Publicación mensual del Oratorio.
Núm. 206. OCTUBRE. Año 1983
0. SUMARIO
EDUCAR no sólo es hacer el bien a los más jóvenes, sino hacérnoslo a nosotros mismos, aunque de nosotros nos olvidáramos. Y es, también, perpetuarnos en los demás, aunque luego nos olviden. Educar es hermoso porque es más que vivir la sola propia vida, pues depende de lo que seamos y sepamos ayudar a ser a los demás y en los demás, y los demás en nosotros. Comienza el curso: niños, jóvenes, familias, escuelas, libros, catecismos...; todo para que la verdad del hombre, del mundo, de Dios, entre en la dinámica de la vida y para que la vida sea una verdad.
FRATERNIDAD
PARA SER Y AYUDAR A SER
INTUICIÓN EDUCATIVA DE S. FELIPE NERI
FE, NATURALEZA Y EDUCACIÓN
EL PADRE OGGÈ
DE «DIÁLOGOS» ENTRE ESTUDIANTES
LA EDUCACIÓN FAMILIAR
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1. Ecos de la Palabra: FRATERNIDAD, SALMO 65
Dios de fraternidad universal,
¿quién no se siente arrebatado de entusiasmo
ante la certidumbre de tu obra liberadora
que supera y hace inútiles todos los sistemas
basados en el principio del más fuerte?
Feliz el pueblo que, a la hora de la crisis,
confió más en ti que en los programas
de restauración económica...
Por ti se oyen gritos de júbilo
en los sectores más míseros de nuestro planeta:
ya no se llamará nación culta
a la que despliega mejores medios de influencia,
ni se llamará pueblo desarrollado
al que posee técnicas más poderosas de producción.
El desarrollo y la cultura estarán contenidos
en la sabiduría de admirar y de compartir.
La admiración nos llevará a respetar y a comulgar
los valores de otras culturas distintas a la nuestra.
La admiración nos volverá a enseñar a hacer del espacio natural
una casa habitable para el hombre...
Jamás se volverá a oír hablar de escasez o de hambre;
jamás se volverá a creer en la necesidad de la guerra;
jamás un país se impondrá por la fuerza a otro país
ni un hombre por la astucia a otro hombre, ¡jamás!
Antonio López Baeza 2 (122)
{2 (122)}
2. Para ser y ayudar a ser
LLEGAR A ser no consiste en sentirse satisfecho tras lo vano del ascenso o el aplauso alcanzado, ni en la seguridad de la instalación mantenida y reconocida. Para los hombres, ser es desarrollar las virtualidades con que Dios ha dado origen a cada uno de nosotros. Esas virtualidades, como el resto de la obra de Dios, permanecen constantemente abiertas (lo que no entiende el perezoso y el vanidoso) para ulteriores desarrollos y perfeccionamientos, a pesar de las evidentes limitaciones de fuerzas y de tiempo propias de la condición humana.
Ello es la razón de por qué ha de ser cada uno diligente en educir ―educir es sacar fuera de sí mismo, es educar...— o desarrollar el propio ser transmitiendo su experiencia de ser a los demás, para ayudarles y a la vez favorecer el desarrollo total de la humanidad, según el orden progresivo que Dios ha imprimido en su obra creadora y salvadora (liberadora). Se trata de ser educados y de ser educadores. Se trata de llegar a ser y de ayudar a otros A lo mismo. Taren sin limite a la cual está condicionado el logro de la mayor dignidad del hombre, su libertad. Otras cosas que lleven el nombre de libertad, hola mente pueden ser atrasos, mentiras o disimuladas esclavitudes.
Cuando el hombre se inhibe o renuncia a esa tarea, se denigra, por que cede al impulso ciego de sus pasiones: pereza, envidia, mentira de la vanidad y, sobre todo, miedo verdad que evitar verdad de sí mismo y verdad del mundo. Ega ignorancia no la podría suplir ni con la invocada verdad de Dios, porque Dios pasa por cada uno de nosotros mismos y por todo lo que nos envuelve. De donde la nobleza y la urgencia de la educación. Nietzsche ya había dicho que el hombre es un ser miedoso, especialmente de la verdad, y, con frecuencia, cobarde frente a ella. Educar es hacer valientes a los demás, es enseñarles la serena y constante valentía frente a la verdad, de sí mismos del mundo, de Dios. Todo supuesto precipitado e implícito, será caduco, y tampoco vale la valentía bravucona, porque es otra forma de cobardía. Educar es preparar para la libertad, y no es cierto solamente lo que dice el Evangelio, de que la verdad os hará librear, sino que lo es también que solamente puede liberar verdaderamente a los demás el que comience por ser libre él mismo.
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3. Intuición y experiencia educativa en el apostolado de san Felipe Neri
QUISIÉRAMOS saber resumir la tesis con que, hace unos pocos años, se graduaba en la Facultad de Letras de la Universidad de Roma, el padre Gaetano Angilella, porque acertaba a presentar a san Felipe, visto desde una faceta que le es esencial, y que otros habían descuidado: san Felipe Neri fue un educador, y su apostolado, en realidad, fue un discipulado antes que el desarrollo de un conjunto de actividades organizadas. En sí mismo aunaba un estimable nivel cultural y teológico (del que nunca se mostró ostentoso, ni utilizó para medros u honores) y una intuición y simpatía que le facilitaban el contacto con los demás y la comprensión de los espíritus. Llegó a ser el maestro, primero de unos pocos, y luego de un grupo más extenso, hasta dedicar más de medio siglo de su vida, para ayudar a descubrir y luego acompañar a los romanos de su tiempo, por la senda del Evangelio.
Con una particularidad: sin renegar del humanismo imperante, que dio lugar a la cultura renacentista, cuyos valores esenciales se debían salvar porque, purificados de la exageración pagana, eran valores sagrados.
El respeto de la persona humana, su libertad espiritual, la bondad de la naturaleza y la alegría de vivir en esta tierra, mientras este vivir sea disciplinado y moral, eran valores que, resurgidos de una cierta sombra de descuido medieval, volvían felizmente a la actualidad, y no estaban en oposición con la vida cristiana que nos pide que «sirvamos al Señor con alegría».
San Felipe se encuentra en perfecta armonía con sus predecesores humanistas, no porque conozca sus obras y métodos (la imprenta era sólo incipiente), sino porque su temperamento de educador vocacional, se había enriquecido con la visión gozosa de la {4 (124)} existencia que Florencia, saturada de humanismo, le había permitido respirar.
Luego vendría la inspiración divina, el instinto del genio, que completaría las virtualidades naturales del santo.
Puede decirse que en él se logró la síntesis del sano humanismo con el espíritu cristiano. Algo difícil de conseguir en aquella época revuelta y crítica a la vez, parecida, en muchos aspectos (especialmente en el campo de las ideas), a la tormenta agnóstica del siglo II de nuestra era.
San Felipe inicia su apostolado como si fuese un amigo de los que se le acercan. Por otra parte, era lo mismo que había hecho Jesús. Otros habrían perdido el tiempo o disipado energías en conversaciones inútiles, o vanidades, o vicios...
San Felipe iba a la casa de los amigos a buscarlos, o los encontraba en la puerta de las iglesias, o en las tiendas, o por las calles, conduciéndolos, con su trato, hacia la altura de un ideal superior de vida.
Pero muy pronto fueron los demás a buscarle a él, apiñándose junto a él y convirtiéndose en discípulos. Así llegó a formarse un grupo que tuvo por centro la iglesia de san Jerónimo de la Caridad, donde residía, con el buen sacerdote Persiano Rosa, amigo y guía para él...
Eran diez, quince, conversando sobre un tema espiritual, de manera cordial, libre y espontánea. Existían otras formas mejor organizadas o más austeras y enérgicas, que surgieron como reacción a la necesidad de reforma de la Iglesia; pero san Felipe prefirió ese estilo más sencillo que, a la larga, resultó, para la ciudad de Roma, el más eficaz. A pesar de que, con los años, creció la importancia de las actividades de lo que se vino en llamar «el {5 (126)} Oratorio del Padre Felipe», conservó constantemente la sencillez alejada de ostentación y pretensiones sorprendentes que, algunas veces, también cautiva o atrae a los menos espirituales o más inconscientes, en las mismas cosas de Dios.
En la escuela del Oratorio, regida por la sabiduría y prudencia de Felipe, todos pueden tomar la palabra y manifestar su pensamiento u opinión, porque vive y se alimenta del respeto a la persona y de la libertad.
El Oratorio, en todas sus manifestaciones (oración, estudio, arte, recreación, cultura) se mantiene fiel, no sólo al respeto de la personalidad de cada uno de los participantes y sus temperamentos, sino que todas sus manifestaciones se desenvuelven en la alegría, en la serenidad y en la libertad evangélica.
Parece como si allí revivieran felizmente, en una atmósfera más moderada y más cristiana, la que era propia de las famosas Academias florentinas, con sus cenáculos de filósofos, literatos y artistas que, en el corazón del Renacimiento, tanto humanismo promovieron y tanta cultura difundieron en varias de las ciudades y cortes italianas. Pero lo que distingue al Oratorio, es que en él, tales actividades enriquecedoras no son sólo destinadas a filósofos, literatos y artistas, o sólo para nobles, sino para todo el que quiere participar en el banquete de la cultura y la sabiduría para alcanzar mejor a Dios.
Las corrientes de la educación actual vemos que coinciden con el espíritu de que se valió san Felipe para dar vida a la suya:
los derechos inviolables de la persona humana y su libertad parecen descansar sobre los mismos que Felipe cimentó en su estilo y en su obra, que supo templar y equilibrar para que, no solamente fuese humanística, sino también cristiana.
El padre Angilella cree que, también para nuestro tiempo, continúa siendo cierto que una educación que disponga para el uso responsable de la libertad en los hombres, es el medio para que puedan encontrar la justicia, la paz y la felicidad.
Educar es transmitir a otro, con abnegado amor', la resolución de desarrollar, de dentro a fuera, su capacidad de recibir y de forjar valores.
Spranger
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4. FE, NATURALEZA Y EDUCACIÓN
Baden Powell (1857-1911), ex-general inglés fundador de los "exploradores", se retiró por voluntad propia del ejército para consagrarse por entero al movimiento "scout", por el que pretendía ofrecer un medio de educación a la juventud de nuestro tiempo, basado en la naturaleza, contemplada y tratada desde la perspectiva de la fe, pues él era un creyente convencido. Las palabras que siguen son suyas, y resumen admirablemente su espíritu y su proyecto.
MUCHAS de entre las gentes que viven en las ciudades, jamás, o rara vez, llegan a darse cuenta de la NATURALEZA.
Sus ojos parece que estén acostumbrados a ver solamente escaparates de tiendas, anuncios luminosos y gente de la calle. Pero las personas que han vivido en contacto con la NATURALEZA, descubren la belleza de ésta. El hombre que permanece ciego ante las bellezas de la NATURALEZA, pierde la mitad del placer que la vida le ofrece. La NATURALEZA es una escuela en la cual las diferentes inteligencias aprenden muchas cosas: uno, por ejemplo, expresará su concepto de la NATURALEZA a través de la poesía, otro lo hará por la pintura, pero todos con un amor lleno de paz.
Puedo comprender que un hombre que pone su vista en la tierra sea ateo. Pero no puedo comprender que un hombre que levanta su vista al cielo en una noche serena pueda decir que Dios no existe. La contemplación de la NATURALEZA es el gran antídoto contra el ateísmo.
En el contacto con la NATURALEZA se fomenta otra virtud necesaria para ser una persona religiosa: la humildad. Al contemplar la majestuosidad y grandeza de las cosas, el hombre se siente pequeño y limitado ante todo lo que ve. Pierde un poco de su orgullo y se pone en aptitud de aceptar a alguien {7 (127)} superior a él. Las plantas en todas sus especies, con sus flores, cortezas, follajes y frutos. Los animales, con sus especies y hábitos. Las estrellas, con sus órbitas fijas en el espacio, nos dan la primera concepción del infinito y de la inmensa obra del Creador, en la cual el hombre no es más que una ínfima parte. Todo esto tiene gran fascinación para la juventud, lo cual atrae su curiosidad, su poder de observación y le conduce directamente a reconocer la mano de Dios en las maravillas del Universo, con sólo que haya una persona que se las muestre.
Siempre existe un atractivo especial en la vida al "aire libre". EI hombre que ha crecido entre las grandes obras de la NATURALEZA cultiva la verdad, la independencia y la confianza en sí mismo.
Tiene impulsos de generosidad y de lealtad para con sus amigos y con la patria. Los hombres se convierten en caballeros por el contacto con la NATURALEZA.
«Si fuera rey de Francia, no permitiría a ningún niño de menos de doce años ―cita a Alejandro Dumas— entrar en la ciudad». Hasta esta edad los niños deberían vivir al aire libre, en los campos, en los bosques, en compañía de perros y caballos, cara a cara con la NATURALEZA que fortalece el cuerpo, abre el espíritu y la inteligencia, poetiza el alma y desvela en ella una curiosidad más preciosa para la educación que todas las gramáticas del mundo. Comprenderían tanto los ruidos como los silencios de la noche, tendrían la mejor de las religiones, la que Dios mismo revela en el espectáculo mágico de sus milagros diarios. Hay que enseñar al niño endeble de la ciudad que, por encima del techo del cine, brillan las estrellas.
Fijándose en el espíritu de la NATURALEZA, presente en los bosques, el alma mezquina de los hombres se desarrolla y se abre. La vida al aire libre es, por excelencia, la escuela que enseña a comprender las maravillas de un universo maravilloso.
El vivir en medio de la NATURALEZA que Dios nos ha dado, entre montañas, árboles, pájaros, bestias, mar y ríos, nos proporciona salud y felicidad, realidades que no se pueden conseguir entre muros de tabique y el humo de las ciudades.
La política es una parte de la cultura y no lo contrario.
M. Kundera
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5. EL PADRE OGGÈ
EL padre Oggè ha muerto santamente, no exento de dolores, pero sintiendo la emoción de la cercanía de Dios y con la sonrisa ya sin palabras para los que podían leer en sus ojos los pensamientos del corazón. Estuvo muchas veces entre nosotros, y le tenemos muy especiales motivos de gratitud. Su sencillez escondía tesoros que los mejores amigos podrán ahora ir descubriendo.
Pucs no sólo le es deudora la juventud que frecuentaba el Oratorio de Mondovì, sino todo el Oratorio en general, del que fue Visitador Delegado de la Sede Apostólica, sólo por obediencia a la misma y aceptándolo entre lágrimas, en un momento de especial trascendencia para la obra de san Felipe. Como buen hijo suyo (al igual que Baronio, Ancina, Tarugi...) había efectivamente huido siempre de cargos y honores, y humilde y sencillo, pocos días antes de caer en el lecho de muerte, aún seguía siendo el primero en bajar a abrir la iglesia y servirla como sacristán de todos, sin afectación alguna. Poco antes de morir había escrito a un amigo: «Ahora que dispongo de tiempo para pensar, vuelvo la mirada hacia las crónicas filipenses del 1600, y me parece que tanto la Vallicella como san Jerónimo de la Caridad eran cenáculos de espiritualidad altísima, de fraternidad gozosa y de desprecio de todo lo que, incluso con pretextos religiosos, algunos llaman promociones humanas, pero que en realidad son vanidades y poderes de este mundo. Que el Señor nos ayude a reedificar, en el Espíritu Santo, aquella espléndida realidad y nos haga desprendidos de todo lo que es vano».
En un periódico local, un discípulo y amigo suyo, el Dr. Giuseppe Basiglio, escribía con justeza y rotundidad: «Era un sacerdote inteligente, culto, humilde, sensible, valiente, dinámico, generoso, concreto, cordial, profundo conocedor de la psicología humana y en particular de los jóvenes, siempre sonriente y siempre disponible para todo y para todos, en la alegría y el continuo espíritu de oración...
De él hemos aprendido no sólo que lo que importa es hacer las cosas, sino cómo hacerlas bien, hora tras hora, manteniendo la continua recta intención en busca de la voluntad del Padre, significada o de beneplácito, en el mal, especialmente en la incomprensión, en la soledad, en la contrariedad cualquiera que sea, en la fatiga, en el sufrimiento físico o moral, en la total entrega a Dios y al prójimo, dando continuas gracias a la Providencia... Nos conforta sentir su presencia, dispuesto todavía a ayudarnos con su estilo, en espera de volverle a abrazar».
También nosotros, en el Oratorio del cielo, con san Felipe.
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6. DE «DIÁLOGOS» ENTRE Y PARA ESTUDIANTES
TAL vez porque escribiera en latín, Juan Luis Vives (1492-1510) tuvo ya en su tiempo reconocida fama de filósofo y pedagogo en toda Europa. Desde su cátedra de Oxford, sin renunciar a su internacionalismo cultural, no se olvida de la ciudad donde nació. Y Vives, que tiene algo de Platón, algo de san Agustín y algo de Ramón Llull, escribe los Diálogos, que son conversaciones entre estudiantes en los que se refleja el ambiente de su Valencia universitaria nativa. Precisamente entonces, allí mismo (1521), se acababa de imprimir el Blanquerna de Llull, al que tampoco había bastado su Mallorca original, ni su lengua, a pesar su ferviente profesión universalista pregonada en la universidad de Paris, un par de siglos antes. En estas páginas ponemos algunos textos del humanista valenciano, extraídos mayormente de los Diálogos, según la traducción de Coret y Peris.
Hay filósofos que lo son sólo en los vestidos, mas no en el juicio y entendimiento.
El camino más breve para la ciencia es el cuidado de oír.
El hombre ocioso es como una piedra; el ocupado en lo que no debe, como una bestia; el bien ocupado es verdaderamente hombre.
Las riquezas no son bienes verdaderos; pues, si lo fueran, los mercaderes y usureros serían mejores que los hombres sabios.
—Hay quien cree que ha llegado a los comparativos, no habiendo todavía aprendido los positivos.
―Aprende, niño, cosas que te hagan más sabio: las voces son indicios de ánimo entre los presentes, las letras entre los ausentes.
―¿Cómo darán cosa de doctrina y de virtud los que jamás la vieran de sus ojos?
―No sé si es bien que el hombre cristiano tome las armas en las manos.
—Pasa los días de modo que no ofendas la virtud de otro, ni otro la tuya.
—El vulgo no se diferencia por los vestidos y riqueza, sino por el buen modo de vivir y el cabal {10 (130)} juicio de las cosas.
—De pan, cuanto queramos; de las viandas cuanto basta, no para hartar, sino para alimentar... El hartarse es de bestias, no de racionales.
—No busques regalo en donde debes aprender e instruir los ánimos en la virtud.
—Es verdadero descanso y quietud de ánimo vivir estudiando.
—La limpieza del cuerpo conviene, no sólo para la salud, sino para el entendimiento.
—El hombre ha sido creado para cosas serias, y no para chanzas y juegos.
—Mientras tienes el vino en el vaso puedes hacer de él lo que quieras; cuando está en el cuerpo él hace de ti lo que quiere.
—A Dios, a los padres, y a los maestros, nunca les podemos pagar el bien que nos hacen.
—Nunca podemos devolver tanto como recibimos.
—El buen juicio lo dan la edad, la educación y la experiencia.
—La adulación es causa que ninguno jamás puede oír la verdad que aproveche, ni de sí mismo ni de su compañero, si no es, acaso, con motivo que riñan; pero entonces lo que se dice, no se dice como verdad, sino como afrenta.
―La razón de toda la vida, ¿cuál es? La buena conciencia e intención. ¿Qué otra puede haber mejor? La piedad, la compasión y misericordia, en la cual se comprende la rectitud de ánimo y es la que sazona y suaviza las cosas adversas, arduas, fáciles y medianas.
—Los vicios son señores más pesados e insufribles que cualesquiera hombre malvado y perverso.
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7. Documento: LA EDUCACIÓN FAMILIAR, DIEZ PROPUESTAS
EN EL NÚMERO 66 de la revista coruñesa «PADRES Y MAESTROS», publicaba José Mº Garcia de Dios un artículo con el título «Las líneas maestras de la educación familiar. 10 formulaciones sugerentes sobre la educación familiar en libertad». Pensamos en la utilidad que pueda tener para padres que nos lean, especialmente si son todavía jóvenes. El texto completo de dicho artículo rebasaría los límites a que nos condiciona el espacio disponible y, por ello, intentamos resumir las principales ideas del mismo, que ofrecemos a continuación.
Es frecuente la experiencia de la pareja de recién casados que estrenan hijo (¿o cachorrito?) y con posturas personales más emotivas que ilustradas y más anti-algo que fundamentadas, empiezan a asistir a la experiencia de la vida del hijo «sin contrariarle en nada», «dejando que haga siempre lo que quiera», «no impidiendo en momento alguno su desarrollo espontáneo»... para, al fin de los tres o cuatro años, escuchar siempre, o casi siempre, la misma lamentación: «me parece que nos hemos equivocado; con el segundo ya no lo haremos igual».
El equivoco
Permitir es "no impedir". Pero es completamente distinto no impedir el disparate que no impedir el desarrollo. Reprimir es "impedir". Pero es completamente distinto impedir la reacción incontrolada, instintiva y casi a nivel de ímpetu desde el inconsciente, a impedir la expresión y comunicación legítima, vital y enriquecedora.
{12 (132)} Los equívocos pueden surgir a nivel de apariencias o a nivel de realidades. Creemos que todo el mundo puede hacer y decir cuanto le plazca, pero en realidad, la eran mayoría vive al dictado de imposiciones ostentosas o solapadas, y a quien se singulariza alejándose de lo que impone la publicidad, o se le intenta englobar como bandera o producto de consumo, o se le destierra del mundo de los "normales" y adaptados. Y cuando alguien nos cuenta la historia de su propia educación, con demasiadas apariencias de represiones, chantajes y coacciones, ¿no puede ocurrir que pase por alto, probablemente, las infinitas alternativas despreciadas, no profundizadas o escamoteadas, que fueron la razón o parte de la razón de su personal fracaso?
Deshilvanemos el término "educación" en algunas de sus variables.
1 Educar es adiestrar
Educar es crear hábitos que garanticen, casi automáticamente, los comportamientos futuros.
Hábitos logrados con insistentes reiteraciones, incluso sin voluntariedad consciente, o motivados por ese juego alternante de premios y castigos. A veces vale tanto como domar. Los principios, los valores que pueden contener implícitos esos hábitos, se dan por supuestos. En este supuesto, sobre todo en los estadios infantiles, no se cuenta para nada con el educando; ni se puede hablar de "educación en libertad" porque más bien parece que se preferiría que el hombre no fuese libre para poder garantizar mejor el futuro de las personas desde la infancia. Tales hábitos podrían comprender toda la gama de comportamientos: desde la urbanidad en la mesa hasta la conducta religiosa.
Pero existe también el reverso: el adiestramiento que hace posible la libertad: piénsese en la enorme disciplina del estudiante de piano haciendo ejercicios de digitación hasta alcanzar un automatismo dócil a la expresión interpretativa; o la creación de hábitos y técnicas de estudio, de observación, de expresión, indispensables para adquirir personalizadamente la cultura o, simplemente, la eficacia en la comunicación con los demás. En el primer caso el adiestramiento no sólo puede alcanzar la forma del músico que interpreta fielmente al compositor, sino que además {13 (133)} re-cree la pieza que traduce en sonoridad interpretativa; en el caso del buen estudiante, no sólo adquiere conocimientos que almacena, sino que los transforma en cultura que personaliza, o, al expresarse, no sólo transmite conceptos, sino que comunica su espíritu e influye en el de los demás.
Todo esto, y otros desarrollos humanos parecidos, no se consiguen sin adiestramiento; no los logra el perezoso, indisciplinado y facilón.
2 Educar es transmitir
Educar es entregar bloques de ideas sistematizadas, enseñar a descubrir y a aceptar jerarquías de valores, es ayudar a interpretar el cosmos, la historia y los modelos humanos (personajes). Hay muchas cosas por hacer, pero antes hay que mostrar las cosas que ya están hechas, no para despertar la codicia glotona del aprovechado, sino la gratitud y el buen estímulo para, a la vez, continuar la transmisión.
Aquí tienen su papel las técnicas de transmisión que cada vez las tenemos mejores. Lo cual, indudablemente se presta a las ya citadas ambigüedades, que la presencia del educador atento ha de descubrir y procurar evitar en aras de un desarrollo positivo, puesto que no todo está en la eficacia de la transmisión, sino en la calidad objetiva y moral de lo que se transmite y de los valores con que se interpreta.
3 Educar es adaptar
En este contexto se concibe la educación como un proceso de capacitación del niño, o de una generación para adaptarlos a la sociedad en la que les ha tocado vivir.
El educador les da el idioma y además los elementos culturales que les hace comprensible el mundo que les rodea. Pero esto es lo mínimo, porque por adaptarse se entiende no sólo estar en el medio, sino medrar, ascender, lograr los puestos de influencia y privilegio. Para ello se emplean todos los recursos o trucos para situarse mejor, desde las amistades de los niños de hoy en relación a las influencias de los hombres de mañana, hasta el distanciamiento y marginación clasista, para no perder o tener que compartir los privilegios sociales, o para asaltarlos más cómodamente.
{14 (134)} Ciertamente que la marginación de una persona en la sociedad no es un bien: pero tampoco lo es el conformismo holgazán. Y adaptarse no sólo es capacitarse para integrarse en la sociedad, sino realizarse en ella y entrar en ella para mejorarla. Lograr ese equilibrio es difícil, como todos los equilibrios, pero es el prudente.
4 Educar es hacer posible el desarrollo
Se trata de hacer posible el desarrollo de la persona:
crear una atmosfera sana, potenciar la originalidad que, como en una sernilla, rica de fuerza vital, se contiene en la herencia recibida por el educando. Educar es permitir crecer. Un árbol, para que crezca mejor, ha de ser podado; pero no crece con sólo ser podado. Sin alguna represión la educación es imposible; pero toda razonable represión ha de tener en cuenta la capacidad de decisión del consciente del educando.
Educa todo aquello que se comprende afectivamente.
El clima de la educación es la actitud comprensiva, la aceptación incondicional de la persona para ser ella misma y para vivir experimentalmente como propio el acervo que recibe y le ayudamos a descubrir. La experiencia del adulto no puede suplir absolutamente la inexperiencia del niño y del joven, pero puede ayudarle y conducirle para que se haga experto. El educando no es un "enterado", sino un ser humano "experimentado".
5 Educar es informar
La educación de un ser humano es como un proceso de maduración. No se produce súbitamente, sino sucesivamente, pues ni puede darse, ni puede descubrirse todo de una vez. Es preciso ordenar, seleccionar la información que se da al educando, lo cual requiere acierto y prudencia, sentido de la proporción y lacto. Ha de ser seleccionada la información precisamente para que pueda ser integrada, estructurada coherentemente. Y el educador ha de ser honesto tanto como el educando, pues se trata no solamente de un medio para adquirir el desarrollo personal, sino los útiles de la creación, de la relación y de la comprensión de los demás.
Se madura actuando. El solo curso de los años de vida, no proporciona madurez; la madurez no es algo previo a la actuación, sino la capacidad para realizar el propio {15 (135)} proyecto de vida, al que ayuda, como guía, la información recibida.
Cuando decimos información, no sólo nos ceñimos a la acción de padres y educadores, sino a la regulación y selección que éstos ejercen en otros medios generales ―radio, TV, prensa, espectáculos...―, no creados por ellos o, de iniciativa suya, pero cuyo alcance pueden regular. No se puede prohibir todo, pero no sólo hay que seleccionar lo que se permite, sino enseñar a seleccionar lo que libremente se puede elegir.
6 Enseñar a elegir
Y hemos dicho "elegir". Educar es enseñar a elegir.
Son legión los indecisos y los que eligen mal. Una buena educación ayuda al aprendizaje en la toma de decisiones, enseñando a puntualizar los objetivos de las mismas y, sobre todo, iluminando ese submundo de las verdaderas motivaciones de nuestras decisiones.
Hay que hacer comprender que, una buena decisión, para que lo sea, ha de tomarse sin condicionamientos, que suelen traducirse en ansiedades antes de tomarla, o reflejos de la voluntad después de tomada. Condicionamientos exteriores: prestigios, chantajes de personas, estímulos económicos... O condicionamientos interiores: mecanismos de compensación, tendencias instintivas racionalizadísimas para que aparenten lógicas y resplandecientes de limpieza.
Hay que enseñar a disponer cuerdamente de la propia vida, y no a que la vida disponga del ser voluble. Es cierto que la vida real comporta no pocos condicionamientos, pero lo importante es la reacción personal ante los mismo.
{16 (136)} Para comprender la importancia de esta faceta de la educación, bastaría decir que nuestras decisiones abarcan la vida entera: grandes opciones, como pueden ser el matrimonio, el consagrar la vida a Dios, la profesión, la pertenencia a la Iglesia...: pequeñas opciones, no sin importancia, como la inversión del dinero, vacaciones, apariencia exterior...
Seria un error reservar la educación para decidir sólo en los asuntos mayores, y descuidarse en lo que se considera menos importante. La grandeza de un carácter bien formado suele comenzar o acabar en lo que parece menos importante y que los superficiales o pobres de voluntad, desprecian por alergia al esfuerzo.
7 Experimentar satisfacciones
Pero decir que hay que educar la voluntad para que, aun con sacrificio, sea capaz de tomar decisiones, podría parecer masoquismo, o dar lugar a planteamientos erróneos, pseudoascéticos, puesto que el sufrimiento, en sí, no educa propiamente. Hay psicologías deformadas que fácilmente confunden el esfuerzo con el sufrimiento. Se ha podido demostrar que los que han estado mejor preparados para arrostrar grandes sufrimientos han sido aquellos que, con el precedente de una infancia feliz y una adolescencia satisfactoria, han podido madurar adecuadamente.
Seria absurdo entrenarse con privaciones injustificadas en previsión a futuribles privaciones imaginadas, que nunca sucederán. Una buena motivación y, por supuesto, un criterio de evaluación positiva de lo que hacemos, es la satisfacción que nos produce. Lo cual no nos dispensa de tener en cuenta los distintos niveles de satisfacción para rechazar los malos o perjudiciales. Pero no se puede olvidar que constituyen satisfacciones fundamentales: crear, aprender, expresarse, comunicarse, amar, sentirse aceptado y comprendido, haber superado una dificultad por el propio esfuerzo... De donde, una buena educación tiene que pasar por la experimentación de todas estas satisfacciones.
8 Enseñar a valorar
Educar no es llenar la memoria de datos e informaciones para archivar, retener y reproducir; sino hacer que se llegue a reconocer, comprender, aplicar, analizar, sintetizar, relacionar, valorar.
{17 (137)} El educando no sólo ha de ser receptivo, sino que ha de recibir y descubrir para poder responder, captando unos valores, jerarquizándolos y organizando la propia vida conforme con esos valores. Lo difícil puede ser, especialmente en nuestro tiempo, determinar cuáles son estos valores, porque los equívocos abundan. (Por ejemplo, la autoridad para algunos es simplemente un poder, para otros deriva del valer).
Se habla mucho de compromiso, pero el verdadero comprometerse deriva de la valoración que motiva y concreta el compromiso.
9 Para ser libres
La libertad no se concede al hombre, ni por los padres ni por autoridad alguna. En hipótesis todos admitimos que hemos nacido libres. No obstante, la sola proclamación de tal supuesto o la adhesión a ese ideal, no basta para un {18 (138)} autentico ejercicio de la libertad en el hombre, que es, precisamente, uno de los ejercicios más difíciles. El proceso educativo para hacer prácticamente al hombre libre, pasa por la aceptación del propio yo, por la aceptación de los demás, por la aceptación de un marco normativo de convivencia y por una búsqueda dinámica de lo que realmente es un bien común, recibido por todos como tal.
Nadie que no sea libre puede ayudar a que los demás lo sean, por lo cual, cuando los educadores no son personas libres su educación no puede ser ni en libertad ni liberadora. Educar en libertad y educar para la libertad es educar y es educación para personas; educar con el miedo es educación para animales. De donde es preciso depurar todo proceso educativo, de chantajes afectivos, de costumbrismos caducos, de intereses creados, de la estrategia de las amenazas, de la abstracta presión normativa o dogmática generadora de absurdas esclavitudes.
10 Crear, construir
La persona educada es crítica y creativa a la vez. Su seguridad no sólo la adquiere de las evaluaciones positivas que le hacen los demás, o de la justa autoevaluación que haga de sí mismo, sino también de su capacidad para reconocer la necesidad de las propias enmiendas. E, igualmente, de la observación de los demás, ni le condicionan para elaborar las propias opiniones, sin resignarse a ser mero repetidor de tópicos ajenos y discutibles, ni es una marioneta en manos de los poderes constituidos o solapados. Ni, sin más, se suma a las denuncias ni se adhiere a las pancartas del "no", del "abajo", del sistemático "estamos en contra". Sabe bien que chillar no es construir, y denunciar no es solucionar. Y por esto se esfuerza en encontrar soluciones positivas. Su esfuerzo creativo no se detiene, aunque tenga que ir contra la corriente de la demagogia al uso.
Educar es querer enseñar y hacer práctico todo esto.
Ya se ve que educar es una actividad muy compleja, difícil de definir. Tal vez, la mejor definición de educación sea una persona bien educada.
Son muy afortunados aquellos hijos que tienen por padres a dos personas bien educadas.
LO QUE LOS HIJOS PIENSAN A los 5 años: El Padre lo sabe todo.
A los 10 años: El Padre sabe mucho.
A los 15 años: Nosotros sabemos tanto como el Padre.
A los 20 años: El Padre sabe poco.
A los 30 años: De todos modos, podríamos pedir consejo al Padre.
A los 40 años: Bien pensado, el Padre sabe algo.
A los 50 años: El Padre lo sabe todo.
A los 60 años: ¡Ah, si pudiéramos pedir consejo al Padre!
El arte está comprendido en la naturaleza de las cosas.
El hambre es la mejor salsa y la que sabe mejor.
Todo se vende por dinero.
No hay cosa más aborrecible que la desvergüenza.
No hay cosa tan fácil que no sea difícil si la hacéis de mala gana.
Para algunos la bolsa es garganta, y el dinero sangre y vida.
Cada uno debe sentir de sí, no honoríficamente, si con moderación, o por mejor decir, humildemente, que éste es el fundamento firme y propio de la educación, y muy buena y verdadera cortesía. Que por esto debe procurar cultivar y adornar el entendimiento con el conocimiento de las cosas, ciencia y ejercicio de virtudes; que de otra manera el hombre no es hombre, sino bestia.
Juan Luis Vives