Publicación
mensual del Oratorio. |
Núm.
264. FEBRERO. Año 1990 |
0.
SUMARIO |
PENSAMIENTOS
y sentimientos, ideas y verdades: he aquí lo que va conformando el corazón y
la vida del hombre. Los sentimientos conmueven, aunque a veces alteran el
dominio de la razón; las ideas, o representaciones intelectuales de lo que
puede ser objeto de nuestro conocimiento, pueden ser falsas, falsificadas o
incompletas, sobre todo cuando se reciben o expresan con la interesada
presión de la propaganda. Solamente la verdad ilumina y se difunde como
pensamiento, libertad y vida en el ser que la acepta. Buscar con esperanza la
verdad y abrirnos a ella, para que nos ilumine corazón adentro, y desde el
corazón, como centro de la vida, a la vida entera. Newman, buscador
incansable de la verdad, nos advertiría: no todo lo que deslumbra ilumina,
sólo lo que ilumina salva. |
PARA
PEDIR LA LUZ DE LA VERDAD |
VERDADES |
CENTENARIO
DE NEWMAN (1890-1990) |
JOHN
HENRY NEWMAN |
NEWMAN,
RECIBIDO EN LA IGLESIA CATÓLICA |
NEWMAN.
LA IGLESIA DE LOS SANTOS |
{1
(21)} |
1.
Tiempo de oración: PARA PEDIR LA LUZ DE LA VERDAD |
Yo
haría siempre esta súplica: |
Dios
mío, creo firmemente |
que
tú puedes iluminar mi obscuridad, |
que
solamente tú puedes hacerlo. |
Yo
deseo, con todas mis fuerzas, |
que
se disipen mis tinieblas interiores. |
Desconozco
los caminos que has dispuesto para mí, |
pero
sé que tu poder y lo que anhelo |
son
razones suficientes para pedirte |
lo
que no puedes dejar de concederme. |
Te
prometo, desde ahora mismo, |
que,
ayudado por esta gracia que te estoy pidiendo, |
abrazaré
todo cuanto perciba como verdad cierta. |
Y,
con tu auxilio, |
combatiré
el peligro de engañarme y dejarme llevar |
por
lo que busca la naturaleza, |
en
contra de lo que la razón aprueba. |
Amén. |
John
H. Newman, C. O., MD 262 2 (22) |
{2
(22)} |
2.
Verdades |
NADA
apasiona tanto a los hombres como el problema de la verdad: buscada o temida,
está en todos los deseos y actuaciones de los mortales. Hasta la mentira nace
del artificio de querer ocultar el déficit de verdad. Todos queremos afirmar
lo que somos. Después de descubrir la realidad de nuestro ser, enriquecemos
nuestra mente si cuidamos de ser auténticos en nuestras relaciones con el
universo que nos circunda, tanto visible como espiritual. Mentimos cuando no
aceptamos la medida y el límite de nuestro ser personal o nuestra razón y
deformamos nuestra identidad, temerarios y miedosos a la vez, huyendo de la
lógica de la sencillez, ocultando todo o parte de la realidad o estragando el
resto que nos resulta favorable. Las perversiones de la verdad son el
contraluz de la necesidad que de ella tenemos, hasta el punto de no dudar en
traicionar nuestra conciencia y engañar a los hombres, exhibiendo o
cultivando apariencias, pero sin que podamos engañar a Dios y ni siquiera a
nosotros mismos. Podemos aplazar el conflicto que la verdad nos plantes, pero
no evitarlo absolutamente: no podemos destruir nuestra conciencia y,
todavía menos, ocultarnos de Dios, ni aquí ni más allá del tiempo. |
La
verdad es herniosa, inevitable, necesaria. Es apetecida por la inteligencia
«como su alimento» (s. Agustín). La grandeza del hombre consiste en que es un
ser consciente y libre, y, por ello, semejante a Dios, pero la libertad es
fruto de la posesión de la verdad, como dijo Cristo. En realidad, nadie hay
más esclavo que el ignorante. |
El
pecado es siempre una falsificación y una forma de esclavitud. |
El
hombre desea y necesita la verdad, pero la experiencia nos descubre que es
capaz de manipularla o de esconderla, cuando se propone triunfos mundanos
demasiado rápidos, metas injustas, vanidades, o para huir de vergüenza y
acusaciones. |
Los
mártires son los testigos pacíficos y heroicos que no solamente la buscan,
sino que la defienden y prefieren a todo. La verdad, cuando sorprende, exige
adecuarnos a ella, convertirnos hasta ajustarnos a su baremo. Pretender
ignorarla, ocultarla, rechazarla, no impide jamás que, al fin, se imponga, y
que lo que fuera un reclamo o invitación se transforme en acusación y
sentencia que confunde y condena. |
{3
(23)} Lo de «mi verdad y la tuya» no relativiza la verdad. El poeta escribió
para caminantes que buscan la luz, mientras andan y crece y se anuncia para
un amanecer próximo y único, que ha de bañar en claridades a todos los que la
han deseado, con respeto del esfuerzo de los demás y con fidelidad y
perseverancia que no cede en el esfuerzo propio. |
Los
que no pecan contra la verdad están siempre cerca de Dios, aunque no sepan su
nombre. Los que tienen hambre y sed de ella tienen hambre y ved de Dios, y
serán saciados. Un día verán que sólo él es la única Verdad que ha dado
realidad a todo, que ha aureolado de belleza todas las cosas para convertir
la realidad en magnífica gloria suya. Los santos son los hombres que han
descubierto este orden y se han admirado y han sido fieles a su sentido. |
«Nunca
he pecado contra la luz» pudo decir, con absoluta sencillez John Henry
Newman, al final de su camino de fe. Ése fue todo el misterio de su unión con
Dios, de su santidad; en él se resumía toda la densidad de su vida. Dios
presente en su conciencia y manifestándosele desde la penumbra de las sombras
y a través de la fragilidad de las imágenes hasta el resplandor de la verdad
de Dios, evidencia interior que anticipa sobrenaturalmente la fe, hasta que
se hace visión, más allá de la vida, cuando Dios es la Verdad de todas las
verdades. |
Es
evidente que un requisito para encontrar la verdad es tener ansia por
encontrarla. La verdad es algo demasiado sagrado y referido a Dios, para que
sea sacrificada a la mera gratificación de la fantasía, o a la diversión de
la mente, o al espíritu de partido, o a los prejuicios de la educación, o a
la adhesión, por amigable que sea, a las opiniones de los maestros humanos.
La modestia, la paciencia y la prudencia son disposiciones de la mente tan
indispensables a la investigación filosófica como la seriedad y el deseo más
vehemente. |
John
H. Newman, C. O., US 7-8 |
{4
(24)} |
3.
CENTENARIO DE NEWMAN (1890-1990). Noticias y conmemoraciones. |
●
En este mes de febrero se celebra, en el Oratorio de Birmingham, la
inauguración oficial del primer centenario de la muerte del cardenal John
Henry Newman, con una Eucaristía de pontifical, que presidirá el Sr.
Arzobispo de aquella diócesis y en la que estará presente el Lord Mayor (o
presidente de la corporación municipal). A la celebración litúrgica seguirá
un acto solemne en el palacio del Ayuntamiento, de modo que la Iglesia y la
Ciudad de Birmingham muestren su hermandad, toda vez que el recuerdo de
Newman es motivo de gozo tanto para los católicos como para todos los
ciudadanos, allí donde dedicó la mayor parte de su prolífera vida, después de
Oxford. |
●
En la Universidad de Oxford, durante los meses de enero y febrero de este
año, organizado por el «Provost» del Oriel College y el Presidente del
Trinity College, tienen lugar, los martes, una serie de siete conferencias
sobre los siguientes títulos: «Newman, el hombre», «Newman y Oxford»,
«Significación de Newman como teólogo para la Iglesia Anglicana»,
«Significación de Newman como teólogo para la Iglesia Católica», «La labor de
Newman como filósofo de la Religión», «Newman como escritor» y «Newman como
teórico de la educación». |
●
En Bélgica, promovidos por la Universidad de Lovaina y por el Centro
«Godsheide», se han organizado una serie de «Estudios de Fin de Semana», en
lengua flamenca, que se prolongarán durante todo el presente año, sobre la
vida y la obra de John Henry Newman. Además, el profesor de la misma
Universidad, Dr. Robrecht Baudens, dará varias conferencias en Duffel,
Heverlee, Averbode y Brujas, con iguales temas. |
●
En Roma, el Centro de Amigos de Newman lleva a cabo una meritoria labor de
difusión del conocimiento y estudio de la figura de Newman. Dispone de una
magnífica biblioteca específicamente newmaniana, y ejerce un apostolado de
información, difusión de las obras de {5 (25)} Newman y de relación con
centros y estudiosos de la figura del gran convertido de Oxford y preclaro
hijo de san Felipe Neri. |
●
En Milán, la Universidad Católica del Sagrado Corazón, con la cooperación de
la Interregional Facultad de Teología, también lleva a cabo, a lo largo del
presente año, varias series de conferencias sobre la figura, el pensamiento y
la significación de Newman. |
●
En Alemania y Austria, Newman ha sido igualmente conmemorado en diversos
actos académicos, con ocasión de las aperturas de cargo, además de sesiones
especiales de fin de semana, para divulgar la vida y la obra del Cardenal
Newman. Pero ya, en el año pasado junio y julio de 1989), en la Universidad
Albert Ludwigs, de Friburgo de Brisgovia (Alemania Federal), tuvo lugar un
simposio de profesores universitarios procedentes de aquélla y de las
Universidades de Estrasburgo y Bristol, en colaboración con la «Deutsche
Newman-Gesellschaft». Esta Asociación Newman Alemana tiene por finalidad la
promoción del intercambio científico de ideas sobre las obras de John Henry
Newman, su vida, y la historia de su influjo, y está en relación con las
Asociaciones y Centros Newman de otros países. |
●
En Estados Unidos de América, la «University of St Mary of the Lake», en
Mundelein (Illinois), tuvo un simposio sobre «Newman y la Conversión», en el
verano pasado. También, la «Catholic University of America», en Washington,
organizó un simposio, en el mes de noviembre de 1989, sobre «Relevancia
actual del Cardenal Newman». Al discurso científico de tal simposio siguió un
magnífico concierto, con la ejecución de «The Dream of Gerontius», oratorio
musical compuesto por Edward Elgar sobre el poema de Newman. El concierto
tuvo lugar en la St Matthews Cathedral, de Washington, por el coro y orquesta
de la Universidad y notables solistas. |
●
Otras conmemoraciones se prevén en el transcurso del presente año, no sólo en
Europa y América, sino también en Australia y el Japón. Por supuesto, los
Padres del Oratorio de San Felipe Neri, en todas partes, le dedican especial
atención y contribuyen con el trabajo de traducciones y comentarios que
pongan de manifiesto la importancia que para la Iglesia de su tiempo y para
nuestros días tiene la figura de John Henry Newman, no solamente en el mundo
de las ideas y de sus intuiciones renovadoras del cristianismo, sino de su
vida espiritual y el ejemplo de su santidad. |
{6
(26)} |
4.
JOHN HENRY NEWMAN: Crónica de un amor a la verdad |
Meriol
Trevor, Ediciones Sígueme. |
HE
aquí un libro que era necesario para los interesados de habla castellana sin
acceso a las varias y buenas biografías del gran convertido de Oxford que
existen en otras lenguas, principalmente en inglés, francés o alemán. |
En
medio de las muchas conmemoraciones e iniciativas que en diversas partes del
mundo tienen lugar en este «Año de Newman», también en España se han
publicado, con motivo del centenario newmaniano, algunas traducciones que
pueden considerarse esenciales para aproximarse al conocimiento armónico de
esta gran figura del cristianismo moderno, que, desde la fe recibida en el
seno de la Iglesia Anglicana, alcanza la plenitud del Catolicismo, al que se
convierte a los 44 años, ecuador de su vida. |
Meriol
Trevor había publicado, en 1962, dos gruesos volúmenes, que, junto con la
recentísima obra de Ian Ker, venían a unirse a la excelente francesa del
oratoriano Louis Bouyer. Más atrás quedaba la extensa de Wilfrid Ward, y los
trabajos de Tristam y Dessain. Por otra parte, existen en inglés y alemán
varias y buenas biografías y estudios, traducidos a los principales idiomas.
Meriol Trevor tuvo el acierto de resumir su extensa obra en un libro
asequible que, en 1974, publicó bajo el título de Newman's Journey y que
acaba de ser publicado por Ediciones Sígueme, según la traducción del
oratoriano Aureli Boix. Hemos de felicitarnos, y presentimos que pronto será
preciso preparar otra u otras ediciones. En su dimensión, es un libro
indispensable para introducir a otras lecturas de o sobre Newman. En este
sentido recomendaríamos, en primer lugar, la Apologia pro vita sua, de la B.
A. C. (n° 394), edición que nos parece un tanto defectuosa (sin introducción,
ni notas); por lo cual, a personas medianamente cultas , no dudamos en
sugerir la reciente edición en catalán, publicada en la colección «Clàssics
del Cristianisme», de ed. Proa y Facultad de Teología de Barcelona,
traducida, presentada y documentada también por Aureli Boix. Este mismo
oratoriano tradujo y ed. Herder publicó en 1972 la obra de Christopher Hollis
titulada Newman y el mundo moderno. Estos tres libros nos parecen una primera
bibliografía suficiente para iniciarse en el conocimiento de Newman. |
{7
(27)} |
5.
Newman es recibido en la Iglesia católica |
QUERIDO
Padre: Heme aquí para darle una noticia capaz de llenar de alegría no sólo el
corazón de Vuestra Paternidad Reverendísima, sino también el de todos los
buenos católicos dispersos por el mundo entero. |
Ya
le escribí, desde Aston, que el día de S. Miguel tuve la consolación de
recibir en nuestra capilla de Aston Hall, la abjuración y profesión de fe del
Ilmo., señor John Debree Dalgairns, que es aquel mismo señor de Oxford con el
cual he mantenido siempre correspondencia desde que estoy aquí; ahora, al
enterarse de que yo debía ir ahí, a Bélgica, me escribió invitándome a pasar
por Oxford, en mi viaje, diciéndome que tal vez tendría algo que hacer. |
Correspondiendo
a tal invitación, salí de Aston el 8 del #corriente y llegué de noche, a las
diez, a Oxford, totalmente calado por la lluvia, que soporté cuatro o cinco
horas continuas. Apenas llegué a la fonda, encontré al señor Dalgairns, que
me esperaba para conducirme a Littlemore, o sea, a aquel convento establecido
allí, hace cerca de seis años, por el Rdo. |
John
Henry Newman, donde se encuentran varios señores de Oxford, apartados del
mundo y haciendo penitencia mucho más severa que la que suele practicarse
ordinariamente por los Religiosos. |
{8
(28)} «Es una gracia grandísima, que supera toda expectación, y que es
preciso agradecer a Dios». Así se expresaba el beato Domenico Barbieri,
religioso pasionista, el 11 de octubre de 1845, en una breve nota mandada a
un hermano de comunidad, dos días después de haber recibido en la Iglesia
católica a John Henry Newman. Pero el detalle de lo acontecido lo relata
luego a su Superior General. El P. |
Barbieri
fue beatificado por Pablo VI, el 27 de octubre de 1963. |
Cuando
muchos años más tarde Newman recibió la noticia de su muerte, exclamó:
«Siempre he pensado y esperado que recibirá de Roma la aureola de santo». La
carta dice como sigue: |
Llegamos
a Littlemore una hora antes de medianoche, y yo me acerqué a la lumbre para
secarme. Pero ¡cuál fue mi sorpresa ante el espectáculo de ver, ante mí,
arrodillado a mis pies, al señor Newman, que me pedía que quisiera oírle en
confesión y le admitiera en el seno de la Iglesia católica! |
Allí
mismo, junto a la lumbre, comenzó su confesión general con sentimientos de
humildad y devoción verdaderamente extraordinarios. |
A
la mañana siguiente, después de haberme conducido a Oxford para celebrar la
S. Misa en una capilla católica, y vuelto a Littlemore, en medio de una
lluvia torrencial, terminé de oír la confesión del señor Newman, y después de
la suya oí la de otros señores que estaban allí, es decir, el Rdo. Sr.
Stanton y el Rdo. Sr. Bowles, que habían sido ministros protestantes como el
Sr. Newman. |
Así,
en la tarde del nueve, cerca de las seis, recibí la profesión de fe de estos
tres señores; a continuación les administré el bautismo, sub conditione, y
luego terminé la confesión de todos y les di la absolución sacramental. |
La
mañana siguiente era la fiesta de S. Francisco de Borja y celebré por primera
vez la S. Misa en su oratorio privado, luego que un buen sacerdote me prestó
todo lo necesario para ello, y administré la comunión al Sr. Newman y a otros
{9 (29)} cuatro compañeros suyos, que eran protestantes y ahora son
fervorosísimos católicos. |
Acabado
esto, fui invitado a visitar a un caballero anteriormente protestante, vecino
de aquel mismo lugar, y tuve el placer de oírle en confesión, lo mismo que a
cuatro hijas suyas solteras, de santa vida. En la misma noche del diez recibí
la profesión de fe y administré el bautismo, sub conditione, a este señor, a
su esposa y a dos de sus hijas, quedando las otras dos a mitad de camino... |
Éste
es el detalle de mi misión en Oxford. Los que conozcan al Sr. Newman y a sus
compañeros podrán juzgar del resultado de lo sucedido. El Sr. Newman ha sido,
hasta ahora, diría que como el Papa de los protestantes, como su gran
oráculo, el alma de este movimiento que llaman de los puseístas, muy extenso
y que abraza todo lo que hay de bueno, de serio у de devoto en la
Iglesia protestante. Él es considerado como el hombre más docto que pueda
hallarse en toda Inglaterra. A mi juicio, él es el más humilde y el más
amable de cuantos jamás haya yo encontrado a lo largo de mi vida. Confío en
que el resultado de tales conversiones sea incalculable. |
Todo
lo que he tenido que sufrir desde que dejé Italia lo doy por bien compensado
después de este felicísimo suceso. |
Espero
que ello animará a todos los buenos religiosos a rogar con mayor fervor por
nuestra querida Inglaterra. Ella fue una vez «la isla de los santos», y
volverá a serlo en el futuro. Desde este reino, como de un centro, se
expandirá el catolicismo fácilmente por todo el universo. Esta hija, después
de las desviaciones de tres siglos, volverá llena de vigor a la Madre, la
Santa Iglesia Católica Apostólica Romana, y será para esta Madre consuelo y
auxilio. Así lo deseo y espero. Amén. |
Ere,
16 de octubre de 1845. |
Humildísimo
obbl. servidor y súbdito de Cristo, Domenico de la Madre de Dios. |
{10
(30)} |
6.
NEWMAN: LA IGLESIA DE LOS SANTOS |
La
verdad y la santidad |
ESE
«gran cambio», como lo llama Newman, comenzó cuando él tenía quince años y
descubrió a Dios como ser personal e ineludible, presente en su propia vida.
Comprendió que la respuesta a este don gratuito de la presencia divina no se
podía limitar a la mera asunción de un ideal ético, sino que empeñaba toda la
vida, hasta convertirla en una comunión con Dios, es decir, proponerse la
santidad, y fue cuando tomó ese lema: «Antes la santidad que la paz» (1).
Aunque el mundo lo ignore, esto es lo más importante y constituye la
verdadera vida del cristiano; parece una renuncia, pero quien lo descubre
encuentra, aun sin buscarla lo primero, paz y consolación interior (2). Se
trata, pues, de abrirse a esta verdad y progresar en ella, sin concesiones.
Es así como su inquebrantable honestidad interior pudo resumirse en aquel
grito: «¡Yo nunca he pecado contra la luz!» {11 (31)} El resplandor de la
Verdad divina nos alcanza, está en nosotros, y aquí entra todo el capítulo de
la conciencia, según Newman (3). Llega a nosotros, pero nos viene de fuera;
se nos muestra en «signos» que hemos de reconocer y abrirnos a ellos (4). |
Abrirnos
a Cristo, al Evangelio, a la Iglesia. La Iglesia fue el último estadio en el
debate interior de Newman. |
Llegar
a puerto |
Todo
cuanto la precedía lo tenía claro: Dios, «más evidente que él mismo» (5);
Cristo, por el bautismo, «se repite» en cada cristiano (6); el Evangelio y la
Iglesia «construyen» la santidad de los fieles (7). Cuando entró en la
Iglesia católica, terminó su peregrinación en busca de la verdad, y por eso
pudo decir que esa decisión no supuso cambio alguno en su inteligencia y en
la sustancia de su fe (8); por eso todo fue, al fin, «como alcanzar el
puerto, después de atravesar un mar tempestuoso». |
La
travesía fue esforzada, llevada adelante con absoluta nobleza y profundidad
espiritual. Tenía sobrados motivos para agradecer, a la Iglesia donde {12
(32)} había nacido, la fe, la formación espiritual y haber hallado en ella el
ambiente desde el que se le presentó el ideal de la santidad. Otra cosa eran
las imperfecciones, la burocratización a que se había reducido el tesoro de
su tradición cristiana. Cuando moderaba las prisas de sus más adictos por
entrar en la Iglesia católica, lo hacía movido por la convicción de que había
de proceder con la máxima seriedad y pureza de mente; la precipitación mide
menos la responsabilidad y suele ser imprudente, desprovista de la necesaria
reflexión. Era una cuestión de prudencia, no sólo para él, sino de cara a los
que en el depositaban su confianza y se inspiraban en su conducta. La falta
de reflexión no prepara para la plenitud de la fe (9), porque los que
demasiado implícitamente parece que lo creen todo suelen ser señal de que no
creen nada. |
Un
oasis para esperar la luz |
Littlemore
aparecía, a los ojos de los extraños, como un monasterio excéntrico y
misterioso. Era una comunidad, un oasis espiritual, a la que acudieron
principalmente jóvenes, para estancias breves o para permanecer junto al que,
espontáneamente, era reconocido y respetado como guía y superior, no sólo por
razón de la edad, sino por el protagonismo espiritual e idealista que le
confería el Movimiento de Oxford, todavía no extinguido, pero ya sin más que
decir en el campo de las polémicas eclesiástico-universitarias. Algunas
exageraciones, muchos malentendidos y la curiosidad de los que se interesan
por lo más superficial, sin detenerse en 151 ahondar en lo profundo de las
razones y causas de lo discutido. Littlemore debía ser un remanso, si no
oculto, por lo menos alejado del fragor de discusiones y sospechas, con
tiempo para dedicar a la oración, al estudio, a la reflexión. Contra lo que
pudieran {13 (33)} dieran imaginar los de fuera, el orden interno de aquella
pequeña comunidad de amigos era bastante estricto (10). Austeridad, ayunos,
oración y estudio reflexivo, sin concesiones a la imaginación y al
sentimentalismo, sino buscando la razón de Dios desde la purificación de la
propia mente (11). Newman escribía un libro (que dejaría inacabado) en el que
contemplaba a la Iglesia y la evolución de las manifestaciones de su verdad.
Miraba, a la vez, la historia de la Iglesia y su propia historia personal,
Los primeros {t} cristianos {t} Era cierto, como siempre que cogía la pluma,
que «no escribía por escribir», sino que lo hacía obedeciendo a la fidelidad
por ordenar la expresión de las ideas en búsqueda de la verdad (12). Era
historia de la Iglesia y, sin proponérselo, también biografía personal, pasos
de un camino o evolución que no había sospechado porque, al retirarse a
Littlemore y unírsele poco después algunos discípulos, no lo había hecho con
la intención de prepararse para entrar en el catolicismo, a pesar de las
acusaciones de «romanismo» que algunos le dirigían (13). |
Sin
embargo, mientras reflexionaba y escribía su Ensayo sobre el Desarrollo de la
Doctrina, fue viendo que su amada Iglesia, madre de su fe, se había apartado
de la tradición del primer cristianismo, como demostraba el estudio de los
Santos Padres, continuadores de la tradición apostólica; los primeros
cristianos eran los continuadores de los Apóstoles {14 (34)} (14). Escribió
años más tarde: «Creo haberme preguntado siempre qué habrían hecho los
Padres, estos hombres cuyas obras rodeaban mi habitación, cuyos nombres veían
mis ojos constantemente, cuya autoridad influía en mi juicio, ¿qué habrían
hecho y cómo hubieran obrado en mi lugar Atanasio, Basilio, Gregorio,
Hilario, Ambrosio?» (15). Newman miraba hacia la primitiva Iglesia; si se
hubiese fijado demasiado en el catolicismo de sus días, tal vez habría
encontrado un espectáculo menos atractivo; pero él buscaba objetivamente los
orígenes, la raíz. |
Pensamiento,
plegaria y vida |
Hay
dos expresiones que resumen la razón y la fe, la objetividad y la devoción,
el esfuerzo de la inteligencia crítica y laboriosa, que persevera en los
análisis que la van aproximando a la verdad gozosa y retadora a la vez, y la
meditación de la vida conjunta de los que más de veras han seguido las
huellas de Jesús, cuando el Evangelio se hace concreto en la respuesta de sus
seguidores: «La Universidad nos ha hecho católicos» (16), «Los Padres me han
hecho católico» (17). Newman no era el universitario pedante, que exhibe su
agilidad intelectual polemizando inútilmente. Era la inteligencia y el amor,
que buscaban, ante todo, la Iglesia de Dios, la Iglesia de Cristo. «La
fidelidad a la Iglesia ―ya escribía ocho años antes de hacerse
católico– consiste más en amarla que en hablar o polemizar sobre ella» (18).
Los aferrados a la institución y las ventajas que les reportaba, o los que no
le seguían en la pasión por la verdad, dondequiera que pudiera {15 (35)}
hallarse, no le comprendieron. Él no buscaba el catolicismo, sino la
verdadera Iglesia. |
Mirar
a Dios |
Pudo
escribir más tarde que la verdadera razón por la que se convirtió al
catolicismo fue porque la Iglesia católica era la que mejor se identificaba
con la primitiva Iglesia de los santos (19); aquella Iglesia en la que «los
fieles no pensaban en sí mismos, sino que miraban, se dirigían a Dios» (20). |
No
nos detenemos en la descripción de las incidencias, las más de las veces
dolorosas, que rodeaban la vida interiormente pacífica y espiritualmente
elevada de aquel que los diarios llamaban proyecto de un monasterio
«anglo-católico». Newman los refiere en su Apología, hasta verse obligado a
defenderse diciendo que «se había retirado allí para rogar» (21). Razón que
parecía demasiado elemental a los extraños. Después de dar explicaciones al
propio obispo anglicano, decidió renunciar a su ministerio, reduciéndose, por
lo tanto, a la condición de laico. |
El
adiós a los amigos |
En
la tarde del domingo día 24 de septiembre de 1845, predica su último sermón
en la iglesia de la Universidad. El lunes, 25, por la mañana, la iglesia de
Littlemore aparecía llena a rebosar: las gentes sencillas del lugar, amigos
venidos incluso de Londres, universitarios, y el Dr. Pusey presidiendo la
celebración. Newman pronunció el famoso sermón «La despedida de los amigos».
Su voz era clara, contenida la serenidad que no le impidió, entre pausa y
pausa, leer las palabras seguramente más emocionantes de su vida, escritas
desde {16 (36)} la fuerza del silencio, con la belleza y el poder que la
misma verdad (22) inspira. Era el aniversario de la consagración de la
capilla, una fiesta para los presentes. Tomó el lema del salmista: «El hombre
va a su trabajo y permanece en él hasta el anochecer» (23). |
Madre
Incapaz de reconocer al hijo |
Comenzó
enseguida refiriéndose al adiós de Jesús a sus amigos, también al anochecer,
y luego evocó las despedidas de personajes bíblicos, y, hacia el final, pasó
a apostrofar a su propia Madre en la fe, la Iglesia anglicana: «Oh Madre mía,
¿cómo puede ser que hayas sido enriquecida con tantos dones que no alcanzas a
conservar, que hayas engendrado hijos que no te atreves a reconocer? ¿Por qué
no sabes usar sus servicios, ni se alegra tu corazón cuando te aman?». |
La
voluntad de Dios |
Y
al pueblo que le oía: «Y vosotros, hermanos míos, corazones amables y
afectuosos, amigos que me amáis, si reconocéis a alguien que por sus escritos
o por sus palabras os ha ayudado, de alguna manera, a actuar; si os ha dicho
lo que vosotros sabéis sobre vosotros mismos, o lo que tal vez ignoráis; si
él ha descifrado en beneficio vuestro vuestros deseos y sentimientos, y con
ello os ha reconfortado; si os ha descubierto que existe una vida más elevada
que la cotidiana, y un mundo más hermoso que el mundo visible; si os ha
ayudado para vencer dificultades u os ha serenado; si ha abierto para
vosotros un camino en la búsqueda o ha dado paz a vuestro corazón perplejo;
si lo que él os ha dicho o ha hecho os ha movido a interesaros por él o a
sentiros atraídos hacia él, acordaos de este hombre cuando el tiempo pase, y
rogad por él, para que en todo pueda conocer la voluntad de Dios y esté
siempre dispuesto a cumplirla» (24). |
{17
(37)} Dos años más tarde, en octubre de 1845, Newman llamó al P. Barbieri,
pasionista. Mientras le espera, durante dos días, escribe un montón de
cartas, breves y expresivas: revelan todas que experimenta haber llegado a la
verdad, a la Iglesia verdadera, al único verdadero rebaño de Cristo. |
La
Iglesia de los Santos |
Dios
permanece; lo demás cambia. La santidad también es la meta de un «cambio», ya
que la perfección es cambiar varias veces (25). Sus convicciones se habían
desarrollado en el curso del tiempo (26). Cambiar y convertirse es una tarea,
una experiencia personal que «cada uno debe comenzar, avanzar, y terminar por
sí mismo. La historia religiosa de cada individuo es tan solitaria y completa
como la historia del mundo» (27). Por esta razón hay que respetar las
conciencias, sin forzarlas a cambios o «conversiones» precipitadas. Este
planteamiento no siempre fue comprendido, ni por algunos que le admiraban, ni
por muchos para quienes la fe era tal vez asumida sin atender a la profunda
conversión interior. La misión de la Iglesia es hacer santos, él había buscado
la Iglesia de los santos, y en los santos, y se encaró con la verdad grande,
desgarradora y felicísima, a la que le había ido conduciendo Dios, desde que,
por primera vez, a los quince años (28), lo descubrió en la íntima
experiencia de sí mismo. «¿Qué prueba puedo tener de la verdad de los hechos
revelados que supere la que poseo de los hechos sobre mí mismo?» (29). Porque
«Dios {18 (38)} nos llama no sólo una vez, sino muchas veces; a lo largo de
la vida, Cristo nos está llamando... Nos llama una y otra vez, para
justificarnos una y otra vez; y una y otra vez, más y más, nos santifica y
nos prepara para la gloria» (30). |
Bienaventurada
visión de paz |
En
el mismo pupitre sobre el que había escrito su Ensayo sobre el Desarrollo de
la Doctrina, el P. |
Barbieri
celebró por primera vez una misa católica y dio la comunión a Newman y sus
compañeros de conversión. El libro quedó inconcluso. Pero luego quiso añadir
unas palabras. Eran éstas: «Tales eran los pensamientos relativos a la
"Bienaventurada Visión de Paz", de un hombre que no cesaba de rogar
al Misericordiosísimo Señor, que no despreciara la obra de sus manos, que no
la abandonara a sí misma, cuando sus ojos se debatían faltos de claridad y su
corazón sufría, porque no podía valerse más que de la razón para las cosas de
la fe. Y ahora, querido lector, el tiempo es breve, la eternidad larga. No
abandones lo que aquí, en este libro, has encontrado. No pienses que se trate
de mera controversia efímera; no te obstines imaginando que es producto del
rechazo, del disgusto, de sentimientos heridos, o de una sensibilidad
exagerada o de cualquier otra debilidad. No te dejes arrastrar por el
recuerdo de años pasados; no pretendas que la verdad es aquella que tú
desearías que fuera, y no te construyas un ídolo con los prejuicios a los que
estás apegado. El tiempo es breve, la eternidad larga». |
Y
concluía con el canto evangélico de Simeón: |
«Ahora,
Señor, según tu promesa, / puedes dejar a tu siervo irse en paz; / porque mis
ojos han visto la salvación» (31). |
(1)
THE FORCE OF TRUTH, de T. Scott, uno de los libros que el Rev. Mayers puso en
sus manos, cuando era adolescente, y del que extrajo este lema. Cf. APO. 5. |
(2)
«The Christian has a deep, silent, hidden peace, which world sees not... What
he is when left to himself and to his God, that is his true life. He can bear
himself; he can, as it were, joy in himself, for it is the grace of God
within him, it is the presence of the eternal Comforter, in which he joys...
Never lens alone than when alone». |
PPS
V, 69-70. |
(3)
Cf. LAUS n. 256, Marzo de 1989. |
(4)
«We know from history, 18 a matter of fact, that they did not receive Him,
that they did not come to him when He came to them; but He says that they
would not that they did not wish to come, implying that they, and none else
but they, were the cause of their not coming». PPS VII, 11. «Those whom
Christ saves are they who at once attempt to save themselves». PPS VII,
11-12. |
(5)
«I feel it (as a keystone, that no to hold it would it be to break my mind to
pieces)..as easy to deny my own personality is the personality of God, and
have lost my grounds for believing that I exist myself if I deny existence to
Him». MD 592. |
(6)
Christ himself vouchsafes to repeat in each of us in figure and mystery all
that He did and suffered in the flesh. He is formed in us, rises in us, lives
in 118... All at once». |
PPS
V, 139. |
(7)
«An ordinary kind of religion, praise worthy and respectable in its way, may
exist under many systems; but saints are creations of the Gospel and the
Church», PPP II, 157. |
(8)
<From the time that I became a catholic... I was not conscious to myself,
on my conversion, of any change, intellectual or moral, wrought in my mind. I
was not conscious of firmer faith in the fundamental truths of Revelation, or
of more self-command: |
I
had not more fervours; but it was like coming into port after a rough sea: |
and
my happiness on that score remains to this day without interruptions. APO
238. |
(9)
«It may also be the act of a man who will believe anything because he
believes nothing, and is ready to profess whatever his ecclesiastical that is
his political-party requires of him». En carta a McColl, de 15.8.1870, en
WARD II, p. 332. |
(10)
Lo refieren los primeros en unírsele, desde 1842 (Lockhard, Dalgairns, Mark
Pattison, que estuvo allí diez días). Cf. LD XIII, 120. Dessain, en su JOHN
HENRY NEWMAN, p. 78, lo resume con estas palabras: «Four and half hours each
day were given to prayer, and nine to study and translation work+. Newman no
tenía conocimiento de la vida conventual más allá de lo que había estudiado
de los Padres y la vida monástica clásica. |
(11)
«I determined to be guided, not by my imagination, but my reason». APO 119. |
(12)
«Since I was boy... I think have never written for writing wake: but my one
single desire and aim has been to do what is so difficult, viz. to express
clearly and exactly my meaning». LETTERS AND CORRESPONDENCE, ed. by A.
Mozley, II, 427. |
(13)
«I never contemplated leaving the Church of England». APO 148. |
(14)
The first Christians are represented us continuing in the Fellowship of the
Apostles, LD XXV, 13. |
(15)
ESS II, 74. |
(16)
«Oxford made us catholics, es decir, «la Universidad». LD XIX, 325. |
(17)
«The Fathers made me a Catholic». DIFF II, 18-24. |
(18)
«He joins the Church of God, not merely who speaks about it, or defends it,
or who contemplates it, but who loves it... The test of our being joined to
Christ is love». PPS IV, 184. |
(19)
«The very reason I became a Catholic was because the present Roman Catholic
Church is the only Church which is like, and it is very like, the primitive
Church, the Church of st. Athanasius...» LD XXIV, 325. |
(20)
«In the primitive way, the worshipper did not think of himself; he came to
God, God's house and altar were the sermon which addressed him and roused
him. His Sacraments were the objects of his regards. Words were unnecessary».
LETTERS AND C., ed. by A. Mozley, II, 208. |
(21)
APO 171. |
(22)
IDEA 217. |
(23)
SAL 104, 23. |
(24)
«The parting of friends», en SD, 407 y 409. |
(25)
DEV 40. |
(26)
«My convictions have been the slow growth of years». LD XXI, Supl. 63. |
(27)
«In religion each must begin, go on, and end, for himself. The religious
history of each individual is a solitary and complete as the history of the
world». PPS VII, 248. |
(28)
«God changed me altogether when I was a boy of fiftee». LD XX, 543. |
(29)
«What proof can I have of the truth of revealed face more cogent than that
which I have of facts about myself?». LD, ibíd. |
(30)
«We are not called once only, but many times, all through our life Christ is
callings is... He calls us again and again, in order to justify us again and
again; and again and again, and more and more, to sanctify and glorify us».
PPS VIII, 23-24. |
(31)
DEV 445. |
Lo
divino y lo humano en la Iglesia. |
Concedo
que el magisterio de la Iglesia —que en sus declaraciones formales es divina—
en algunas ocasiones ha sido pervertida por los que oficialmente la
representan, o por sus súbditos ―ambos son humanos—, con lo cual nos
ofrece un blanco para críticas у acusaciones. |
A
pesar de ello, sostengo que ha hecho una cantidad incalculable de bien, un
bien de calidad tan especial que ninguna otra sociedad o doctrina o religión
hubiera sido capaz de hacer; y sostengo que este bien se ha derivado de los
principios que profesa, y que sus omisiones y deficiencias han sido causadas
por el descuido o por haber paralizado o impedido la eficacia de estos
principios. Queda la siguiente pregunta: ¿Lo que es divino en la Iglesia ha
aprobado los errores humanos? Yo sostengo que no. |
John
Henry Newman, C. O., LD XXVII, 283 |
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