Publicación
mensual del Oratorio. |
Núm.
224. OCTUBRE. Año 1985 |
0.
SUMARIO |
AMÉRICA
es una palabra inmensa. Inmensa su historia truncada, inmensa la fuerza de su
despertar, después de todas las desgracias, como águila que remonta el vuelo
y mira al sol, porque todavía es joven. Pero nunca esta inmensidad,
convertida en distancia, nos había parecido tan grande, como en estos días,
al pensar en los Oratorios de México. Tan lejos y, a la vez, tan cerca en el
sentimiento y la oración, que no habríamos podido escribir sino de ellos, en
la esperanza de que, también ahora, como antaño después de otras pruebas,
salgan rejuvenecidos, para bien de su pueblo y de la parcela de la Iglesia
donde continúan la obra de san Felipe. |
EL
JADE QUEBRADO |
EL
"GRITO" DE MÉXICO |
UN
PUEBLO DE PUJANZA CRISTIANA |
CRONOLOGÍA
DEL ORATORIO EN MÉXICO |
HIMNO
AL DADOR DE LA VIDA |
TRES
SIGLOS DEL ORATORIO EN MÉXICO |
{1
(121)} |
1.
EL JADE QUEBRADO |
Tú,
Dueño del cerca y del junto, |
¡Oh
Dador de la vida! |
Sólo
como una flor nos estimas, |
y
así nos vamos marchitando, tus amigos. |
Como
una esmeralda, tú nos haces pedazos. |
Como
una pintura, tú nos borras. |
Todos
se marchan a la región de los muertos, |
al
lugar común de perdernos. |
¿Qué
somos para ti, oh Dios? |
Así
nos vamos perdiendo. |
Por
eso lloro, porque tú te cansas, |
¡oh
Dador de la vida! |
Se
quiebra el jade, |
se
desgarra el quetzal... |
¿Acaso
somos nada para ti? |
Pero
nos repartes tus dones, |
tus
alimentos, lo que da abrigo, |
¡oh
Dador de la vida! |
Nadie
dice, estando a tu lado, |
que
vive en indigencia. |
Hay
un brotar de piedras preciosas, |
hay
un florecer de plumas de quetzal, |
¿son
acaso tu corazón, oh Dador de la vida? |
Nadie
dice, estando a tu lado, |
que
vive en la indigencia. |
Tecayehuatzin,
poeta mexicano de la segunda mitad del s. XV, traducido por M. León-Portilla. |
{2
(122)} |
2.
El "grito" de México |
CADA
AÑO, el dieciséis de septiembre, aniversario de la independencia mexicana, se
recuerda aquel "grito" que un descendiente de españoles, el cura
Hidalgo, profirió desde el púlpito, incitando a los mexicanos a sacudir el
yugo español. Sucedió en 1810, cuando estaba a punto de concluirse el tercer
centenario de la conquista dirigida por Hernán Cortés. Esta vez, el
"grito" patriótico de los mexicanos, ha confundido el eco de su
fiesta nacional con el quebrantamiento doloroso y las muertes y ruinas
causadas por el mayor terremoto de que se tiene noticia en aquellas tierras,
por otra parte intermitentemente amenazadas por los seísmos que la
atraviesan, como una espina dorsal que vibra de Norte a Sur, en el puente
entre los dos hemisferios, mientras respira fuego por sus volcanes. Un grito
de dolor, que ha recorrido el mundo, tal vez porque más que en ocasiones
anteriores, disponemos de medios de comunicación y Ahora hemos padecido la
frustración de no poder saber ni medir la magnitud de las penas y estragos
allí padecidos, porque todo se ha quebrado. Y las noticias se hacían confusas
y escasas. |
Con
todo, al igual que en las grandes pruebas que nos sorprenden por inesperadas,
ya hemos podido saber muchas cosas sobre el bien y sobre el mal. No han
faltado los buitres y los depredadores, lo mismo que se han descubierto
corrupciones fratricidas e injusticias vergonzosas, que claman al cielo. Es
el pecado del mundo que se ceba en las víctimas más pobres, mientras los
caínes se enriquecen a costa de los desafortunados que ignoran muchas veces
la propia desgracia o las soportan como una fatalidad sin remedio. Por otra
parte, sin embargo, también nos han llegado las noticias de actos heroicos no
aislados, sino encarnados en el pueblo mismo, y en los más jóvenes de sus
componentes, de adolescentes de doce y catorce años que, sin esperar a los
mayores más responsables, no solamente ayudan {3 (123)} en los trabajos, sino
que, de propia iniciativa, los emprenden, organizan y dirigen con heroísmo,
lucidez y acierto, sin tiempo para la complacencia o la vanidad, en medio de
peligros, pero con la fuerza de la esperanza, porque la vida ha de seguir. |
Ése
es el pueblo mexicano. Cree en sí mismo y cree en Dios. Es verdad que
desconfía de lo que se le presenta como demasiado organizado. Ni el ejército,
ni la burocracia, ni la política tienen allí mucha estimación. Pero son una
raza fuerte que anda y mueve las manos como si en ellas llevara los latidos
del corazón, impregnado de energía, de bondad, de belleza y de vida todo lo
que toca y mueve. Hay como un fondo de tristeza en la luz de sus miradas,
lentas como la paz que anidan; pero el corazón les es espejo del cielo, desde
que así se lo enseñaron, aun antes que los misioneros cristianos, los sabios
que desde sus orígenes les fueron guiando hasta adentrarles en este gran
misterio de la vida, amasada con penas y esperanzas, entre el frío de la luna
y la claridad del sol, entre noches y días, entre vidas y muertes. |
Hay
un cántico antiguo en el que se pregunta: «¿Mientras sufrimos, a dónde
vamos?» Y se responde: «Que no haya aflicción, porque llegaríamos a enfermar
y nos causaría la muerte. Por el contrario, esforcémonos todos porque tenemos
que ir al lugar del misterio». Es el propio hombre, portador de este misterio
que le lleva a Dios, mientras con todos los hermanos, se hace pueblo-mazorca
de corazones para restituirse al «Dador de la vida». Porque Dios es Dios de
vivos, por encima de todas las muertes, y es promesa y fuente de felicidad y
de paz, por encima de las desgracias. Y, más allá de la justa compasión,
hemos de recoger este talante, del que nos han dado ejemplo. |
{4
(124)} |
3.
Un pueblo de pujanza cristiana |
MÉXICO
ES, todavía, un gigante dormido, un magnífico pueblo joven que no ha
concluido el proceso definitivo de su entroncamiento con los colonizadores
españoles, que confundieron con seres sobrehumanos, caídos del cielo o
surgidos del mar, con un vigor tal que iban a truncar, de un tajo, todo el
esplendor de la riqueza cultural propia de los asustados indígenas. Demasiado
tarde se dieron cuenta éstos de que habrían podido resistir a la invasión, y
evitar que fuese troceado su arte, borrada su lengua, despreciadas sus leyes
y costumbres. Aquellos hombres blancos, aunque pocos en número, eran para
ellos como dioses o demonios extraños, equipados con artilugios que escupían
fuego mortal, igual como podríamos pensarlo nosotros si se nos aparecieran
extraterrestres asaetándonos con rayos láser. |
Los
mexicanos que Hernán Cortés encontró, no eran salvajes. En algunos aspectos
su civilización superaba a la de los europeos, por ejemplo en la astronomía,
en las ciencias matemáticas a principios de la era cristiana, antes que los
hindúes (s. VI), inventaron el cero y el principio de posición, que facilita
los cálculos aritméticos. Tenían escritura, que de ideográfica (al estilo de
los jeroglíficos egipcios) había llegado a formas de tipo fonético, como en
la representación convencional de los sonidos elementales del habla, tal como
ocurre en los idiomas europeos. |
No
se trata aquí de hacer una descripción panegírica de su arte, de
manifestaciones colosales y multiformes y coloridos aditamentos decorativos
de intención más pacífica que la que aparece en los monumentos griegos,
romanos o egipcios. Se puede decir que los mexicanos tenían los ojos y el
corazón en las manos y los dedos, como todavía nos muestran hoy en las
maravillas que, con frescor de obra {5 (125)} recién creada ofrecen en los
tejidos, cerámicas y objetos que se pueden encontrar en tiendas, mercados y
zócalos. |
Pero
les faltaba la rueda, como parte y hasta medida del desarrollo técnico. En
compensación la industria petrolífera la compensa en la actualidad de aquella
carencia, porque han entrado, no sin convulsiones frente al nuevo
colonialismo económico, en la era de la técnica, ocupando el quinceavo lugar
entre los países más desarrollados del mundo. |
Sin
embargo, no todo fue negativo en aquella conquista hecha, como todas las
conquistas, en beneficio principal de los conquistadores. |
Históricamente,
las huestes de Hernán Cortés, aunque sin apercibirse de ello, cerraban el
círculo humano con los descendientes de los primeros pobladores de América
que, 30.000 años antes, habían cruzado el estrecho de Bering, por Siberia, en
busca de caza y se hicieron finalmente sedentarios al dedicarse al cultivo
del maíz, estableciéndose en aquel cono fogoso, ubérrimo y florido, que
abraza un mar de islas como estrellas. |
Allí
adorarían a Dios, mejor dicho, a muchos dioses, hasta hacer de la muerte y la
vida, un misterio que se confunde y, poco a poco, los más sabios de sus jefes
y maestros desembocaban en el monoteísmo, como si la Providencia preparara
con los poemas que escribían, el anuncio inmediato del Evangelio. |
Y
así fue. Se ha dicho del pueblo mexicano, que es el pueblo más religioso del
mundo, al que ninguna opresión, ninguna persecución, ninguna guerra han
podido extirpar esa como natural disponibilidad para el misticismo. No
importa que las leyes sean absolutamente laicas. Hace medio siglo, el
presidente Cárdenas proclamaba: «Estoy cansado de cerrar iglesias para
encontrármelas llenas luego; de ahora en adelante las dejaré abiertas,
educaré al pueblo y dentro de diez años las iglesias estarán vacías». Pero se
equivocó... porque las iglesias continúan llenándose. |
Y
no porque hayan cambiado las leyes; éstas siguen, aunque no se cumplen, y hoy
nadie se preocupa por ello. |
{6
(126)} Hay, no obstante, en los rostros de los mexicanos, y a pesar de la
gran facilidad y buen gusto de que disponen para la festividad y la
participación en la música y la danza, un sello de tristeza de alma herida,
por lo mucho que, sin duda, les ha tocado sufrir. |
Queda,
en el subconsciente común, la añoranza de una civilización que fue barrida,
frente a cuya pérdida, los estudiosos actuales más enamorados por la
identidad original que quisieran salvar, se sienten impotentes, aunque
recojan como Coyas los restos recuperables de tan magnífica herencia.
Afortunadamente la Iglesia llevó allí gentes como fray Bartolomé de las
Casas, ardoroso defensor de los indios, o como el venerable Juan Palafox y
Mendoza, e incluso, con desigual éxito, algún virrey tomó interés en combatir
la esclavitud, como Luis de Velasco, fundador de la primera Universidad de
México. Puede bien decirse que no todo fue «sed de oro» en los colonizadores,
porque es cierto que también abrieron la puerta a los predicadores del
Evangelio, {7 (127)} y esa predicación no fue vana. |
Cuando
los cristianos de allí recuerdan la historia de sus orígenes, bendicen a los
misioneros que les anunciaron a Cristo, sin poder evitar una palabra de
nostalgia y resignación todavía no cerrada, por lo que la colonización
destruyó y que, de ley natural, todos tenemos derecho a exigir que se nos
respete deber de respetar en los demás. |
A
veces tampoco falta quien afirme que lo que históricamente se compute como
"injusticia" fue el "precio" a pegar por el beneficio de
la evangelización. Pero todos sabemos que la evangelización no puede jamás
ponerse a precio, pues dejaría de ser evangelización, y no pasaría de
estrategia de desplazamiento o substitución cultural. El Evangelio,
afortunadamente, lleva en sí mismo el vigor divino de una gemilla
sobrenatural, de modo que incluso cuando corre el riesgo de ser reducido a instrumento
de utilidad humana, no puede conculcarse el fermento interior de su verdadero
espíritu, y escapa y vence cualquier manipulación, como semilla que muere
pero se convierte luego en espiga, reafirmándose en su fecundidad y
convirtiendo en hijos de Dios a los que lo reciben con sencillez,
transformándose en gratuidad liberadora. Como el sol que adoraban los
aztecas, que si bien moría todas las noches, resucitaba esplendoroso cada
mañana, para proclamar y dar más vida. Por eso México transformó en
cristalina su pujanza vital, e irá creciendo hasta la medida de la edad de
Cristo. |
Muerte
puede dar cualquiera: |
vida,
sólo puede hacerlo Dios, luego sólo con darla podéis a Dios pareceros. |
Sor
Juana Inés de la Cruz, (mexicana, 1651-1695) |
Por
la orilla del agua. |
En
un cierto tiempo |
que
ya nadie puede contar, |
del
que ahora ya nadie puede acordarse... |
quienes
aquí vinieron a sembrar |
a
los abuelos, a las abuelas… |
por
el agua en sus barcas, |
vinieron
en muchos grupos, |
y
allá arribaron a la orilla del agua, |
a
la costa del Norte, |
y
allí fueron quedando sus barcas... |
Enseguida
siguieron la orilla del agua, |
buscando
los montes, |
algunos
los montes blancos, |
y
los montes que humean... |
Sus
sacerdotes los guiaban, |
y
les iba mostrando el camino su dios. |
Después
vinieron, |
allí
llegaron, |
al
lugar que se llama Tamoanchan, |
que
quiere decir: |
«nosotros
buscamos nuestra casa»... |
Y
allí en Tamoanchan |
estaban
los sabedores de cosas, |
los
llamados poseedores de códices, |
los
dueños de la tinta negra y roja. |
Traducida
del nahuatl de los Informates indígenes de Sahagún, en el Códice Matritense
de la Real Academia, fol. 191 v. |
{8
(128)} |
4.
Cronología de las fundaciones del Oratorio en México |
CIUDAD
| FUNDACIÓN | ERECCIÓN PONTIF. | PAPA |
Puebla
de los Ángeles | 1651 | 1671 | Clemente X |
México
| 1659 | 1679 | Inocencio XII |
Guadalajara
| 1679 | 1702 | Clemente XI |
San
Miguel de Allende | 1712 | 1727 | Benedicto XIII |
Oaxaca
| 1661 | 1732 | Clemente XII |
Querétaro
| 1753 | 1760 | Clemente XIII |
Orizaba
| 1767 | 1774 | Clemente XIV |
»
(restauración) | 1965 | 1974 | Pablo VI |
Guanajuato
| 1770 | 1794 | Pío VI |
León
| 1838 | 1841 | Gregorio XVI |
Tlalnepantla
| 1962 | 1966 | Pablo VI |
San
Pablo Tepetlapa | 1973 | 1974 | Pablo VI |
En
otras páginas de este mismo número ampliamos esta referencia esquemática con
algunas notas históricas sobre el Oratorio en la República Mexicana, y su
proyección actual. |
{9
(129)} |
5.
HIMNO AL DADOR DE LA VIDA |
En
el México antiguo se creía que, para encontrar al Dador de la vida, había que
buscarlo por los caminos del arte, entre flores y cánticos. Así se desprende
de la mayoría de himnos y poesías recogidos de las tradiciones precolombinas,
de lo que pueden ser ejemplo los dos fragmentos que reproducimos, traducidos
del náhuatl, y llegados hasta los siglos XV y XVI, conservados y transmitidos
en los códices usados en los antiguos centros de educación, donde los
enseñaban los sabios indígenas; el primer fragmento, traducido por Miguel
León-Portilla y, el segundo, por Adrián Recinos. |
I |
NO
en parte alguna puede estar el inventor de sí mismo, |
por
todas partes es también venerado. |
Se
busca su gloria, su fama en la tierra. |
Él
es quien inventa las cosas, |
él
es quien se inventa a sí mismo: Dios. |
Por
todas partes es invocado, |
por
todas partes es también venerado. |
Se
busca su gloria, su fama en la tierra. |
Nadie
puede aquí, |
nadie
puede ser amigo |
del
Dador de la vida: |
sólo
ser invocado; |
a
su lado, |
junto
a él, |
se
puede vivir en la tierra. |
Nadie
en verdad |
es
tu amigo, |
¡oh
Dador de la vida! |
{10
(130)} Sólo, como si entre flores |
buscáramos
a alguien, |
podemos
buscarte nosotros, |
que
vivimos en la tierra, |
mientras
estamos a tu lado... |
II |
¡MÍRANOS,
escúchanos! |
No
nos dejes, no nos desampares. |
¡Oh
Dios, que estás en el cielo y en la tierra, |
corazón
del cielo, corazón de la tierra! |
Danos
nuestra descendencia, nuestra sucesión, |
mientras
el sol camina y haya claridad. |
¡Que
amanezca, que llegue la aurora! |
Danos
muchos buenos caminos, |
caminos
planos. |
Que
los pueblos tengan paz, |
mucha
paz |
y
sean felices, |
y
danos buena vida y existencia útil... |
{11
(131)} |
6.
Tres siglos del Oratorio en México |
DESDE
ESTAS mismas páginas nos habíamos ocupado del Oratorio en México, cuando nos
dio motivo para ello el viaje del Papa a aquellas tierras (conf. «LAUS», nº
165, de Febrero de 1979). Pero ahora, teniendo allí hermanos tan queridos, no
podemos alejarlos de nuestro pensamiento, y el corazón nos lleva a hablar,
una vez más, de ellos. Les hemos tenido presentes en nuestras oraciones desde
el primer momento, cuando la incomunicación convertía en angustia la demanda
de noticias, pues algunas de nuestras casas están en el mismo centro donde
los estragos sísmicos han causado mayores desastres. Luego, a los pocos días,
hemos podido saber que ninguno de nuestros hermanos había sufrido daño físico
alguno y que seguían en pie nuestros templos y casas, lo cual les ha
permitido prodigarse generosamente en socorrer a las numerosas víctimas y
colaborar en los trabajos de socorro y recuperación, de lo que nos ha dado
ejemplo la ciudadanía mexicana. |
|
Tres
Oratorios principales |
Sin
quitar el mérito a ninguno de los Oratorios mexicanos, tres de ellos revisten
una particular importancia: el Oratorio de Puebla de los Ángeles, el de la
ciudad de México y el de San Miguel de Allende. |
La
Concordia |
Los
cimientos del Oratorio de Puebla, se remontan al año 1651, cuando se erigía
en aquella diócesis, pastoreada, hacía poco, por el venerable Juan {12 (132)}
de Palafox y Mendoza, una Hermandad llamada «Concordia de Caridad
Eclesiástica», compuesta de sacerdotes diocesanos que tomaban como modelo a
san Felipe Neri. La devoción a nuestro Santo la había sembrado el obispo Juan
de Palafox (Fitero, 1600 - Burgo de Osma, 1659) el cual, después de ocupar la
sede diocesana de la ciudad de México y remodelado su universidad, regresó a
España y contribuyó, secundando a Juan Bautista Feruzo, a la fundación de las
«Santas Escuelas de Cristo», de inspiración estrictamente filipense,
auténticos rescoldos de vida de perfección cristiana, de oración y de
caridad, compatible con la permanencia en el mundo, con frutos de santidad
que han llegado hasta nuestros días, en las cuales, a diferencia de la
«Concordia» fundada en Puebla, admitían no sólo a eclesiásticos, sino también
a seglares. La primera «Escuela de Cristo» se fundó en Madrid en 1653,
posteriormente refrendada con aprobaciones pontificias y extendida luego a
Italia y también al Nuevo Mundo. |
Primer
Oratorio de América |
Con
este precedente y otras incidencias que podemos pasar por alto, se llegó a la
formal erección canónica del Oratorio de Puebla de los Ángeles, en Nueva
España (así se llamaba entonces el Virreinato de México), en la fecha del día
26 de Mayo, Festividad de san Felipe Neri, del año 1669. Podemos considerar
como fundador a su Prepósito, el Padre Juan García de Palacios, que llevó
todo el peso de las gestiones necesarias, tanto cerca de las autoridades del
Virreinato de Nueva España, como de la corte de la metrópoli, además de las
eclesiásticas y, enseguida, emprendió la edificación de la casa e iglesia del
Oratorio (1670). En sentido estricto, la Congregación del Oratorio la
constituían sacerdotes que llevaban vida común, pero junto a éstos, los demás
sacerdotes de la precedente Concordia también laboraban en el común
apostolado y ejercicios de oración. |
Apostolado
con los Indígenas |
De
este modo el Oratorio recién erigido contribuyó no poco al buen espíritu de
los sacerdotes poblanos y llevó a cabo una tarea de apostolado catequístico
muy eficaz. Para ello, el P. García de {13 (133)} Palacios dispuso que los
miembros del Oratorio aprendieran las lenguas que hablaban los indígenas,
puesto que el Oratorio no debía ser de ninguna manera un instrumento de
colonización, sino de evangelización cristiana. |
Sin
embargo, este respeto por la cultura del lugar, tan propio de la tradición
filipense, opuesta a los centralismos, no debe entenderse como una
resignación o encerramiento provinciano, pues el mismo Oratorio de Puebla nos
daría ejemplo de contar con una de las primeras imprentas llevadas al Nuevo
Mundo. Se cultivaron las letras, tuvo miembros ilustres y así fueron más
capaces para llevar a cabo su misión, tanto entre las gentes sencillas como
entre las más ilustradas. |
La
imprenta |
A
propósito de la imprenta, es de reseñar que fue en la del Oratorio en que
Agustín de Iturbide consiguió imprimir la «Iguala», o plan de las tres
garantías (independencia, aceptación del catolicismo, igualdad ciudadana),
que luego distribuiría por toda la nación, como todavía consta en una lápida
pegada a los muros de la antigua imprenta del Oratorio. |
El
Padre Sedeño |
A
principios de este siglo tuvo el Oratorio de Puebla, una figura todavía
recordada con imborrable amor por toda la ciudad: el Padre Vicente de Jesús
Sedeño, fallecido como un santo el 1932. A él se debe la reparación general
de la iglesia, que tenía sobrada necesidad de ser restaurada, después de los
daños sufridos en guerras, terremotos y expoliaciones. En particular es
notable la joya de la capilla del Sagrario, el más hermoso de la ciudad, con
ser muchas las bellezas que la enriquecen. De todos modos, la principal y más
querida dedicación del Padre Sedeño la constituyó, además del cuidado de las
vocaciones más jóvenes de la casa, el apostolado con los más necesitados, con
los niños, con los obreros, perpetuando así los ideales que fueron el alma de
los primeros hijos de san Felipe, en Puebla. |
Precedentes
del Oratorio en la ciudad de México |
Todavía
en nuestros días, para designar el Oratorio en Puebla, se le llama la
«Concordia», en recuerdo de sus orígenes, de hace bien cumplidos tres siglos. |
{14
(134)} Sería la ciudad de México que contaría con el segundo de los oratorios
fundados allende los mares. Y sucedería de algún modo parecido a como ocurrió
en Puebla de los Ángeles. También se daría el precedente de una asociación o
hermandad de sacerdotes seculares que luego, sin ser totalmente Transformada
o absorbida, daría Lugar a la que fue propiamente la Congregación del
Oratorio. El primer nombre que tomó fue de «Unión Confraternidad del Oratorio
de san Felipe Neri», y la fecha de su fundación se remonta al año 1657. |
Su
fundador fue el presbítero Antonio Calderón de Benavides, que reunió a varios
amigos suyos, también sacerdotes, en número de treinta y tres, posteriormente
aumentado. Obtuvieron la aprobación de sus primeras Reglas o Constituciones
en enero de 1658 e iniciaron su reunión el mismo día de san Felipe Neri, 26
de mayo, de aquel año. Su primer domicilio fue la iglesia por lo que de san
Bernardo, que a todas luces resultaba incapaz, pasaron al templo de
Balvanera, en mayo del 1659 y adquirieron algunas casas en la calle
occidental del Arco de san Agustín y allí levantaron una capilla chica. |
La
fundación |
Se
dedicaban a la predicación, a los demás ministerios sacerdotales y, en
especial, al cuidado espiritual de los enfermos, especialmente sacerdotes. La
comunidad creció y edificaron casa en 1684. Hubieron de superar muchas
dificultades, especialmente administrativas, pues les faltaba la autorización
real que tardaba en llegar de España. Finalmente los Breves Pontificios
obtuvieron el necesario (¡entonces!) «pase regio» que se concedía en la corte
de Madrid el 28 de julio de 1701, por lo cual se aprobaba la erección y
fundación de la Congregación del Oratorio de san Felipe Neri, de México. Así
pasaba aquella «Unión» fundada por el Padre Antonio Calderón de Benavides, a
ser la «Congregación del Oratorio» de México. |
El
paso a la "Profesa" |
Ello
daba ánimos a los oratorianos finalmente reconocidos se pusieron a edificar
otra iglesia, que se conocería como «San Felipe Nuevo», en referencia al «San
Felipe Viejo» anterior. Pero un terremoto (1768) vino a dañar gravemente la
nueva construcción al tiempo que dejaba prácticamente en ruinas San Felipe
Viejo. No lejos {15 (135)} de allí había una iglesia cerrada: era la de la
Casa Profesa de los jesuitas, que hacía un año habían sido expulsados por
Carlos III, y el gobierno permutó la propiedad dañada de los oratorianos, por
la iglesia y casa llamada todavía ahora «La Profesa». |
La
expulsión de los jesuitas repercutió en el apostolado de los oratorianos
quienes, además de sus actividades propias, de alguna manera substituyeron
los «ejercicios espirituales» ignacianos por tandas de retiros, tanto en
Puebla como en México ciudad. |
Dos
historias |
La
profesa cuenta con una rica pinacoteca, en la que se enlazan las dos
historias de los hijos de san Felipe y san Ignacio, en México. En cuanto a la
iglesia, hubo de ser interiormente restaurada por el arquitecto y escultor
valenciano Manuel Tolsá (Enguera, 1757―México, 1816), remodelada con
gusto neoclásico y barroquismo italianizante. Son de destacar el san Felipe
del altar mayor, y la Inmaculada, situada debajo del coro, en un lateral,
obra del mismo Tolsá, que también dejó huellas de su arle en Puebla y en la
catedral de la ciudad de México. |
Cultura
y expansión misionera |
A
partir de la Edad Moderna, las inquietudes por el progreso, casi siempre han
ido acompañadas por el arte de la imprenta, y así es fuerza recordar que el
fundador del Oratorio de México era maestro impresor y miembro de una familia
de tipógrafos, muy apreciados. Ello tal vez indique por qué el Oratorio de
México se ha señalado siempre por contar, entre sus miembros, a elementos
preocupados por la cultura. Y ahora mismo simultanea su trabajo apostólico
ejercido magníficamente en el centro de la ciudad, como base en la
frecuentadísima iglesia de la Profesa, con el parroquial en un barrio más
modesto, como es el de la colonia Jardín Balbuena, en la iglesia del Sagrado
Corazón y san Felipe Neri, situada al oriente de la ciudad, muy cerca del
aeropuerto, y el que mantiene en Prado Vallejo, donde además tiene la propia
casa de formación para sus candidatos, y el trabajo en la Universidad. |
Puede
decirse, sin exagerar, que el Oratorio de México es floreciente. En estos
mismos años ha dado lugar a dos nuevas fundaciones en la misma ciudad, con lo
que ha {16 (136)} expansionado su celo hacia la periferia, necesitada de una
pastoral verdaderamente misionera, frente al incesante flujo de inmigrantes
que se suman caóticamente a esta ciudad, que constituye actualmente el mayor
aglomerado humano del mundo, con dieciocho millones de habitantes. |
Oratorio
en los suburbios |
La
primera de estas fundaciones se debe al Padre Jesús Castillo, que tuvo lugar
en 1962. Está situada al Norte de la ciudad, en Tlalnepantla, un pueblo
absorbido y sometido a un brutal proceso de proletarización debido a la
rápida industrialización. Allí los Padres tienen tres iglesias o «capillas»
(como allí las llaman), además de una hermosa iglesia recién construida,
junto a la casa. |
Se
les conoce como el Oratorio de san Felipe de la colonia de Viveros de La
Loma. |
En
el polo opuesto, en san Pablo Tepetlapa, junto a la calzada de Tlalpan, hacia
el Sur, hay la otra fundación, que emprendió el Padre Miguel Herrera, en
1973, y tiene a su cargo toda una constelación de «capillas»: en conjunto
doce templos, algunos magníficos y funcionales en su modernidad. Pero lo más
hermoso es la gente que a ellos acude, preponderantemente joven, receptores
entusiastas del apostolado de los Padres, colaboradores fieles en las obras y
en el culto, hasta el punto que, en alguna de estas iglesias, los laicos
recitan, todos los días, una parte del oficio divino, pueda o no pueda acudir
el sacerdote que lo preside. Además, cerca de Cuernavaca, los Padres tienen
una casa para retiros y cursillos formativos, especialmente para jóvenes. |
En
conjunto, los Padres de los tres Oratorios de la ciudad de México, atienden a
una población de cerca de 300.000 almas. |
San
Miguel de Allende |
Pero
en un resumen sobre el Oratorio en México, no se puede olvidar el de San
Miguel de Allende, en el Estado de Guanajuato, ciudad de apenas 40.000
habitantes, que conserva todo su encanto colonial. La del Oratorio de san
Felipe Neri, es la más notable iglesia de la ciudad. La fundación se remonta
al año 1712 y fue emprendida por el Venerable Padre Juan Antonio Pérez de
Espinosa, sacerdote de Querétaro, que fue llamado a predicar la {17 (137)}
Cuaresma a la entonces denominada Villa de San Miguel el Grande, y por el
mucho fruto alcanzado fue rogado a quedarse allí, y comenzó a llevar vida
común con otros sacerdotes, tomando a san Felipe por modelo. |
Semillero
de vocaciones |
Se
preocupó sobremanera por dar instrucción y formación cristiana a jóvenes y
adultos. Hubo de pasar por muchas dificultades e incomprensiones, que no
sirvió para otra cosa que para acrisolar su virtud, pues no cesó en su
perseverancia, aunque tuvo que venir a Europa para obviar las dificultades y
dudas que la lejanía creaba entre colonia y metrópoli, incluso en lo
religioso. En España visito los Oratorios y en especial ayudó a los Padres de
Córdoba, con tiempo, todavía, para fundar el Oratorio de Málaga, sin perder
ocasión para hacer el bien en todas partes. La vida de este Padre constituye
un capítulo glorioso del Oratorio de San Miguel de Allende, que seguramente
Dios bendijo convirtiéndolo en semillero de vocaciones oratorianas que luego
se repartían por los restantes Oratorios mexicanos. |
El
filósofo Gamarra |
Gloria
del Oratorio de San Miguel de Allende también fue el Padre Benito Díaz de
Gamarra y Dávalos, de corta vida (1745-1783) pero llena de virtudes, de
inquietudes intelectuales y de amor al Oratorio. Filósofo, educador, inti
luce Filosofía Moderna en América y elabora el {18 (138)} primer texto del
siglo XVIII usado en la Real y Pontificia Universidad de México. Comisionado
por su Congregación, vino a Europa, conoció probablemente al Padre Vicente
Tosca, del Oratorio de Valencia, con inquietudes parecidas a las del joven
Gamarra, estuvo en Portugal e Italia y regresó a América cargado de libros,
experiencias y conocimientos. Elevó el nivel intelectual del colegio del
Oratorio, puesto bajo la advocación de san Francisco de Sales. |
Guanajuato |
En
la ciudad de Guanajuato, ciudad cabeza del Estado del mismo nombre, se había
fundado poco antes (1770), por el Padre Nicolás Pérez de Arquitigui, un
Oratorio, que tiene su sede precisamente junto a la Universidad, lo cual
determina uno de los aspectos más destacados de su apostolado. Ciudad de
tradición culta y rica, a lo que no le es ajena la famosa Universidad y las
minas de plata próximas, aunque actualmente agotadas. |
León |
La
ciudad de León, que es la mayor y más industrializada de la zona conocida
como El Bajío, cuenta también con un floreciente Oratorio, fundado en 1838
por el P. José Manuel Somera. Tienen dos iglesias y una preferente dedicación
a la juventud. Como los dos anteriores pertenece al Estado de Guanajuato. |
Orizaba |
El
Oratorio de Orizaba, en el Estado de Veracruz, fue iniciativa del virtuoso
sacerdote Manuel José Ancermo, en {1774. Este Oratorio sufrió mucho con las
guerras (paso de} las tropas francesas para entronizar a Maximiliano) y
finalmente por un fuerte temblor de tierra (1865) que determinó su ruina. En
1965, el Padre Miguel Angel Rodríguez de la Vega emprendió la restauración y
lleva ahora una fructífera labor en la ciudad, famosa por contar con la mayor
fábrica de cerveza del país y por encontrarse al pie del pico más alto (5.700
m.), siempre cubierto de nieve. |
En
Orizaba nuestros hermanos desenvuelven sus actividades en tres iglesias, una
de ellas recientemente construida, lo mismo que la casa, apenas inaugurada.
Dedican especial esmero a la Liturgia y al apostolado de los jóvenes. |
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