Publicación
mensual del Oratorio. |
Núm.
212. ABRIL. Año 1984 |
0.
SUMARIO |
ABRIL
y la contemplación del misterio de Cristo, entre lanzas de laureles perennes
y las primeras flores, caducas como todas las esperanzas simplemente humanas.
Pero son anuncio, aunque efímero, desde el pórtico de cada primavera, de la
victoria del Señor sobre la muerte, radiante como un nuevo sol, como una flor
de luz, que disipa las mezquindades humanas. |
La
Iglesia nos recuerda a Cristo, y nos muestra la cruz y el sepulcro, y un
camino para una vida nueva. |
EL
HIJO DEL HOMBRE SIGUE CRUCIFICADO |
LA
CENIZA Y EL AGUA |
EL
TIEMPO HUMANO |
SANTOS
Y ARTISTAS |
CRECER
EN LA VIDA |
LA
VOZ DE LA RESURRECCIÓN |
EL
PECADO ORIGINAL |
{1
(61)} |
1.
EL HIJO DEL HOMBRE SIGUE CRUCIFICADO |
Es
difícil para los que nunca han conocido |
la
persecución, |
y
los que nunca han conocido a un cristiano, |
creer
esos cuentos de la persecución |
de
los cristianos... |
Ellos
tratan constantemente de escapar |
de
las tinieblas de fuera y de dentro |
a
fuerza de soñar sistemas tan perfectos |
que
nadie necesitará ser bueno. |
Pero
el hombre que es seguirá como una sombra |
al
hombre que finge ser. |
Y
el Hijo del Hombre no fue crucificado |
de
una vez para todas, |
la
sangre de los mártires no fue derramada |
de
una vez para todas, |
las
vidas de los santos no fueron entregadas |
de
una vez para todas: |
pero
el Hijo del Hombre está siempre crucificado |
y
habrá Mártires y Santos. |
Y
si la sangre de Mártires ha de correr |
por
los escalones |
primero
debemos edificar los escalones; |
у
si ha de ser derribado el Templo |
primero
tenemos que edificar el Templo. |
Thomas
Stearns Eliot 2 (62) |
{2
(62)} |
2.
La ceniza y el agua |
CENIZA,
Agua. La ceniza, la muerte; el agua, la vida. Elementos que la liturgia
utiliza para una síntesis simbólica en la que se expresan y enlazan, formando
un arco, Cuaresma y Pascua parábola de un camino que figurativamente comienza
un miércoles triste, pues cumple con la pedagogía de recordarnos la caducidad
y la miseria de lo simplemente humano y creado, pero que no se detiene y nos
lleva hasta el gran Domingo triunfal, evocador de la definitiva
transformación que se operó en la santa humanidad de Jesucristo, convertido
desde aquel día ―«Día del Señor» por antonomasia―, en antorcha y
luminaria de divinidad, para proclamar una vida que no muere jamás, destinada
a la gloria del Padre. Y a aprender en las almas ―más bien en las vidas―
de todos los fieles, que por la fe y la gracia ―«regalo» de Dios―
devienen, extendiendo la forma de Cristo. pueblo para la resurrección, pueblo
de resucitados. |
Ceniza
y agua, citadas a la par, como si el agua lomara la plata de la ceniza para
cuajar en forma de nieve y contener: así, y en silencio, la fuerza de la vida
que alberga; como si la ceniza perdiera su vergonzosa vejez de fuego apagado,
disponiéndose a recuperar el ardor puro del misterio purificador,
incorruptible como la sal, guardador del calor vital de Dios que be reparte
en el corazón de los que peregrinan hacia él. De la conversión purificadora,
hacia la vida en Cristo. |
Ceniza
y agua, o invierno y primavera, pues el Creador se ha injertado en su
criatura, y de ella brota el árbol de la Iglesia, parecida a la maravilla del
almendro florido, precoz e inmaculado, que emerge en medio de los campos
desolados del mundo, o a la orilla de los barrancos de sus males, para
ofrecer flores de esperanza. Porque, ¿de qué nos sirve la fe sin la
esperanza?, o ¿cómo alcanzaremos el amor si no crecemos ―al no nacemos
otra vez― hacia él? |
{3
(63)} Se está haciendo primavera, otra vez, ahora que el invierno se aleja y
los árboles florecen, como cisnes perfumados de silencio, de haber andado
sobre la nieve fundida. Una alfombra verde cubre los campos porque regresan
las aves de nuevo, liberadas de los miedos del frio. La tórtola vuelve y
canta la alondra. Y es que apuntan las claridades de la Resurrección. |
Con
un poco de fe, podemos adivinar que el espectáculo de los ojos en Aviso de lo
que ocurre en muchos corazones, entre los que menos gritan en el mercado de
las Ambiciones y los secretas codicias: porque se va haciendo primavera
también en este mundo nuestro desolado y frío, demasiado critico y
desconfiado, cansado de huir de Dios, o de invocarle con nombres falsos.
También amanece el Dios cristiano para los que, sin saberlo, renegaban no de
él, sino de sus imágenes mezquinas, intrascendentes y enajenantes. Cansados
de huir, buscaban a Dios. |
Por
eso es tiempo de Aventar cenizas y purificarnos, cada uno y todos ―cada
cristiano y la iglesia entera―, como quisiera Juan XXIII, sin que nos
resignemos con las meras celebraciones simbólicas, que consuelan sin
comprometer. Sería nuestro pecado de cristianos, porque es en este tiempo
nuestro cuando el fuego de la búsqueda de su verdadera trascendencia, consume
las entrañas del mundo. Hay un clamor que exige penitencia, purificación. Que
el viento se lleve las cenizas, y renazca el fuego, y el agua se vuelva
transparencia de luz. Luz para la verdad y verdad para la vida. |
Y
vida y verdad para ser limpios y libres como hijos de Dios. |
San
Felipe tenía una particular repugnancia a la afectación, tanto en sí como en
los demás, cuando se trataba de hablar, de vestir o de cosas parecidas. |
Evitaba
toda ceremonia que supiese a cumplido palabrero, y siempre se manifestaba
partidario de la sencillez cristiana en todas las cosas; así, cuando tenía
que tratar con hombres de prudencia mundana, no podía acomodarse a ellos
fácilmente. |
Evitaba,
en cuanto le era posible, todo trato con personas de dos caras, es decir, que
no manifestaban lisa y llanamente lo que pretendían en sus tratos y
propuestas. No podía tolerar a los embusteros, y recomendaba con insistencia
a sus hijos espirituales que los evitasen como si se tratara de una peste. |
P.
G. Bacci, C.O. |
{4
(64)} |
3.
EL TIEMPO HUMANO, |
CAMINO
DE ESPERANZA SI lográramos limpiarnos de los fantasmas del fatalismo, no se
nos marchitaría la fe, miraríamos hacia fuera, superaríamos cualquier egoísmo
y seríamos capaces de aplaudir el resplandor de lo bueno que Dios ha
esparcido por el universo, y lo multiplicaríamos sumándonos al aplauso de la
creación; pero volvemos siempre sobre nosotros mismos, encerrándonos entre
miedos y aburrimientos. |
No
vemos la huella de Dios, que ha pasado "derramando" dones
―diría Juan de la Cruz― y vistiendo de hermosura la Creación, tal
vez porque nos lo recuerda el gran místico, le han nombrado patrono los
poetas, en el saludo que éstos hacen a las primaveras. |
Todavía
hoy podríamos repetir las palabras de Malebranche para apostrofar a los
hombres que admiran las cimas de las montañas, las olas del mar, el
movimiento de los astros ―hoy deberíamos añadir: y los prodigios de la
electrónica―, pero pasan de largo ante sí mismos, porque no saben
relacionar, con bastante gratitud hacia Dios, lo que esto les ayuda a
descubrir el amor que él les tiene, y, por lo tanto, admirarse y
entusiasmarse por las cosas grandes que Dios ha hecho para nosotros y en nosotros,
para que se las sepamos devolver gozosamente. |
Capaces
de admirar el mundo desde dentro de nosotros mismos. |
Y
agradecidos para restituirnos a Dios con alegría. |
¿Es,
acaso, por causa de la propia inmediatez, por falta de perspectiva, que el
hombre se ha preocupado más de la investigación de lo que le rodea, que de la
identificación de sí mismo? ¿O es que somos demasiado jóvenes en sabiduría, y
tributarios, todavía, de la de los griegos, para quienes el hombre, aunque
les interesó, no pasaba de ser una parte del universo? |
Para
ellos el hombre era compendio del mundo; el sistema geocéntrico de
Aristóteles no llegó al intento de comprender el mundo {5 (65)} desde el
hombre. El mundo era un cosmos consistente y cerrado, cuyo futuro sólo podía
ser variación o repetición modulada de lo que ya había sido: la historia era
concebida como un retorno indiferente que no rebasaba el marco cíclico del
mito del «eterno retorno». Todo cambio, de por sí, se nos describe en la
Física de Aristóteles, como demoledor y destructor, y sólo accidentalmente
generador, creativo. |
El
hombre estaba en el mundo, pero no podía transformarlo. El «conócete a ti
mismo» socrático, tampoco pudo llegar más lejos. |
La
idea del tiempo humano como camino de esperanza que construye la historia, es
bíblica. La fe en las promesas del Antiguo Testamento es el fundamento de la
comprensión del futuro como proceso que conduce a la salvación, a la
liberación, a la redención del hombre. El tiempo es un proceso orgánico de
maduración continua ―de creación permanente— que desemboca en la
plenitud mesiánica. En Cristo, el "ungido" de Dios, se acelerará la
realización liberadora de la humanidad, y él mismo, desde su aparición en la
tierra, es la cima de esta humanidad y, al mismo tiempo, el vértice de Dios
en el mundo. |
La
Biblia nos suministra datos suficientes para entenderlo así, en especial a
partir del Nuevo Testamento. Es verdad que el lenguaje bíblico no es el
nuestro ―no puede ser el nuestro―, pero a la imagen divina del
hombre como dominador de la Creación (por lo tanto, como encargado de hacer
adelantar el mundo), se le ha añadido la condición sobrenatural de "hijo
de Dios", y una moral de esperanza domina la actividad de su vida
temporal. Sin esta esperanza, dice san Pablo, «seríamos los más desgraciados
de los hombres» (1 Cor XV, 19). |
Pero
el hombre es un ser votado a la esperanza «desde dentro de sí mismo», desde
esta profundidad próxima y misteriosa que maravillaba a san Agustín, que
extasiaba a Newman ―«myself and my Creator»―. Somos naturaleza y
libertad, y caminamos en la esperanza. |
Nuestra
esperanza no es sólo la de una liberación interior del hombre, sino que
esperamos la liberación "personal" de todo hombre, de ese hombre
"interior", no por reducirlo a cultivar un intimismo aislador y
enajenador del mundo que le rodea, sino "interior" porque tiene
raíces, historia, capacidad reflexiva, y es capaz de tomar decisiones
responsables y actuar de acuerdo con ellas. Somos naturaleza y libertad; es
decir, somos "personas", seres racionales abiertos, que se
autoposeen en libertad de la conciencia, espirituales y fronterizos {6 (66)}
con el Absoluto y el Eterno, sin que dejemos de estar inscritos, a la vez, en
el tiempo, en el espacio, en la corporeidad, entendidos no como la fatalidad
de un límite que encierra y sofoca, sino como la transparencia de un cristal
por el que atraviesa la proyección hacia la trascendencia. |
Cuando
decimos que el hombre es capaz de pecado, significamos que puede romper una
de estas tres relaciones que le son propias: es decir, que es hijo de Dios,
que es compañero de su prójimo y que debe dominar (administrar) la
naturaleza. El pecado es el "no" a estas relaciones. El hombre
crece, se realiza, consolida su libertad, se redime, en la medida que
prospera su fidelidad a estas coordenadas de su grandeza y de su
responsabilidad. El hombre se realiza realizando el mundo. No es el hombre
una "cosa" del mundo, sino que es el mundo lo que depende de él; el
mundo en el que hay otros hombres como él; el mundo que trata y transforma,
con entusiasmo y respeto, como hijo de Dios. Mundo inacabado, pero con un
sentido, que el hombre ha de recoger con fidelidad, para continuar la tarea
creadora. También en eso está su semejanza con Dios. |
Aunque
el Cristianismo sea más que un humanismo, es preciso establecer que, el
cristiano, es, ante {7 (67)} todo, un hombre. Pero es un hombre con fe y con
esperanza. Al hablar de fe, es preciso dar razón a Kierkegaard, que se negaba
a reconocer fe alguna que no llevara inexcusablemente, el compromiso, fe que
se impusiera la transformación medular de la vida, en la presencia de la
verdad sobrenatural que se acepta, determina la actitud esencial del ser
religioso desde la soledad más recóndita ―interior, responsable―
hasta la acción pública. |
Es
decir, hasta que la fe es una relación viva con lo creído. |
La
historia de la humanidad es un camino de esperanza: es la historia de como el
hombre ha ido descubriendo a sí mismo, desde su naturaleza recibida de Dios,
hasta su grandeza de hijo suyo. Conocerse él mismo en relación con Dios, en
relación con los demás, en relación con la naturaleza, es la tarea de su
estar en el tiempo. Y será feliz y crecerá en bondad en la medida que sea
capaz de admirarse, y transformarse e identificarse con la creciente
sabiduría que le proporcionen sus descubrimientos. |
En
rigor, nada vuelve, nada se repite; todo crece, todo se hace nuevo. Todo nos
ha de ir llevando a Dios. |
{8
(68)} |
4.
SANTOS Y ARTISTAS |
DECÍAN
de san Lucas que era el patrono de los pintores y artistas plásticos. La
razón era que él "pintó" con palabras, tersas, sencillas, exactas,
la figura del Señor y, con singular transparencia, incluso musical ―su
griego es el mejor del N.T.— sus palabras. La belleza del Evangelio lucano
armoniza sabiamente fidelidad con vigor, pues se nota que Lucas fue discípulo
de san Pablo. También se distingue de los otros tres evangelistas en que él
se atrevió a intercalar poesías en su narración: palabras acariciadas,
pulidas, ordenadas, que brotan de la simetría gozosa y entusiasta del corazón
que las proclama, como si el alma se abriera de brazos y se hiciera alas
sobre el pueblo de Dios, que guardó tantas esperanzas, crecidas hasta el momento
de recibir al Mesías, en el espíritu, en los brazos, en el seno y en la fe: |
los
sentimientos insinuados a través de multitud de generaciones, se hacen
realidad vibrante en labios de María, de Zacarías, de Samuel, de Ana, y
proclaman el gozo que no pueden contener dentro, y miran a Dios, en quien
siempre habían esperado. |
Pero
después de Lucas muchos otros han "pintado" y cantado a Dios. Entre
todos, hubo un hermano dominico, en La tierra de los artistas
―¡Florencia tenía que ser!― que "desperdició"
―dejando que se convirtiera en gracia― su tiempo cubriendo con el
oro de su arte la pobreza de las paredes de su convento, san Marcos. Este
pintor fue Fray Angelico. Iglesia y contento "in piazza san Marco, di
Firenze", que Felipe Neri, de niño, frecuentaba casi a diario, pues dijo
siempre que allí y de aquellos frailes, aprendió lo mejor de su vida para su
alma. Quería referirse, por lo que luego confirmaría su existencia, al amor a
Cristo, la devoción a la Madonna", y el sentido de lo bello, desde
aquella belleza que allí se hacía transparencia ágil y elegante, compatible
con la pobreza de corredores y paredes de un convento de gentes religiosas y
austeras ―¡oh, Savonarola!―, que era rico sin saberlo, sin
pretenderlo, con el tesoro de lo que no se rende ni tiene precio, pero que
ilumina el corazón y crea libertad de cielos y formas para Dios. |
Y
hacemos recuerdo de san Marcos de Florencia, de su Fray Angélico, ahora,
porque hace pocas semanas que Papa Juan Pablo II, ha querido honrar a aquel
frailecillo colosal, proclamándole patrono de todos los artistas. Los ángeles
de las decoradas paredes habrán batido las alas para derramar un poco de oro
y convertirlo en más luz: |
la
de la fe y del amor que impresionó la infancia de san Felipe. Pero hay una
curiosidad, en ese pintor, que no debe pasar por alto. Él, poeta de los
colores la luz, inventor de las formas de los ángeles, y maestro del oro y
azul y del fuego de las estrellas, se atrevió a lo que ningún otro pintor ha
intentado todavía: |
puso
en su cuadro del Cenáculo, junto al Señor y los doce apóstoles, a la virgen
María. Es decir, fue un pintor santo, un santo pintor, que hizo justicia a la
mujer, en la Iglesia. Y de qué modo mejor que asociando a la Virgen al
misterio de aquella Pascua, desde su mismo comienzo, en el Cenáculo? |
{9
(69)} |
5.
CRECER EN LA VIDA |
LA
VIDA y la muerte, luchando; pero con la victoria de la vida sobre la muerte,
tal como se canta en Pascua. |
Ahora
la primavera despierta como explosión que rasga el silencio que el invierno
había impuesto a la naturaleza. |
Primavera
es el triunfo cíclico por el que se afirma el valor de las cosas creadas, con
la promesa de la fecundidad de la tierra. Algo que entendemos más fácilmente
en nuestras latitudes, y que sabemos relacionar con el recuerdo de la
Resurrección de Jesucristo, como misterio de una superior primavera,
espiritual y universal, que marca a la entera Humanidad, porque triunfa, para
siempre, y para todos, la vida, hecha participación y reverberación del
latido de Dios en cada cristiano y hasta en cada ser humano, a través del
Resucitado. |
Recuerdo
conmemorado que no es una simple repetición cíclica, un "eterno
retorno" fatal, sino vaivén ―flujo y reflujo― creciente, en
el que se mece la vida, empujada hacia el desarrollo que la aproxima, cada
vez más, a la sintonía con el modelo que Dios ha proyectado para «un cielo
nuevo y una tierra nueva». No es una repetición, sino una renovación, un
crecimiento rejuvenecedor. En él no hay cuotas de muerte, sino para una mayor
vida. |
{10
(70)} Serena y lúcidamente, solamente así podemos entender la razón de las
tristezas anecdóticas, de los fracasos temporales, de la contingencia de los
bienes inacabados, que llamamos males. Errores, retrasos, locuras y hasta
pecados humanos, y aldabonazos a la conciencia de cada ser humano y al sentir
de la entera Humanidad, que se ve constreñida a luchar por alcanzar un mayor
bien; porque lo que llamamos mal es reto y acicate para un mayor bien. La
vida es un proceso y, mientras discurre, nada se pierde y todo se va
convirtiendo en energía renovadora, en estímulo creador. No se trata de
defendernos de la muerte, sino de crecer en la vida. |
Después
de Cristo podemos decir que, a la vida, ya no le sigue la muerte, sino que,
inversamente, a la muerte le sigue la vida, mayor vida, una primavera de
Dios, un tiempo para Dios que, en realidad ya no es tiempo, porque no cabe en
las terrenas dimensiones. |
Tal
vez nuestros males y la tristeza de creerlos inevitables, provienen de
nuestra falta de esperanza más que de nuestra poca fe, al descompasar
nuestros anhelos del ritmo del hacer de Dios en el mundo. Nos sentimos
zarandeados y no llevados por Dios, cuando en realidad todo conspira, todo se
encauza y progresa apuntando todavía más lejos y más alto {11 (71)} de los
objetivos con que nuestra mezquindad se resignaría. |
Por
esto nuestro crecimiento en Dios es un misterio vital, parecido al de los
árboles y, entre inviernos y primaveras, nos sacuden fríos de dolor y nos
asustan silencios de muerte, aunque ningún desgarro interior podría
arrancarnos la vida, pues estamos enraizados en Dios. Después de cada hielo
de tristeza y soledad, después de cada poda, volverán a crecernos las ramas,
florecidas de esperanza, como brazos oferentes, prestas a volcar fuera, otra
vez, el vigor de la vida que remanece. |
Pasarán
las crisis, cuando todos hayamos entendido su sentido, tomada su lección y
hayamos andado otro paso hacia la total conversión. Entonces oiremos, otra
vez como palabras del Señor a nosotros, las del Cantar de los Cantares: «Ven,
mira, ya ha pasado el invierno, las lluvias han cesado; han aparecido las
flores en la tierra, ha llegado el tiempo de las canciones...» (2, 22-12). |
Un
día, todos los colores serán luz, todos los vientos música, todos los soles
gloria, y nosotros hijos de Dios. Habrá llegado la primavera eterna. |
A
Dios no se le encuentra exclusivamente aquí o allá, sino que se le encuentra
cuando el hombre, bajando a lo más profundo de su corazón, decide dar un
viraje total a su vida y ponerla al servicio de la idea que el mismo Cristo
trajo a la tierra, A saber: el anuncio del Reino de Dios, un Reino tan grande
que no podemos encerrarlo en el espacio de un templo por muy grande, noble y
famoso que sea. |
Ana
María Cortés |
{12
(72)} |
6.
Documento: LA VOZ DE LA RESURRECCIÓN, De una entrevista con Cristóbal
Halffter |
HACE
casi cinco años que se estrenó triunfalmente en París, y patrocinado por
Radio France, el «OFFICIUM DEFUNCTORUM» del compositor Cristóbal Halffter,
obra excepcional que resume la última etapa composicional del gran músico, y
que fue señalada, entonces, como el «gran acontecimiento musical del año» por
la prensa del país vecino. Los éxitos se repitieron en otras partes de
Europa. |
Desempolvando
recortes de prensa encontramos el diálogo que, hace un par de años, con
ocasión de su estancia en España, mantuvo con el músico Maria Luisa Brey, y
que resumimos ahora, si bien todos pueden saber que Cristóbal Halffter
pertenece a una familia de compositores de música polifónica contemporánea,
que bien pueden calificarse como músicos de anticipación, precursores,
elitistas, pues se dice de ellos que son los autores de la música que se
escuchará, con pleno éxito, en el ya próximo siglo XXI. Uno de los Halffter
―Ernesto, tío de Cristóbal― terminó la incompleta «ATLANTIDA» de
Falla. |
Cristóbal
Halffter es un compositor de prestigio universal y está considerado como una
de las figuras más destacadas en el panorama artístico de la República
Federal Alemana. Corren por sus venas sangre germana y sangre española, y
España, en concreto, le interesa mucho, pues española es su mujer y españoles
son sus hijos. |
Cristóbal
Halffter es un compositor cristiano, y casi la totalidad de sus obras están
presididas por el signo religioso, algunas de ellas inspiradas en textos de
san Juan de la Cruz Es conocida su «MISA PARA LA JUVENTUD, GAUDIUM ET SPES». |
{13
(73)} Pero volvamos a la que ha dado motivo al principio de estas líneas, o
sea el ―OFFICIUM DEFUNCTORUM―, aunque, contrariamente a lo que
pudiera parecer, no es una obra destinada al servicio litúrgico, sino un
monumento sonoro levantado sobre textos bíblicos, que tiene una hora de
duración, para el que se utiliza una gran orquesta y un nutrido coro mixto,
al que se une otro compuesto por doce solistas y un niño. Es una obra
monumental para una meditación sobre la muerte, dedicada a cuantos dieron su
vida por los demás. El autor tiene en la mente a personas como Gandhi, como
Luther King, y a tantos otros que, en todos los tiempos y la mayor parte de
veces de forma anónima, han dado la extrema prueba de amor por los otros,
siguiendo el ejemplo de Cristo. En su obra el autor evita el tremendismo del
«Dies irae, dies illae», pues no lo cierra con la cita de la «more aeterna»,
sino con las citas esperanzadas del Apocalipsis y de san Juan. |
Halffter
va mucho más allá del simple entretenimiento estético en esta su
interiorización meditativa del misterio de la muerte cristiana. Alguien ha
dicho que, sobre el coro tenebroso, lanza una y otra vez haces de luz, como
hiriendo la misma idea de la muerte para convertirla en esperanza de la vida. |
Pero
a la vertiente predominante religiosa de Cristóbal Halffter hay que añadir
sus compromisos y preocupaciones de carácter ético y social, de lo que son
ejemplo varias de sus obras más conocidas y, en particular, la cantata «YES,
SPEAK OUT», sobre los derechos humanos, estrenada en 1968 en las Naciones
Unidas, al conmemorarse el vigésimo aniversario de la Declaración. |
Cristóbal
Halffter ha dirigido también en la Filarmónica de Berlín, la Orquesta Mundial
de Juventudes, formada por ciento diez jóvenes profesores procedentes de
veintiocho países. |
Reproduzcamos
ya algunos puntos del referido diálogo. |
Vencer
el tenebrismo |
―En
su oficio de difuntos aparece una dura tensión dialéctica entre la realidad
de la muerte física y la difícil esperanza de la resurrección. ¿Cree que el
aleluya final que grita la voz de un niño, consigue apagar y vencer el
tenebrismo, esa conciencia lúcida de la finitud que envuelve el resto de su
creación musical? |
―Yo
creo que sí. Porque precisamente el que hable un niño, el que grite un niño,
pienso que llega a los oyentes. |
Yo
he elegido precisamente la voz de un niño porque la fe en la
resurrección nos exige precisamente inocencia, es decir, la convicción y
credibilidad de los niños. |
No
creo que esta obra sea de tipo tenebrista, como se ha dicho, sino más bien
una composición tensa, comprometidamente austera, de tipo esperanzador. Se la
ha comparado {14 (74)} con el tenebrismo de las pinturas de Goya, pero creo
que en esas pinturas hay una tensión de otro tipo. |
Hombres-niño |
—Pienso
que en ese réquiem ha conseguido usted aunar dos verdades clave del mensaje
cristiano: la resurrección de los muertos y la condición indispensable para
alcanzarla: |
hacerse
niños. ¿Conoce, entre sus amistades cristianas, muchos hombres-niños, en el
sentido evangélico? |
―No
solamente conozco hombres-niño entre los cristianos. Aún queda mucha gente
estupenda, cargada de entusiasmo, capaz de poner ilusión en todo lo que
hacen, y yo esto lo considero una virtud propia de la infancia. |
Ser
niño, lógicamente, no consiste en no saber, sino en tener una visión adecuada
de la realidad, serena y alegre. |
Falla
el hombre-niño porque vivimos inmersos en el materialismo. Hoy al hombre,
desgraciadamente, se le mide tan sólo por lo que produce. |
―Usted
compuso la música para el himno del centenario de santa Teresa de Jesús.
¿Cuántas Teresas y Juanes de la Cruz serían necesarios para renovar
espiritualmente a España? ¿Conoce aquellos versos de Machado?: |
Teresa
de Jesús, alma de fuego, |
Juan
de la Cruz, espíritu de la llama, |
por
aquí hay mucho frío, padres nuestros, |
corazoncitos
de Jesus se apagan. |
El
cambio cultural |
¿Podría
comentar y aplicar estos versos a la España de hoy? |
―Sí,
aquí hace mucho frío, igual que ayer, porque la fuerte personalidad cristiana
de estos dos santos, sus recias virtudes, se echar mucho de menos en nuestro
cristianismo de devocioncillas. Pero, para salvar a España… bastaría con que
hubiese cristianos más pequeños, más modestos, capaces de contribuir a la
cultura del país, y hablo de la cultura en su sentido más amplio. Necesitamos
personas que sepan vivir mejor, que tengan más conocimiento de la dignidad
humana, que posean la cultura de las pequeñas cosas del vivir, del vestir,
del comer. |
Este
cambio cultural ―que incluye también lo religioso― creo que sería
una buena solución para esta situación de mediocridad en que nos movemos, y
que a mí me parece muy triste. |
—Dice
el filósofo García Morente que recobró la fe perdida al escuchar por la radio
«LA INFANCIA DE CRISTO», de Berlioz. Lo mismo le sucedió a Claudel, en Notre
Dame, {15 (75)} al escuchar el «MAGNIFICAT». ¿A qué atribuye el hecho de que
la música religiosa pueda llegar a ser vehículo de la gracia de un modo tan
patente y eficaz? |
La
buena música |
―Porque
la música es un arte que va directamente a la sensibilidad, a la
inteligencia, a la parte más noble del ser humano. Se trata de una serie de
componentes que conlleva la música, la buena música. Esto es lo que no han
sabido ver los rectores de la música religiosa de nuestro tiempo. |
―Le
gustan los cantos litúrgicos actuales? |
―No,
no, no. |
Si
tuviere que salvar algún canto o himno religioso preconciliar, ¿cuál
salvaría? |
―No
sé, yo creo que sería muy difícil. Tal vez una literatura del canto coral,
muy importante, que tuvo una fuerte tradición en el Norte. Sobre todo, las
obras del P. |
Olano,
Goicoechea, Torres Perón, que siempre han funcionado bien. Ese tipo de cosas. |
―Echa
de menos el canto gregoriano? |
―Mucho,
mucho. No debiera haberse abandonado. |
Yo,
cristiano posconciliar, no me considero anti-nada, sino defensor de todo lo
bueno. ¿Por qué se va a perder el canto gregoriano, que está dentro de
nuestra cultura, algo tan rico y universal? |
La
vulgaridad de la música religiosa actual |
―¿Por
qué no le gustan los cantos litúrgicos actuales? |
―Porque
la Iglesia, no sé si consciente o inconscientemente ha jugado un papel
importante en la valoración de la vulgaridad... |
―¿Qué
haría usted, si le hicieran director general de música? |
{16
(76)} ―Lo primero, no aceptar. Pero en el supuesto de lo fuese,
trataría de llevar la música a todas partes. Que la música, y el arte en
general, no fuesen pertenencia de una élite. Esto no se conseguirá nunca
plenamente, porque no cabe duda de que la música será siempre un poco de
élite, pero trataría de ampliar la base, de educar y cultivar la sensibilidad
de las personas, elevar el concepto de la dignidad humana. Yo siempre digo
que la calidad de la gente se mide por su ocio, ya que cada uno puede
emplearlo como quiera. Si el tiempo libre lo empleamos exclusivamente para ir
al fútbol, en insultar al árbitro, nuestra calidad humana será baja, muy
pequeña. Si dedicamos nuestro ocio a pascar, a leer, a cosas similares, el
nivel humano ya habrá subido un poco. |
―Usted
dedica su réquiem a todos aquellos que murieron para que los hombres tengan
vida, a todos los que murieron violentamente sin utilizar ellos la violencia.
Basta ver los títulos de sus composiciones para comprobar su obsesión por la
idea de la muerte. Esta preocupación suya por el tema, y prescindiendo de las
personas cuya muerte usted exalta, pues de sobra conocemos su verdad
histórica y su dedicación total a los demás, me sugiere una pregunta: |
¿Qué
le parece más valioso, dar la muerte o dar la vida por los demás? Porque
todos sabemos que, en un momento de generosidad, se puede saber morir por una
causa cuando no se ha sabido vivir por ella... Yo me pregunto si una muerte
brillante puede salvar una vida mediocre. |
Elogio
de los mártires |
―Creo
que no. Una muerte honrosa es algo digno y deseable, pero nunca puede salvar
una vida vacía. Lo que pasa es que los que son capaces de dar la muerte por
los demás, son seres que han ido dando también la vida poco a poco, ya que
los actos heroicos raramente se improvisan. Piense en el obispo Romero, en
Gandhi, en Luther King, en Cristo... |
―Su
cantata sobre los derechos humanos «YES, SPEAK OUT», está muy bien; pero, no
cree que todo se nos queda en eso, en hablar con valentía? No cree que somos
muchos más los que hablamos de El Salvador, de Nicaragua, y de Polonia, que
los que viven y mueren allí, defendiendo con la vida los derechos de esas
pobres gentes? |
―Es
verdad, pero hace falta también alguien que lo diga, que despierte las
conciencias de las personas, que se denuncien las situaciones de injusticia.
Es necesario crear un estado de opinión, al menos eso. |
{17
(77)} |
El
tema de Dios |
―Por
último: ¿sigue vigente la idea de Dios en el mundo y en la sociedad que usted
frecuenta, o es un tema tabú, un rumor cada vez más confuso e imperceptible,
una idea que sólo perturba de vez en cuando el subconsciente del hombre
moderno? |
―El
tema de Dios sigue latente en mil formas. Se busca trascendencia del modo que
sea, se busca un fin que de sentido a la existencia; lo que hace surgir por
todas partes sectas orientales, prácticas mágicas, espiritistas, adivinos
demás. Se busca un descanso, y lo más divertido es que se buscan
explicaciones completamente idiotas, teniendo otras mucho más sencillas. La
necesidad de saber es inherente al ser humano. |
Oh
Señor, líbrame del hombre de intención excelente y de corazón impuro: pues el
corazón es más engañoso que todas las cosas, y desesperadamente perverso. |
Presérvame
del enemigo que tiene algo que ganar: |
y
del amigo que tiene algo que perder. |
T.
S. Eliot |
ENVÍANOS
LOCOS, SEÑOR. |
¡Oh
Dios! Envíanos locos, |
de
los que se comprometen a fondo, |
de
los que se olvidan de sí mismos, |
de
los que aman con algo más que con palabras, |
de
los que entregan su vida de verdad y hasta el fin. |
Danos
locos, |
apasionados, |
hombres
capaces de dar el salto hasta la inseguridad, |
hacia
la incertidumbre sorprendente de la pobreza; |
danos
locos, |
que
acepten diluirse en la masa |
sin
pretensiones de ascensos, |
sin
que vayan a sacar su propio provecho. |
Danos
locos, |
locos
del presente, |
enamorados
de una forma de vida sencilla, |
liberadores
eficientes de los que otros olvidan, |
locos
amantes de la paz, |
puros
de conciencia, |
decididos
a jamás ser traidores, |
capaces
de aceptar cualquier tarea, |
dispuestos
a acudir donde sea, |
libres
y obedientes, |
espontáneos
y tenaces, |
dulces
y fuertes. |
Danos
locos, Señor: danos locos. |
J.
L. Lebret |
{18
(78)} |
7.
EL PECADO ORIGINAL |
TENGO
de Dios tanta certidumbre como de mi propia existencia, aunque cuando intento
examinar los fundamentos de esta certidumbre y darle forma lógica, encuentro
gran dificultad, tanto en el fondo como en la forma. |
Tiendo
mi vista por el mundo de los hombres, y se me ofrece una perspectiva que me
llena de indecible tristeza. |
Parece
que el mundo ha negado sencillamente esta gran verdad, de la cual se siente
tan lleno todo mi ser. Y el efecto que me produce, en consecuencia,
necesariamente me conturba de tal manera como si se negase mi propia
existencia. Si me mirase a un espejo y no viese en él mi rostro, me
produciría una sensación parecida a la que siento cuando contemplo este mundo
vivo y atareado que no quiere saber nada de su Creador. Ésta es para mí una
de las grandes dificultades de esta absoluta y primaria verdad a la cual me
estoy refiriendo. Si no fuera por esa voz que habla tan clara en mi
conciencia y en mi corazón, yo sería un ateo, un panteísta o un politeísta
cuando contemplo el mundo. |
Hablo
de mí solamente. Estoy lejos de negar la fuerza real de los argumentos que
prueban la existencia de Dios, formados por los hechos generales de la
sociedad humana y del curso de la Historia; pero estos argumentos, ni me
calientan ni me iluminan; no suprimen el invierno de mi desolación, ni hacen
brotar yemas en las ramas, ni crecer las hojas dentro de mí, ni regocijan mi
ser moral. |
La
vista del mundo no es más que el pergamino del profeta «lleno de
lamentaciones, de llanto y de terror». El considerar el mundo en su largo y
ancho, sus variadas historias, las múltiples razas de hombres, sus comienzos,
su fortuna, su mutuo alojamiento, sus conflictos; después, su modo de vivir,
sus hábitos, gobiernos, formas de culto; sus empresas, sus carreras sin
objeto, sus adquisiciones y éxitos debidos al azar, la impotente terminación
de cosas duraderas, las prendas tan débiles y tan rotas de un designio
superior, la ciega evolución de lo que vienen a ser grandes poderes y
verdades; el progreso de las cosas que parece venir de elementos
irracionales, no hacia causas finales; la grandeza y pequeñez del hombre, sus
inmensas ambiciones, su corta duración, el telón que oculta su futuro; las
desilusiones de la vida, la derrota del bien, los éxitos del mal, el dolor
físico, la inquietud de la muerte, el prevalecimiento e intensidad del
pecado, las extensas idolatrías, la corrupción... |
Esto
está fuera de los propósitos del Creador; esto es un hecho, un hecho tan
verdadero como su existencia; y así la doctrina de lo que se llama pecado
original me parece tan cierta como que el mundo existe y como que existe
Dios. |
John
H. Newman, C. O. |
|