Publicación
mensual del Oratorio. |
Núm.
192. FEBRERO. Año 1982 |
0.
SUMARIO |
TODO
es para que creamos. La fe no es para la vida, sino la vida para la fe. La fe
no resuelve la vida, sino que la vida es para ejercitar la fe. La fe es, en
primer lugar y desde su primer momento, gracia, y por eso no se puede reducir
ni degradar ni utilizar, sin falsificarse, corromperse y destruirse. La fe
será vida y crecerá pura en la medida en que nos proyectemos gratuitamente
―generosamente― hacia ella. |
PLEGARIA
DEL PERDÓN Y DE LA PAZ |
TIEMPO
ORDINARIO |
CLASES
DE |
LA
GRAN CUESTIÓN |
SI
CRISTO FUERA NUESTRO VECINO |
POBREZA
Y LIBERTAD DE JESÚS |
{1
(21)} |
1.
PLEGARIA DEL PERDÓN Y DE LA PAZ |
A
los pies del África más crucificada |
desde
hace cuatrocientos años, |
y
que todavía respira, deja que te diga, Señor, |
mi
plegaria de paz y de perdón. |
¡SEÑOR
DIOS, PERDONA A LA EUROPA BLANCA! |
Es
verdad, Señor: |
Desde
hace casi cuatro siglos ella ha arrojado |
la
espuma y los ladridos de sus perros feroces |
sobre
mi tierra. |
Y
los cristianos, |
renunciando
a tu luz y a tu mansedumbre, |
han
quemado, han matado y han hecho esclavos... |
Pero
es necesario que Tú olvides, Señor. |
Y
bendigas a estos pueblos blancos, |
que
nos han traído la Buena Noticia |
y
han abierto nuestros ojos a la luz de la fe |
y
nuestros corazones |
al
conocimiento del mundo y de los hermanos. |
Y
con ellos bendice a todos los pueblos |
de
Asia, de América, del mundo; |
a
los pueblos que sudan sangre y sufrimiento, |
y
haz que las manos cálidas de mi pueblo |
estrechen
tus manos |
en
una cadena de manos fraternas que rodee el mundo |
bajo
el Arco Iris de tu paz. |
Leopoldo
Senghor 2 (22) |
{2
(22)} |
2.
Tiempo ordinario |
EL
TIEMPO, esa continuidad fluyente en la que se mueven las cosas y nos movemos
nosotros, cuando la consideramos sin etapas ni hitos que la midan, cuando
hacemos abstracción del acontecimiento que nos suspende en el recuerdo o nos
puede proyectar hacia la esperanza, es como un punto inaprehensible y fugaz
en el que se apoya el latido de cada instante de nuestra vida. |
En
la Liturgia, hay una celebración capital, la Pascua, que vale por todas,
porque todos los hitos en que podamos detener la contemplación del alma en el
misterio de Dios, que se nos ha manifestado en Cristo, se refieren y se
contienen en esta única celebración, a partir de la cual se convierte el
discurrir entero del camino de la fe ―o mejor, el caminar de los
fieles― en una celebración, en otro y el mismo acontecimiento pascual.
Paso ―Pascua― y camino; paso en el camino a Dios. Cuando seguimos
andando sin detener los ojos en la rúbrica de un día único, conmemorativo del
triunfo de Cristo y de nuestra incorporación transformante a su
"paso" de la muerte a la inmortalidad, a la libertad y a la vida,
estamos en esta dinámica o movimiento que llamamos "tiempo
ordinario". Así está puesto en los libros y calendarios que miden y
clasifican los tiempos litúrgicos; pero, por encima del encasillamiento del
calificativo sistemático, permanece la significación dominante del sentido
continuo y fluyente que ha de tener nuestra vida, nuestros pasos por el
camino temporal de la fe, moviéndose hacia Dios. El camino no es menos que el
hito de su orilla, y por esto no nos paramos en ninguna fiesta, porque el
cristianismo no es ni se contiene en una fiesta o celebración, sino que está
y se realiza en el misterio de la vida de cada uno, de cada caminante. De
este andar, paso a paso, ordinario y fluyente, siguiendo el cauce normal,
como los ríos que van al mar, y el mar aquí es Dios. |
Seremos
santos, no porque en el continuo peregrinar contemos con habernos extasiado
ante el misterio, es decir: Cristo, su nacimiento, su vida, sus palabras, su
muerte, su resurrección, Seremos santos porque, en ese {3 (23)} Andar de onda
día, en el paso a paso de onda jornada, de cada movimiento y de cada latido,
le tengamos. A Cristo, como permanente realidad misteriosa, entre el
recuerdo, la vida y la esperanza, caminando a nuestro lado, dando sentido a
nuestro ser y a nuestro "pasar", porque nos Asocia y somos, también
―y precisamente― en lo ordinario, Pascua con él. La disposición
por nuestras intenciones, la integración por su gracia, del orden de su
misterio en nuestra vida. |
Nadie
puede penetrar el sentido de la Sagrada Escritura, si no la lee con
asiduidad, tal como está escrito: «Amala y ella te elevará: |
ella
será tu gloria cuando la habrás abrazado» (Prov. 4,8). |
Cuanto
más asiduamente se lee la Escritura, mayor se hace el conocimiento que de
ella se tiene, lo mismo que ocurre con la tierra que, cuanto más se cultiva,
tanto más produce. |
Hay
algunos dotados con buena inteligencia, pero que descuidan la lectura de los
libros sagrados, por lo que demuestran, con su negligencia, el desprecio por
los conocimientos que habrían podido adquirir con la lectura. Otros en cambio
quisieran saber más, pero se lo impide su escasa preparación. |
Éstos,
sin embargo, con prudente y asidua lectura alcanzan un grado de saber que
aventaja a los más inteligentes, pero que son perezosos e indiferentes. |
Del
modo como el que anda escaso de inteligencia consigue con su empeño el buen
fruto de su diligencia dedicada al estudio, así mismo el que descuida los
dones que Dios le ha dado, merece ser condenado, porque desprecia la
oportunidad de la gracia recibida y la hace infructuosa. |
Pero
la doctrina debe ser sostenida por la gracia; de lo contrario, aunque entre
por los oídos no desciende al corazón. |
Hace
rumor por fuera, pero en nada ayuda al alma. Por esta misma razón la palabra
de Dios pasa de los oídos o la lectura al fondo del corazón, cuando
interviene la gracia, que trabaja interiormente en el alma y conduce a la
comprensión. |
San
Isidoro de Sevilla |
{4
(24)} |
3.
Clases de fe |
HAY
una clase de fe, compatible con el sentimiento de lo sagrado, pero que deja
muy poco espacio para el ideal; entendido, el ideal, como algo superior que
merece y postula el compromiso de la vida entera. Esa fe aséptica de ideal,
es capaz de mantener al "creyente" en una posición tranquilizadora,
y es utilizada como recurso o respuesta implícita, casi automática, por su
misma simplicidad, para todo lo que trascienda la razón. Es, en realidad, una
fe complementaria de la vida, al lado mismo de la vida, pero que no exige
esfuerzo, que decora, sin fatiga para buscar explicaciones, el universo
mental del "creyente", y que, por ello mismo, está muy cerca de la
pereza mental, o es su excusa. |
Es
la fe de grandes sectores, incluso de mayorías. Fe de estancamiento; por no
decir fe egoísta, puesto que mantiene la estrategia de la distancia para
poder cómodamente ejercer de críticos hacia afuera, y mantenerse
descomprometidos hacia adentro; es la fe pretendidamente afilada de los que,
en nuestros días, se autodefinen "católicos no practicantes", sin
caer en la cuenta de lo absurdo de tal afirmación. |
Hay
otra clase de fe, a la que un teólogo y apologista de nuestros días
―Cardó― denominaría la "fe epiléptica", que es la fe de
los fanáticos. Son los que pretenden monopolizar y abusan del nombre de
"católicos", con el que se etiquetan, del que blasonan, como si
tuvieran la exclusiva del Credo auténtico de la fe, que proclaman con
pretensiones impertinentes de cruzados, mezclando la pureza de lo que
pretenden o fingen defender sin entenderlo, con los más pintorescos idealismos
e intereses terrenos, dudosamente inconscientes del escándalo que causan ante
el mundo y del daño que infieren a la Iglesia. Suelen ser personas poderosas
o, por lo menos, ambiciosas de poder, de tan pobres ideales terrenos, que
tienen necesidad de añadir y utilizar, con abuso, el nombre {5 (25)} de Dios,
para, con sublimaciones de prestado, poder disimular las propias
frustraciones, cuando no odios encubiertos. Freud tendría mucho que decir al
respecto. |
Ambas,
son formas de fe que no responden al contenido cristiano, aunque se encubran
con este nombre. |
El
cristianismo es la religión de Jesucristo, el Hijo de Dios, que se hizo
hombre y que al entrar, de este modo, en la historia de la humanidad, nos
asoció al misterio de su vida y de su muerte. A esto le llamamos salvación, y
por la fe participamos en ella, en el marco normal de la Iglesia, pero
permaneciendo abiertos a todos los hombres, lenguas, culturas y tiempos,
mientras nos esforzamos por agradecer los dones de Dios y así llegar a la
hermandad universal, enriquecida por la variedad esplendorosa, que la
evolución de los tiempos manifiesta, en el orden creado y en el espiritual, y
que la criatura racional es capaz, con la ayuda de la gracia, de integrar e
ir llevando al mundo y la organización misma de las relaciones entre todos
los hombres, en respeto, justicia y libertad, hacia la construcción del reino
de Dios, en el que no caben ni los perezosos de la comodidad o de la
adscripción implícita, ni los soberbios de la dureza y la histeria fanática,
sino los sencillos, agradecidos, diligentes y enamorados, capaces todavía de
ideales, para hacer del mundo una hermandad humana y universal. |
Padre,
permíteme una intención particular, en esta oración por mi pueblo, por el
mundo sin voz. |
Hay
miles y miles de seres humanos ―en los países pobres y en las Zonas
pobres de los países ricos― que carecen del derecho a levantar su voz,
que no tienen posibilidad de reclamar, de protestar, por más justos que sean
los derechos que invocan y deben defender: no tienen techo que les cobije, no
tienen comida, no tienen vestido, están enfermos, se les niega la posibilidad
de acceder a la instrucción, no tienen trabajo, no tienen porvenir, ni
esperanza. Están abocados al peligro de caer en el fatalismo, desalentados,
pues han perdido el derecho A in palabra, son los que no tienen voz. |
Si
nosotros, que creemos en ti, cualquiera que sea nuestra religión, hubiésemos
ayudado a nuestros hermanos ricos, a los privilegiados ―abriéndoles los
ojos, despertando sus conciencias―, los injustos no habrían prosperado,
la distancia entre pobres y ricos no habría sido tan enorme, no solamente
entre individuos y grupos de individuos, sino entre países, incluso entre
continentes. |
Lleva
a cabo, Señor, lo que nosotros no hemos sabido hacer y no sabemos, todavía,
cumplir. Porque no sabemos separar la barrera de los auxilios de los dones,
de la asistencia, y alcanzar sencillamente lo que es debido a la justicia. |
Helder
Camara |
{6
(26)} |
4.
La gran cuestión |
EXISTIR
simplemente, es "estar" ahí; pero vivir es "ser" en el
mundo. Resolver la existencia para convertirla en dinámica del ser y del
desarrollo vital y entusiasmado de sí mismo, y del maravilloso latido de la
creación envolvente, es vivir. Y esa es la gran cuestión pendiente, la gran
alternativa a resolver apenas la conciencia humana se pone en pie y deviene
capaz de responsabilizarse sin recurrir al amparo ajeno, a la protección
prestada. |
Repetida
mil veces, desde que Shakespeare la formuló en boca de su más célebre
personaje, Hamlet, sigue siendo, con una constancia que se replantea a cada
hombre y a cada generación, el gran reto que sigue a la conciencia de haber
nacido, cuando nos damos cuenta que no nos basta simplemente
"estar" en el mundo, sino que es preciso decidirse frente a la
propuesta de "ser". Desde el esfuerzo de la inteligencia humana
para interpretar el mundo y de la constancia del trabajo para dominarlo y
transformarlo, hasta el grito de protesta o la rebelión irracional para
afirmarse y ser libres, todo son acciones y reacciones que, consciente o
inconscientemente, se encaminan a responder a la gran cuestión: «To be or not
to be that is the question!» |
Pero,
¿cómo responder? Miedosos todavía, los hombres retrasamos las resoluciones
que nos parecen más graves; y miedosos de que nos tilden de cobardes cuando
así procedemos, decimos que nos mueve a ello la prudencia. Las grandes
angustias, los grandes dolores íntimos del ser humano están en la acumulación
de indecisiones que le paralizan y le roen por dentro. |
Porque
aplazar representa, con harta frecuencia, más bien aumentar las dificultades
futuras, que preparar mejor solución a las presentes. Porque aquí nos
referimos a la fe como "respuesta a Dios con la vida". Y ésa es la
gran cuestión para el creyente; cuestión capital que anuda existencia,
ontología y trascendencia. Pues, apenas nos {7 (27)} abrimos a la vida, como
la ventana a la primera luz, nos descubrimos envueltos por una claridad
supera y nos convoca más allá de todo lo que tenemos y contenemos. |
Incluso
desde el punto de vista natural, la inteligencia del hombre es como una
ventana abierta al sol, abierto a una Verdad total que le supera y, apenas
insinuada, se hace creciente y le invade como una necesidad que no puede ser
soslayada y que se identifica con el más profundo latido de la vida, para
hacer coincidir ser y verdad, realidad y conciencia. |
Es
en este momento que, para el cristiano, comienzan a valer sus actos de fe. Es
la hora de creer. Ser cristiano es creer. Y creer es aceptar y desarrollar
una semilla de conocimiento y de luz que ha comenzado siendo un don, y que
enseguida se hace rescoldo, fuerza y claridad. |
Una
teoría sobre Dios, una simple asignatura de una ciencia sobre la
trascendencia, o la pura mentalización {8 (28)} para admitir lo sobrenatural,
no sería todavía la fe, esa primera semilla gratuita, que se hace luz en el
alma y fuerza en el camino. |
Para
el cristiano que ha sido bautizado, o para todo hombre que deseara serlo, la
cuestión, la gran cuestión, es ésa: creer o no creer, además del rito y por
encima de los ritos. La fe que hace que no sólo estemos en la Iglesia, sino
que seamos Iglesia; que hace que no sólo estemos al lado de Cristo, sino que
vivamos en él y él en nosotros; que no sólo nos reunamos para participar en
una organización, sino que formemos un organismo. |
Es
decir, cuando eso que llamamos fe es todavía más que doctrina, cuando es
Verdad de Dios y verdad de vida nuestra, cuando es "verdad y vida".
Sin la fe como gracia y como respuesta a Dios con la vida, queda solamente el
recurso de vegetar, de estar ahí, de pasar, de ser llevados...; pero no de
ser cristianos, de ser hijos de Dios. |
Y
es eso: ser o no ser, creer o no creer, estar o ser y vivir, incluso amar o
no amar... La gran alternativa, sin cuya positiva resolución son inútiles o
imposibles las demás, es ésta: creer o no creer. Esa gran cuestión se
resuelve para siempre, pero siempre ha de estar haciéndose verdad, como un
sol de cada día, constante y nuevo. |
Es
necesario que todo remonte a sus orígenes. Por eso entre tantas y tan grandes
iglesias, es única y es la primera la fundada por los apóstoles y de ella
derivan las demás. Por esta razón todas son primeras y todas son apostólicas,
porque todas son una. La comunión de paz, la fraternidad que las caracteriza,
la recíproca disponibilidad que mantienen, demuestran su unidad. Titulo de
estas prerrogativas lo son el proceder de una misma tradición mantener un
mismo sagrado vínculo. |
Lo
que después de los apóstoles hayan predicado, es decir, que es lo que Cristo
les haya revelado, sólo puede ser probado por medio de las mismas iglesias
fundadas por los apóstoles, y a las cuales ellos han predicado de viva voz o
por sus escritos. |
En
una ocasión el Señor les había dicho claramente: «Aún tengo muchas cosas por
deciros, mas ahora no las podéis llevar»; pero añadiendo: «Cuando viniere el
Espíritu de verdad, él os guiará para que lleguéis a la verdad entera» (Jn
16, 12-13). Demostró con esto que ellos no ignoraban nada, pues tenían la
promesa de recibir la "verdad entera" por medio del Espíritu de
verdad. La promesa fue mantenida, como se prueba en el libro de los Hechos de
los Apóstoles cuando narra el descenso del Espíritu Santo. |
Tertuliano |
Has
plantado tu tienda donde estamos nosotros. |
Tu
presencia, Señor acompaña la vida de los hombres. |
Haznos
pues respetuosos cuando te descubrimos más presente, y haznos sabios y
fuertes mientras vamos creciendo en el mundo, en la tierra, como cuerpo de
Cristo, en el día de hoy y hasta el fin de los tiempos. |
Oh
Señor y Dios nuestro, te pedimos el pan y la paz, y nos das la respuesta en
Jesús, hijo tuyo. |
Jesucristo
es el pan, la esperanza y la paz. |
Te
pedimos que sintamos su influjo у alcancemos el gozo de la hora y la
vida presente y después en la eterna. |
H.
OOSTERHUIS |
{9
(29)} |
5.
SI CRISTO FUERA NUESTRO VECINO |
CRISTO,
el Hijo de Dios sin pecado, podría vivir hoy en el mundo como un vecino
próximo a nosotros, sin que tal vez llegáramos a descubrirlo. Vale la pena
que nos detengamos a pensarlo... Muchas personas a los ojos del mundo parecen
iguales unas a otras, y sin embargo hay profundas diferencias en su corazón.
Personas que no hacen ostentación, que viven al mismo ritmo que las demás,
pero que se están ejercitando en la santidad, que hacen todo lo que pueden
para transformarse, para aproximarse a Dios, para obedecerle, imponiéndose
una disciplina, sin buscar las recompensas del mundo. Y hacen esto en
secreto, no sólo porque Dios lo quiere de este modo, sino porque también a
ellas les repugnaría la publicidad. La verdadera religiosidad se lleva en el
corazón, y aunque no puede prescindir de ser exteriorizada en actos, la mayor
parte de esta actuación permanece escondida: caridades secretas, oraciones
secretas, renuncias secretas, luchas secretas, victorias secretas... |
{10
(30)} De todos modos, aunque debamos dejar a Dios todo juicio y no
corresponda a nosotros el formularlo sobre los demás, es evidente que un
hombre verdaderamente respetuoso de Dios, un verdadero santo, por muy
semejante que parezca a los demás hombres, lleva en sí una especie de
misterioso poder de atracción que ejerce sobre cuantos poseen idénticas
inclinaciones de espíritu y sobre los que influye porque tienen algo de común
con él. Además, suele ser piedra de toque para reconocer si sentimos las mismas
inclinaciones que los santos de Dios el comprobar si éstos influyen sobre
nosotros. |
Aunque
sea raro que podamos hacer un discernimiento inmediato sobre quiénes son
estos santos de Dios, sí conseguimos darnos cuenta de ellos más adelante.
Entonces, hundiendo los ojos en la experiencia del pasado, podemos
preguntarnos qué poder tuvieron sobre nosotros, cuando conocimos a esos
santos ahora desaparecidos; entonces podemos preguntarnos si nos han atraído,
si nos han influido, si nos han llevado a ser más humildes, si han hecho
arder nuestros corazones para algo que nos hacía superar a nosotros mismos.
Pero con frecuencia {11 (31)} nos queda el dolor de descubrir que hemos
estado largo tiempo cerca de ellos y que hubiéramos podido reconocerlos, pero
no lo hemos hecho, y nos duele profundamente que haya sido así. |
La
vida de nuestro Señor se nos muestra como ejemplo de ello, y con tanta mayor
sorpresa cuanto que él era más santo. Porque, cuanto más santo es un hombre,
menos comprendido es por parte de los hombres mundanos. Lo comprenderán, de
algún modo, los que tienen por lo menos una chispa de fe viva, y cuanto más
santo sea más los atraerá; pero los que sirvan al mundo, estarán como ciegos
respecto de él, de tal modo que, cuanto más santo sea, más desprecio y más
aversión sentirán por él. Que es lo que le sucedió a Cristo, nuestro Señor. |
John
H. card. Newman, C. O. |
en
Parochial and Pain Sermons, V, 16,predicado el 25 de dic. de 1837. |
El
fermento de la unidad está en toda alma cristiana, y la unidad de la Iglesia
militante no puede ser de orden esencialmente diverso al de la Iglesia
triunfante. Una y otra son obra de la gracia y encuentran su perfección en la
comunión de todos y de cada uno con Jesucristo nuestro Señor. |
Todos
cada uno. Tanto los miembros de la jerarquía como los simples fieles realizan
la unidad a través de su unión con Cristo. Mirando a la Iglesia del cielo
encontramos la dimensión exacta de la de la tierra. Por esto el problema de
la unidad debe ser situado en el marco de la eternidad en el que
esencialmente se inscribe. Ciertamente las realidades jurídicas y
administrativas tienen su propia importancia en el orden providencial, pero
no alteran las realidades eternas. La Iglesia terrena no será trasladada al
cielo con sus organismos y sus cuadros actuales, que son provisionales y
destinados a desaparecer. La jerarquía que Cristo, con tanto amor y
solicitud, ha puesto a la cabeza de su Iglesia, cuando habrá cumplido su
misión, tomará de nuevo el puesto que le corresponde entre los simples
fieles, y cada uno ocupará, una vez en el Reino de Dios, el lugar que sus
méritos personales y Fu vida de cristiano le habrán asignado. |
PATRIARCA
ZOGHBY |
{12
(32)} |
6.
Documento: POBREZA Y LIBERTAD DE JESÚS |
Damos
la última parte de una de las ponencias más interesantes, expuestas en el
CONGRESO DE TEOLOGÍA Y POBREZA, celebrado de Madrid del 21 al 27 de
septiembre del pasado año. Se titulaba «Jesús de Nazaret y los ricos de su
tiempo» y la desarrolló el jesuita J. I. González Faus, aunque nosotros la
hemos titulado con el epígrafe que resume el fragmento que transcribimos. |
HAY
un bloque del material evangélico que nos dice algo importante, no ya sobre
las palabras concretas de Jesus, sino sobre su modo de actuar en este punto.
Creo que lo podremos clasificar diciendo estas tres cosas: |
a)
Jesús fue pobre. La riqueza no iba con Él ni con su estilo; b) Jesús, sin
embargo, fue libre. No era una especie de fariseo de la pobreza ni tampoco un
resentido agresivo, y c) por eso hay también en su corazón sitio y espacio y
palabras de afecto y gestos de acogida y llamadas a los ricos. |
El
estilo de Jesús |
Jesús
era hijo de albañil (Mt 13, 55) y albañil él mismo (Mc 6, 3), dato muy
coherente, puesto que los hijos solían aprender el oficio de los padres. La
traducción de tekton por albañil, es mucho más exacta que la de carpintero,
como muestra el castellano arquitecto que viene a ser un súper albañil o jefe
de albañiles. En cambio, el carpintero como profesión independiente no era
conocido en Palestina. Además, en las palabras de Jesús hay bastantes
alusiones a la construcción; y en algún momento (cf. Mc 13, 1) los que le
acompañan piensan que se interesará por los aspectos arquitectónicos del
Templo. Todo parece indicar que Jesus era «del ramo de la construcción». |
{13
(33)} |
No
era un mendigo ni un esclavo |
No
perteneció, pues, ni al grupo de los esclavos ni al de los mendigos. Pero en
un poblado pequeño de Galilea como era Nazaret, la profesión de albañil debía
tener una dosis de precariedad y de eventualidad, diversa de las mayores
posibilidades que tendría en Jerusalén. Jesús abandonó, además, su profesión
para pasar a vivir como un escriba, sin ingresos establecidos ni fijos. Como
escriba podía haber seguido ejerciendo su oficio civil, pero su continua
movilidad hacia esto imposible. A eso creo que es a lo que alude la frase de
que el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza (Lc 9, 58). |
En
esta misma línea, y con la fina ironía de que a ratos también hace gala,
Jesús comenta su situación y la de los que le siguen, en un texto que nos ha
conservado la fuente Q (cf. Lc 7, 24-25): «aquí no habéis venido a ver gente
bien vestida. Pues los que visten así y se tratan bien, no están aquí sino en
los palacios reales» (mansiones de Herodes o de funcionarios del Imperio que
Jesús había encontrado también por su Galilea natal). |
Pobreza
y fariseísmo |
Y,
sin embargo, a pesar de esto, el Jesús de los evangelios nunca da la
sensación de un puritano resentido. Su estilo de vida pobre no brota como
consecuencia de un imperativo moral exterior, sino como fruto de una absoluta
libertad interior. Y por eso nunca aparece como un obseso o unidimensional de
la pobreza. Según Lucas, le vemos comiendo con frecuencia en casa de los
fariseos, aunque ya sabemos que no siempre terminaron bien estas
invitaciones, pero Jesús vuelve a aceptar confiado la invitación siguiente.
Algunos de los que acuden a pedir su ayuda (como Jairo o el centurión romano)
debieron ser de posición acomodada; pero en aquel momento estaban en
situación de angustia, y esto es suficiente para Jesús (cf. |
Lc
7, 2 y 8, 10). Ya hemos comentado cómo y por qué aceptó Jesús la unción en
Betania, sin hacer más problema de ella, igual que en otro momento se siente
dispensado del ayuno por motivos de alegría religiosa. Si le conviene por
razones pedagógicas utiliza como material de parábola las relaciones sociales
de su mundo ambiente, aun cuando no sean un modelo de justicia (cf. Mt 24, 43
ss.). Y Él mismo revoca en un momento dado los consejos que había dado de no
llevar alforja (cf. Lc 22, 3; 5,36). Ninguna de estas cosas son
inconsecuencias; al revés: al momento siguiente {14 (34)} se le vuelve a ver
sin tener donde reclinar la cabeza. Pero puede que una de las cosas más
asombrosos de Jesus (y más difíciles de entender para nosotros) sed su
maravillosa capacidad para determinar el valor y el imperativo de cada
momento, inmediatamente desde Dios y desde la particularidad de aquel
momento, y no a través de la mediación de alguna ley universal. |
Y
esto nos lleva al tercero de los aspectos enunciados. |
Llamada
a los ricos |
Con
los ricos cumplió Jesús el amor a los enemigos que Él había predicado. Y de
paso nos enseñó a nosotros cómo practicarlo. Su conducta con ellos podría ser
la paráfrasis de una famosa frase de la piedad antigua: odiar la riqueza (en
cuanto apropiación discriminadora) amando al rico. |
Con
ellos Jesús no claudicó ni un ápice de sus principios, pero tampoco cedió ni
una tilde de su humanidad. Se enfrentó con ellos cuando criticaron su opción
por los pobres; pero el rico era para Él, además de rico, persona humana. |
Y
si por lo primero les dijo todas las cosas duras que hemos expuesto hasta
ahora, por lo segundo les abrió sus brazos, aposto por su conversión, confió
en ellos y les dio la buena noticia de que también ellos podían amar a los
pobres, optar por los pobres y desprenderse en favor de los pobres. Y esto no
por táctica, sino porque Jesús sabe muy bien que la persona no es totalmente
reducible a la clase. |
Por
eso, Jesús sostendrá que los pobres son bienaventurados, igual que afirmó que
la salvación viene de los judíos (Jn 4, 22); pero, así como añade que el ser
hijo de Abraham no es ninguna patente de corso para entrar en el Reino (cf. |
Mt
8,11-22), así, tampoco lo es el mero hecho de ser pobre, cuando se tiene un
corazón de rico. |
Zaqueo |
Por
eso, ningún rico que quiso hablar con Él se vio rechazado por su condición,
aunque luego cada uno reaccionó de forma diversa: Zaqueo, José de Arimatea,
Nicodemo o el joven rico de Marcos 10, de quien ya ni el nombre se nos ha
conservado. Y sin embargo, este último pasaje es el más expresivo de la
actitud de Jesús: Marcos nos dice sin rebozo que Jesús «le amó»; y
precisamente por eso no le ocultó que le faltaba algo decisivo. Jesús no les
ensancho la puerta a los ricos, ciertamente; pero les ofreció el poder de
Dios para pasar por ella. Sus encuentros con los ricos acabaron bastantes
veces mal. Pero terminaron bien siempre que éstos aceptaron su papel: ir
despose yéndose, y situarse {15 (35)} en esa segunda fila que un pariente de
Jesús formulará luego diciendo que el rico ha de traer a la Iglesia su
humillación (Sgo 1, 10). |
Las
mujeres |
Lucas
(23. 27-31) cuenta un pasaje que no tiene demasiadas garantías de
historicidad, pero que retrata maravillosamente esta actitud de Jesús. Me
refiero al encuentro de Jesús con las mujeres de Jerusalén camino del
Calvario. Los exegetas coinciden en que la base histórica de este pasaje se
halla en la costumbre de las señoras aristocráticas de Jerusalén, de preparar
un vino mezclado con incienso para darlo a beber a los ajusticiados, con la
idea de adormecerlos y aliviar su dolor. Jesus necesariamente hubo de pasar
por aquí. Y la tradición de Marcos-Mateo nos dice además que no quiso
beberlo. Esta negativa no es hija de un afán de sufrir más (como explicaba
una espiritualidad dolorista). Es más bien un gesto de dignidad serena, que
quiere asumir conscientemente su suerte, y que rechaza aquella práctica
"piadosa", con la que el sistema injusto que le condenaba pretendía
tranquilizar su conciencia y lavarse las manos. |
Pero,
si hemos de creer a Lucas, Jesús, aunque rechazo la bebida, no rechazó a las
mujeres que la habían preparado. Se vuelve hacia ellas y les habla. Pero
habla para decirles serenamente la verdad: llorad más bien por vosotras,
porque si esto le ocurre al inocente (al leño verde) qué le puede ocurrir al
culpable (al leño seco). Sea lo que sea de la historicidad del pasaje, aquí
está otra vez esa difícil combinación de acogida y verdad, que sólo puede ser
fruto de una gran libertad interior, y que era nuestro balance de la conducta
de Jesús con los ricos como personas concretas. |
La
pobreza de espíritu |
Y
esta actitud de Jesús es la que nos enseña definitivamente lo que es la
pobreza de espíritu. Vamos a terminar con este punto, que habíamos dejado
pendiente. Ya hemos indicado antes que esa interpretación tradicional de un
"desprendimiento interior" que haga compatible la pobreza con un
no-desprendimiento o posesión exterior, debe ser criticada como ideología o
―con lenguaje de la espiritualidad ignaciana― como "segundo
binario". Ciertamente que el pobre puede ser, sin más, rico de espíritu;
pero el rico no puede ser, sin más, y por un mero malabarismo interior, pobre
de espíritu, como ahora vamos a ver. Igualmente {16 (36)} hay que matizar la
pretendida contraposición entre un Mateo que habla de los pobres de espíritu"
y un Lucas habla sólo de "los pobres", como si el primero sirviera
para desautorizar al segundo. Entre las bienaventuranzas de Mateo y las de
Lucas no hay contraposición, sino una necesaria complementación. Veámoslo,
pues. |
El
sermón de la montaña |
En
primer lugar, Maleo y Lucas coinciden en cuatro bienaventuranzas: los pobres
de espíritu", añade Mateo, si bien es probable que ambos traduzcan una
misma palabra aramea: los anawim), los que lloran, los que tienen hambre
("de justicia", añade Mateo) y los perseguidos (aquí es Lucas quien
parece más "espiritualista": el dice perseguidos por causa del Hijo
del Hombre, mientras Mateo habla de perseguidos por la justicia). Con estos
matices el núcleo de las cuatro bienaventuranzas es común a ambos. |
A
estas cuatro, Lucas añade cuatro maldiciones y Mateo añade otras cuatro
bienaventuranzas. Las maldiciones de Lucas se corresponden literalmente con
sus bienaventuranzas: malditos los ricos, los que ríen, los hartos y aquellos
de quienes se habla bien. Con ello se da un primer sentido a las
bienaventuranzas: pobres, hambrientos o perseguidos no son dichosos de por si
(eso sería masoquismo más que evangelio), pero sí que lo son en una situación
en que su hambre, su pobreza y su persecución son el subproducto necesario de
la riqueza, la hartura y las alabanzas de otros. Y entonces son
bienaventurados porque Dios está con ellos y el futuro de Dios es de ellos. |
Como
Lucas pone su atención en el nexo causal riqueza-pobreza, hartura-hambre,
etc., no ha necesitado añadir más matices a sus bienaventuranzas. |
Mateo,
como hemos dicho, en lugar de las maldiciones añade otras cuatro
bienaventuranzas nuevas. Y ¿quiénes son éstos? Los mansos son simplemente los
que no crean pobreza: los que no toman la primera iniciativa de la opresión
de clases. Los misericordiosos son Dios, saben escuchar el clamor de los
pobres y hambrientos. Los limpios de corazón son los que tienen el corazón
suficientemente liberado de esta tríada apropiadora del tener placer-poder:
por eso podrán ver a Dios allí donde Él está y donde el corazón no liberado
no puede descubrirle (en definitiva: en los pobres). Y los que trabajan por
{17 (37)} la paz son los que trabajan por eso que la Biblia llama «la obra de
la justicia». (cf. Is 32, 17), es decir, porque no haya pobres ni hambrientos
ni llorosos ni perseguidos. |
¿Quiénes
son pues, en resumen, estos cuatro bienaventurados? Con lenguaje de hoy
diríamos: aquellos que trabajan y optan por los pobres o por la justicia,
Elegir la pobreza {t} Y precisamente por eso, añade Mateo a la primera
bienaventuranza su cláusula: "pobres" de espíritu. Con ello quiere
decir simplemente: bienaventurados los que optan por los pobres. Y esta
concepción ―que atraviesa todas sus bienaventuranzas― no se opone
a la de Lucas, sino que la complementa. Para Jesús son bienaventurados los
marginados creados por los ricos (Lucas) y aquellos que optan por ellos
(Mateo). De ambos grupos es el futuro de Dios, aunque no lo sea el presente
de los hombres. Añadamos, por tanto, que la traducción de la Nueva Biblia
Española es en este punto la más acertada, cuando traduce la primera
bienaventuranza de Mateo: «dichosos los que eligen ser pobres». Es otra
manera de decir lo que nosotros hemos llamado opción por los pobres. |
Y
con ello se clarifica totalmente lo que hemos dicho antes: es posible que el
pobre material sea rico de espíritu; pero es imposible que el rico sea pobre
de espíritu, a menos que elija ser pobre el opte por los pobres. La
pretensión del puro desprendimiento interior, de un espíritu que no se
materializa, tale tanto como el lavatorio de manos de Pilato. |
{18
(38)} |
El
rechazo de Jesús |
Hay
un detalle curioso en el destino de Jesús. Hablando estrictamente no se puede
decir que Jesús tenga lo que hoy llamamos "un programa social" (¡lo
cual no quiere decir que no debamos tenerlo nosotros!). Más aún: si leemos Lc
3, 10-14 podemos afirmar que el Bautista tiene más programa social que Jesus.
Juan Bautista sí que respondía a la pregunta de qué hemos de hacer (Lc 3,
10). |
Y,
sin embargo, Jesús provoca un rechazo más decidido y más global que el del
Bautista. Como ya escribí en otro momento, Juan podía sentir al menos que
moría como mártir: Jesus ni eso. |
La
razón ―paradójica― de este detalle, es que Jesús no se da por
contento con un programa, unas obras y unas conductas que quizá pueden servir
para tranquilizar; sino que toca al corazón mismo, a la transformación del
interior de la persona, a la novedad del hombre. Y esto no porque no sean
necesarias ―y moralmente obligatorias también― las
transformaciones de las estructuras, sino porque no existen pautas de
conducta tales, ni cambios de estructuras tales que no posibiliten alguna
nueva apropiación injusta. El refrán aquel de que «hecha la Ley, hecha la
posibilidad de la) trampa», se convierte en una verdad impresionante al
contacto con la trayectoria de Jesús. Y el olvido de esta verdad es lo que ha
hecho fracasar el camino de los socialismos de curo soviético. |
Por
eso, los "amigos del dinero" (Lc 16, 14) se sentían tan incómodos y
se burlaban de la predicación de Jesus. |
Los
amigos del dinero" |
Por
eso, las mismas gentes sencillas se asustan y ruegan a Jesús que se vaya,
cuando constatan que el "echar demonios" puede suponer algún
perjuicio económico (cf. |
Mc
5, 16). Por eso, "los sumos sacerdotes los ancianos" pueden mover
como agentes últimos todas las líneas de fuerza, que acabarán convergentes
contra Jesús si se las maneja "con astucia" (Mt 26, 3-4). Porque el
hombre sin convertir es capaz de aceptar hasta la misma revolución, con sólo
que consiga "situarse" en ella. Pero ante la exigencia de
transformación del corazón, que brota del Dios de Jesús, el hombre se
encuentra sin escapatoria. |
Y
por eso, encarados con lo Ineludible, aquellos hombres pensaron que era mejor
acallar esa voz. Éste fue su último error. |
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