística religiosa por la mística política. |
La
crisis |
Pero
llegó la crisis y con ella abrió los ojos nuestra sociedad y se dio cuenta de
que su vida dependía de un hilo, en manos de una Parca caprichosa: el
petróleo en manos de los árabes. Y vino la recesión. Y con ella la
inseguridad, la incertidumbre. El optimismo dejó paso al pesimismo. |
La
juventud actuará una vez más como caja de resonancia de la crisis global de
la sociedad. |
Las
implicaciones de esta crisis con la religiosidad juvenil son bien evidentes.
Cuando de forma comunitaria unos comportamientos y actitudes religiosas se
apartan de lo que hasta ahora había sido norma, o la rutina, podemos estar
seguros de que el cambio responde a unas motivaciones o factores sociales muy
concretos. El desplazamiento de valores que ha habido en la sociedad (de
público-universalista a privado-individualista) también se ha reflejado en la
cultura juvenil y en su religiosidad. |
Conclusión |
Ha
habido ciertamente crisis, pero no de la religión, del sentido religioso, de
lo sagrado en cuanto tal, sino que la crisis ha afectado de lleno a las
formas institucionalizadas de la religión. Esta crisis de las instituciones
religiosas se sitúa dentro de la crisis general de las instituciones,
característica de nuestra época. Por un lado, las iglesias han dejado de ser
el lugar social, propio y exclusivo, de las manifestaciones sociales de la
religión. Por otro lado, se ha debilitado sensiblemente el grado de
institucionalización de muchas formas religiosas. |
BARRER. |
Te
encontré barriendo |
tronos
hundidos, |
imperios
derrumbados, |
gloria
a pedazos. |
Mucho
respeto, Barrendero, |
si
encuentras trozos de sueños, |
de
vida, |
de
amor. |
Es
esencial saber |
sobre
qué abismos volamos |
y
sobre todo |
―sobre
todo— |
Adónde
vamos. |
HELDER
CAMARA (Brasil) |
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