Publicación
mensual del Oratorio. |
Núm.
265. MARZO. Año 1990 |
0.
SUMARIO |
MISTERIO
de muerte y de vida; de pecado y de misericordia. Cristo que muere por el
mundo, a causa del pecado de todos. Las codicias, las mentiras, las
injusticias y los pactos explícitos o implícitos que hacen posible el mal,
todavía no vencido. Por esto Cristo sigue padeciendo y muriendo en los más
pobres, en los más ignorantes, en los que la mentira puede hacer mella, en la
masa enorme de indefensos y desprevenidos, que nadie o pocos aman, que nadie
o pocos defienden. Todavía el hombre no es hermano para el otro hombre, sino
objeto o referencia económica. Sin que ellos mismos lo sepan, Cristo sigue
sufriendo en los más miserables de cuerpo o de espíritu. Es la Pasión
cristiana del mundo. Pero los cristianos creemos en la resurrección y la
esperamos. Cristo, muerto y resucitado, es la garantía de nuestra esperanza. |
LA
GRACIA |
REDUCCIONES |
CENTENARIO
DE NEWMAN (1890-1990) |
EL
PECADO DEL MUNDO |
NEWMAN,
UNA PRESENCIA VIVA |
{1
(41)} |
1.
LA GRACIA |
EXISTE
algo todavía peor que tener una mala conciencia. Es tener una conciencia
cerrada, completa. |
Hay
algo peor que tener un alma mala pervertida. Es tener un alma que ya no
necesita nada. |
Se
han podido ver los modos extraordinarios de que se vale la gracia para
conseguir penetrar en un alma en la que anida la maldad o la perversión, y se
ha visto cómo se salvaba lo que parecía perdido. |
Pero
nunca se ha visto que el agua atraviese las superficies barnizadas,
impermeables. |
De
ahí vienen tantos fallos que constatamos sobre la eficacia de la gracia de
Dios, la cual, mientras logra victorias insospechadas transformando las almas
de grandes pecadores, permanece inoperante, sin embargo, en gentes tenidas
por más honestas. Y es porque las gentes más honestas, o simplemente
honestas, o las que se denominan así y aman que se les tenga por tales, viven
metidas en su propia coraza. Son invulnerables. La piel de su moral
constantemente intacta se les ha convertido en puro cuero y armadura
impenetrable... |
No
les falta nada, y no pueden recibir lo que lo es todo. Los tan honestos no
pueden ser "mojados" por la gracia. |
Charles
Péguy 2 (42) |
{2
(42)} |
2.
Reducciones |
LA
LÁSTIMA no está en que no seamos mejores cristianos, sino en que nos
resignemos permaneciendo en el límite de lo que imaginamos que ya nos basta,
o que no queramos despejar duda, o errores por miedo a que la conciencia
pudiera exigirnos más de lo que, egoístamente, nos hemos propuesto. Somos
bautizados, pero profesamos un cristianismo reducido. Reducciones que nos
sugiere el espíritu del mundo cuando, confundiendo categorías y sin oposición
directa a la fe, anestesia su vigor o lo desplaza por medio de palabras o
conceptos que, sin ser condenables por sí mismos, anulan y substituyen la
correlación de otros más radicales y más exactos. Por ejemplo: no es lo mismo
cultura que fe, no es lo mismo reunión que comunión, no es lo mismo poder que
justicia y que razón: no es lo mismo estética que ética, ni convencionalismo
que moral; no es lo mismo sentimiento que amor, no es lo misma beneficencia
que caridad y misericordia, no es lo mismo ideología que verdad, no es lo
mismo secta que comunidad y que Iglesia; no es lo mismo socio que hermano, ni
sociedad que familia; no es lo mismo organización que organismo, no es lo
mismo propaganda que evangelización, no es lo mismo "evitar"
pecados que practicar virtudes, no es lo mismo «salvarse de la condenación
eterna» que amar a Dios «con todo el corazón, con toda el alma, con todo el
ser», no es lo mismo crédito social de la santidad que la santidad, no es lo
mismo ser cliente de la Iglesia que ser hijos de Dios... Y podríamos alargar
la lista de distinciones. |
¿Por
qué los que nos contemplan de fuera de la Iglesia, y también los de dentro,
confunden y confundimos, no raramente, ideas, acomodando el vigor de la
originalmente cristiana tales miserables reducciones? En los primeros puede
ser porque tengan del cristianismo un concepto demasiado natural: en
nosotros, porque seamos cristiano # medio convertir. Y haber ellos entendido
el cristianismo como cultura, como moral o como política; mientras que
nosotros nos hayamos detenido en ambigüedades descomprometidas en el intento,
nunca abdicado del todo, de servir u dos señores. Lo que no sería tanto de
extrañar, moviéndonos en medio de un mundo tecnificado, empeñado en el
milagro de convertir las piedras en pan, siempre abierto a {3 (43)} la
seducción de las riqueza, con las que se puede comprar todo y ser poderosos
en la tierra, con una fuerza que suplante in fe o la domestique: un mundo en
el cual solo el que alcanza el éxito en admirado y honrado, sin que importe
cómo se llegue a alcanzarlo; un mundo que tiene poco o nada que esperar del
cielo, porque se apunta a los paraísos, al prestigio y a los éxitos terrenos,
que, por lo tanto, se resiste a renunciar al dinero, al orgullo y a los
placeres un mundo que adormece o adecenta su mala conciencia con sofismas,
que la mirada de Dios y la palabra de Cristo nunca justificarían. |
Frente
a tales peligros, no basta un cristianismo sociológico ni individualista. Es
necesario acabar la conversión, cambiar; un cambio para el que no basta un
modo de distanciamiento simbólico del mal y del error, sino que ha de ser y
consistir en la reorientación fundamental de la voluntad hacia Dios y su
reino, tal como nos ha sido revelado en Jesucristo. La persona entera debe
enraizarse en Dios y, desde la total adhesión a Dios, disponerse a emprender
un camino nuevo, como vida que se estrena. |
DE
LA ANTIGUA A LA NUEVA PASCUA. |
Conservo
el recuerdo de la primera Semana Santa en la que tomé parte, en 1941. Había
ido con un grupo de compañeros del liceo a la casa de formación de los
oratorianos, en Montsoult. |
Cantamos
durante tres tardes seguidas, con la comunidad, todo el Oficio de Tinieblas,
un oficio compuesto de salmos y de lecturas bíblicas. |
Cantando
estos salmos, escuchando las lamentaciones de Jeremías, me parecía evidente
que los católicos recogían la herencia que Dios había destinado en un
principio a Israel, su hijo mayor, el primogénito. |
En
la capilla de Montsoult había vidrieras que ilustraban la relación entre los
dos Testamentos... No estaba en una tierra extranjera. Formaba parte de los
hijos mayores y no hacía sino entrar a disfrutar de la herencia que se me
había prometido. |
Cardenal
Jean-Marie Lustiger, arzobispo de Paris, convertido del judaísmo, en el libro
LA ELECCIÓN DE DIOS (1987). |
{4
(44)} |
3.
CENTENARIO DE NEWMAN (1890-1990): Noticias y conmemoraciones |
•
En el Oratorio de Albacete, durante los días dos y tres de febrero
(aniversario de la fundación del Oratorio en Inglaterra, por John Henry
Newman), tuvo lugar una convivencia de los jóvenes del Oratorio secular, con
reflexiones sobre «Newman joven y su vida de fe». |
•
La Facultad de Teología de Barcelona, en colaboración con la Fundación de la
Enciclopedia Catalana, el Instituto Británico de la misma ciudad y los Padres
del Oratorio, conmemoró, el 14 de febrero pasado, el primer centenario de la
muerte de Newman con una disertación del Dr. Josep Vives, jesuita, que
desarrolló el tema «Newman, fidelidad amorosa a la verdad». En el mismo acto
se hizo la presentación de la traducción de la «Apologia pro vita sua», a la
que hicimos referencia el mes pasado desde estas mismas páginas. |
•
En la Universidad de Valencia, y organizado por el Newman Centre de la misma
ciudad, tuvo lugar el día 21 de febrero, en el marco de la universitaria
Capilla de la Sapiencia, un acto académico en el cual el Dr. Augusto Monzón,
Profesor titular de aquella Universidad y presbítero del Oratorio de
Albacete, pronunció la conferencia «Newman, una presencia viva (cuya
transcripción ofrecemos en este mismo número de Laus). Esta conferencia fue
precedida por unas palabras del Dr. Sebastià Janeras, director de «Clásicos
del Cristianismo», en cuya colección acaba de aparecer la «Apología» de
Newman, y del traductor Aureli Boix. Por el Newman Centre de Valencia hizo la
presentación Agustí Colomer. |
•
En este año de conmemoraciones newmanianas se han podido ver terminadas las
restauraciones de algunas iglesias y lugares especialmente unidos al recuerdo
de Newman, como la iglesia del Oratorio de Birmingham, que él mismo edificó.
También la catedral de esta ciudad, en la que predicó varias veces: fue
memorable la serie de sus sermones de la cuaresma de 1818, así como el que el
obispo le pidió que {5 (45)} hiciera con ocasión de la apertura del primer
Sínodo Diocesano de Birmingham. También ha sido restaurada, en atención al
recuerdo de Newman, la que fuera su capilla privada cuando, todavía
anglicano, era "fellow" del Oriel College, en Oxford. Igualmente,
en Dublín, se ha emprendido la restauración de la iglesia de la Universidad
fundada allí por él, si bien en este caso se deba a la coincidencia del
milenario de la ciudad de Dublín. |
•
También en la iglesia del Oratorio de Birmingham, el miércoles día 21 del
pasado mes de febrero, el cardenal Basil Hume presidió la celebración de la
santa Misa, con la participación de más de cincuenta sacerdotes. Estuvieron
presentes, además, varios profesores universitarios y admiradores de Newman,
llegados de Roma, de América y de varios países europeos. El sermón fue
predicado por el P. Vicent Ferrer Blehl, jesuita, postulador de la causa para
la canonización de Newman. Es de notar que el día 21 de febrero era la fiesta
de san Valentín, un mártir romano cuyo cuerpo fue hallado en las catacumbas,
y regalado por el papa Pío IX a Newman cuando dejó Roma, a finales de 1847,
con la misión papal de fundar el Oratorio en Inglaterra. El cuerpo de este santo
yace en la iglesia del Oratorio, en Birmingham. |
Además,
coincide su fiesta con el día del nacimiento de Newman (21 de febrero de
1801). |
{6
(46)} |
4.
El pecado del mundo |
EL
MUNDO somos los hombres. |
El
pecado del mundo es ese mal que se opone a Dios, y que resulta de la culpa
participada, por las omisiones generalizadas, por los asentimientos
indirectos, por el silencio de las implícitas complicidades que hacen posible
que sigan las injusticias e hipocresías disfrazadas de falsa dignidad. |
El
pecado del mundo es el arte del blanqueamiento de la perversión que se
mantiene apoyada en alianzas interesadas, de las que trae beneficio, a costa
de los más pobres, de los más ignorantes, de los indefensos y forzados a
resignarse al dominio de los clanes minoritarios en los que se aglutina el
poder y la capacidad de corrupción, a la vez que persisten en absolutizar, y
acumular y retener para sí mismos, todo cuanto ofrece esta vida terrena,
convencidos de que tienen derecho indiscutible, o por lo menos preferente, a
ello. Clanes que temen y alejan de sí cualquier hipótesis o esperanza
práctica de otro paraíso más alto y espiritual. El pecado del mundo es una
forma de idolatría: |
su
dios es el dinero, su culto las ceremonias del prestigio, su apostolado la
propaganda, su ejemplo la vanidad, sus méritos las estadísticas, su moral el
arte de triunfar en la vida, frente a los demás y aun a costa de los demás;
su cielo está en la tierra. No existe otro absoluto, y la insaciabilidad es
su infinito. |
El
pecado del mundo es sutil y pretende legitimarse no sólo escondiendo su
propio nombre, sino recurriendo, según la oportunidad que mejor convenga a su
estrategia, a denominaciones con que se designan realidades nobilísimas,
tales como patria, dignidad del hombre, derechos de la persona, ideales,
cultura, libertad de los pueblos, civilización, valores filosóficos,
religión... Sin embargo, suelen ser invocaciones cuyas exigencias el {7 (47)}
mundo no lleva más allá, en cualquier caso, de pequeños gestos simbólicos, de
escaparate, sin descender a la realidad comprometida y concreta que debería
derivarse de las proclamaciones abstractas con que se adorna, porque sabe que
pondría en peligro sus verdaderos intereses, encubiertos y cordialmente
irrenunciables. Lo que está por encima de lo terreno y de la satisfacción de
la propia codicia, individual o de grupo, solamente se admite hasta donde
consiente ser domesticado y convertido en ideología o sofisma dialéctico útil
para el egoísmo inmediato, sin alterar la proporción que ha de resultar
siempre ventajosa en orden al mantenimiento del poder, el crecimiento de la
riqueza y la seguridad de la instalación privilegiada. |
Hay
situaciones de penalidad y de desazón en esta vida temporal que no son
imputables a las voluntades de los hombres, sino consecuencia natural de la
limitación en que se desenvuelve todo ser creado. Cuando hablamos de pecado
del mundo, no queremos referirnos a las consecuencias de tales limitaciones,
sino a los aspectos estructurales de la sociedad y de la convivencia humana
que son consecuencia de la libertad de los hombres, los cuales, acumulando
dejaciones y egoísmos, han llegado a construir y a consentir la
institucionalización de la injusticia, causa de tantas violencias y
padecimientos, de guerras y opresiones, de desamor, de explotación, de
mentira. Según el mundo pecador, el hombre no es para el otro hombre un ser
para amar, sino para utilizar, y así ocurre entre pueblos ricos y pobres, a
pesar de las proclamas de los políticos. Insinuamos el gesto de lanzar la
primera piedra cuando nos atrevemos a emitir un juicio sobre un contencioso
distante, que no nos afecta; pero más veces hemos de avergonzarnos, cuando se
trata de conflictos que nos conciernen y de situaciones injustas de las que
nos aprovechamos, con las que cooperamos y cuya legitimación sólo disfrazada
y aparente transmitimos con hipocresía y hasta cinismo. Cuando esto ocurre a
nivel colectivo, es el pecado del mundo que hemos cometido o a cuyo contagio
hemos cedido. Pecado que está enraizado en la intimidad de la conciencia
humana, pero que no depende de un solo hombre. |
Todo
verdadero pecado es siempre sólo del hombre. Pero es preciso advertir que,
cuando se exagera la individualización de los pecados personales, cuando se
ciñe con pretensiones exhaustivas y casi mecánicas el listado de preceptos
perfectamente medidos para tranquilizar conciencias que así ven descritos
pecados y culpas, corremos el {8 (48)} riesgo de privatizar tanto los con
tenidos morales que nos planteamos como baremo para separar el bien del mal,
hasta un subjetivismo socialmente y eclesialmente-aséptico, en el que se da
la no extraña trivialización del sacramento del perdón, reducido a práctica
casi mágica, sin conversión, o con propósitos de enmienda meramente
voluntaristas, distantes del cambio de mente y de la verdadera conversión, la
del corazón. |
Podemos
encontrarnos inmersos en situaciones de injusticia y de pecado en las que no
tengamos responsabilidad y que, de haberlo advertido, habríamos evitado
participar en ellas. Los primeros cristianos eran muy cuidadosos no sólo en
evitar toda participación, sino que su "conversión" comprendía el
rompimiento de los lazos que les impedían recibir con sinceridad el bautismo
que iba a cambiar sus vidas. El cristiano actual, a la hora de elegir
profesión y programar su vida, debe responsablemente no contaminarse del
pecado del mundo. Es un escándalo, por ejemplo, que una tercera parte de toda
la riqueza que genera la humanidad se destine a armamentos. Se esconden hasta
donde sea posible las cifras de las industrias de guerra, pero es evidente que
las razones siempre discutibles en las que basan su justificación sus
apologistas son demasiado débiles para que puedan disimular el pecado de las
guerras y conflictos que no cesan, y que no disimula los fines económicos, de
opresión y colonización, de los gobiernos fuertes que las alientan, a costa
del hambre de los países pobres que explotan y empobrecen, mientras proclaman
falsos ideales de liberación de justicia en el intento de engañar a los más
pobres, que nadie defiende o que, si lo hace de modo positivo y comprometido,
le tildan de político o subversivo porque no observa el silencio doméstico
que le imponen. |
No
solamente las guerras, con gobernantes e intermediarios que se hacen ricos en
el comercio de armas. Hay otros campos. Ni vamos a repetir las comparaciones
entre lo que vale un tanque y una escuela (aunque una buena escuela sea más
"peligrosa" que un tanque). Pero es cierto que existen
profesionales metidos en situaciones estructurales de pecado o harto
ambiguas, que no pasarían hambre con otra dedicación positivamente {9 (49)}
provechosa para el bien de la sociedad; sin embargo, difícilmente se
decidirían a renunciar a las ventajas materiales alcanzadas o de prestigio
que su colaboración al pecado o a la ambigüedad les brinda. Tal vez presumen
de cristianos, pero nunca renunciarían a nada que mermara su sueldo o su
altura en el escalafón. Se consuelan con la moral subjetivista, con el
voluntarismo de la eficacia aparentemente virtuosa, pero no se convierten de
corazón". No faltan, en ocasiones, los que pretenden redimir a los demás
del mal del mundo precisamente haciéndose ellos mismos más mundanos. |
San
Juan habla de Cristo «Cordero que quita el pecado del mundo». Ese
"pecado" debe ser el que comentamos y que podría ejemplificarse en
tantos otros aspectos. Pecado del que todavía no estamos descontaminados y
que nos oprime; pecado que los cristianos sabemos que es el que causó la
muerte a Cristo. Si él hubiese hablado del pecado hipersubjetivado, y aun en
el supuesto de que hubiesen sido más sus milagros, nadie lo habría condenado.
Pero tropezó con las estructuras de pecado, con la institucionalización
legitimadora de perversiones sociales, políticas y religiosas, y, al final,
todos se unieron contra él. Y Cristo sigue muriendo tras el sufrimiento de
todos los que, todavía hoy, padecen por la misma razón. |
El
cristiano contemporáneo debe estar atento, más que en otras épocas, al
"pecado del mundo". Si logra tomar conciencia, relacionando las
propias experiencias con las de Cristo, y su época con la nuestra, podrá
comprender mejor el Evangelio y cuanto el mismo exige y le exige. El mundo
necesita una liberación salvadora que solamente está en el Evangelio. No
basta remitir la eficacia de tal salvación a la sola acción de Cristo, que
resultaría infructuosa para el bautizado que se inhibiera a la hora de
incorporarlo en la propia vida. |
La
salvación no es un efecto mágico, sino resultado de una asimilación a Cristo,
de formar cuerpo y vida con él. La virtualidad definitiva está en él, pero la
realización de esta fuerza transformadora que parte de él está todavía
moviéndose y desarrollándose en cada uno de los cristianos y de los que
sucesivamente irán incorporándose a él por el Bautismo. Todo, más que una
moral, más que un voluntarismo, más que las estructuras temporales, más que
la política y las técnicas de captación y persuasión. Se trata de revivir a
Cristo, con todos los riesgos, con toda la esperanza de gloria con él, en el
misterio, todavía no concluido, de su pasión, muerte y resurrección. |
Si
tenemos riquezas y honores, ¿no es fácil que con ello comprometamos uno de
los distintivos de la Iglesia? ¿No habrá que temer que el mundo se una a
nosotros amistosamente, porque también nosotros, amistosamente, nos hemos
unido a él? |
John
H. Newman C.O. (SD, 18, 260) |
{10
(50)} |
5.
NEWMAN: NEWMAN UNA PRESENCIA VIVA |
Texto
de la conferencia pronunciada por el P. Augusto Monzón, de este Oratorio de
Albacete, el pasado día 21 de febrero, en la Universidad de Valencia (ver
referencia en pág. 5), con el título que encabeza esta página. |
NOS
HEMOS reunido aquí para conmemorar el centenario de la muerte de John Henry
Newman, y lo hacemos precisamente el día 21 de febrero, aniversario de su
nacimiento. ¡Todo un símbolo! Porque Newman es hoy, sin duda, una presencia
viva para muchos hombres y mujeres en todo el mundo. Una buena prueba de ello
la constituye la publicación constante de nuevas ediciones de sus escritos,
como esta de la Apologia "pro vita sua", tan oportuna, y de
numerosas obras de investigación sobre su vida y sobre su extensísima y
variada producción. 0, también, la labor que llevan a cabo las Asociaciones y
Centros dedicados al estudio de su obra e inspirados en sus ideas y en sus
actitudes. |
Newman
y el último Concilio |
Pero,
si queremos ir más al fondo, hemos de constatar un aprecio creciente por
Newman como maestro del pensamiento y a la vez como guía espiritual para
nuestro tiempo, en un sentido análogo a como lo fueron {11 (60)} los Padres
de la Iglesia respecto a los primeros siglos. Christopher Hollis ha escrito
que el Concilio Vaticano II constituyó la aceptación por el episcopado
universal de la «interpretación newmaniana del cristianismo», y quizá no se
trata de una exageración (de hecho, en 1964, después de los debates
correspondientes a la segunda etapa, se pudo constatar que Newman había sido
el autor más citado en el aula conciliar, sin exceptuar al mismo Tomás de
Aquino). Ahora bien, tal como sucedió con los Padres, el magisterio de Newman
no se agota en su reconocimiento eclesiástico, aunque éste se haga al más
alto nivel. Antes que eso, existe la interpelación que suscita su pensamiento
encarnado, vivido: |
existe,
en definitiva, su propia persona. Para muchos, Newman ha sido un
descubrimiento y un encuentro personales. |
Dios
"de corazón a corazón" |
Ha
sido «el corazón que habla al corazón» (por decirlo con las palabras que él
mismo escogió como lema cuando fue creado cardenal: |
cor
ad cor loquitur). |
Newman
no es demasiado conocido entre nosotros, en los medios culturales latinos.
Nos enfrentamos con la barrera de la lengua ―hoy ya no tan
infranqueable―, y también con la distancia en el tiempo y con la
diferencia de mentalidad. Sin embargo, vale la pena que entremos en su vida
su corazón el encuentro no será sólo aleccionador o provechoso, sino que
llegará a suscitar nuestro entusiasmo. No vamos a detallar su dilatada
biografía (ochenta y nueve años...), pero seguramente sí que es útil esbozarla
y comentar algunos de sus rasgos más significativos para nosotros, aquí y
ahora. |
John
Henry Newman nace en Londres, en 1801, en el seno de una familia acomodada,
de padres religiosamente observantes, dentro de la Iglesia oficial anglicana,
con una piedad centrada en la Biblia y en el Book of Common Prayer, pero sin
{12 (62)} estridencias. Después de una infancia feliz ―después,
también, de haber leído algunos escritos escépticos―, a la edad de
quince años tuvo la experiencia más decisiva de su vida, lo que ha sido
denominado su «primera conversión». John Henry se dio cuenta de la presencia
inmediata del Dios personal. Esto fue ya un encuentro «de corazón a corazón»:
no una emoción repentina, ni tampoco una deducción intelectual, sino una
experiencia propiamente personal, que afectaba, desde las raíces más
profundas, a todas las dimensiones --racionales, afectivas― de sí
mismo. |
Esbozo
biográfico |
La
vida y el pensamiento de Newman crecen y se desarrollan a partir de esta
experiencia fundamental, en el sentido más preciso del término. A partir de
entonces, todo consistirá en la profundización de este encuentro entre los
«dos seres escribe Newman que son absolutamente y luminosamente evidentes
para mí: yo y mi Creador». Es lo que la tradición cristiana llama
«conversión», aunque a menudo se hayan separado los aspectos morales y los
intelectuales, que para Newman constituyen un todo: |
cambiar
y convertirse es una tarea, una experiencia personal, dice, que «cada uno
debe comenzar, proseguir y acabar por él mismo. La historia religiosa de cada
hombre es tan única y completa como la historia del mundo». |
La
necesidad ineludible del solus cum solo, esa antropología implícita que ha
sido denominada «personalista», la fuerte impresión que había dejado en él
algún maestro de tendencia evangélica y un incipiente interés por la Iglesia
antigua constituían su bagaje espiritual cuando ingresó en el Trinity
College, de la Universidad de Oxford. Oxford fue ya siempre para Newman su
universidad, y hasta una parte sustancial de él mismo. En 1822 fue elegido
fellow o miembro de la comunidad docente del Oriel College, cargo que incluía
entonces la ordenación {13 (63)} en la Iglesia anglicana. Cuando, en 1828,
fue nombrado Vicar o rector de la iglesia universitaria de Santa María, su
personalidad y su orientación estaban ya prácticamente definidas, a través de
la amistad que mantuvo, inseparable de un «acuerdo mental» profundo, con
otros hombres de Oxford, como Keble, Pusey y Froude (señalemos, porque tiene
su importancia, que la palabra friend, amigo, es una de las que aparecen con
más frecuencia en los diarios y en los poemas de Newman). |
El
Movimiento de Oxford |
Para
todos ellos era urgente poner freno a la degeneración espiritual de la
Iglesia de Inglaterra, políticamente subyugada por la autoridad secular, y
teológicamente amenazada por el liberalismo racionalista. La solución no
podía consistir en el cristianismo evangélico, protestante, ya que éste no
reconocía a la razón los derechos que sin duda le correspondían. Se imponía,
como única salida, una confrontación con el cristianismo de los primeros
siglos y con sus testigos autorizados, los Padres de la Iglesia. La década
siguiente, Newman se había convertido en el líder de este impulso de
renovación del anglicanismo que en seguida fue conocido como « Movimiento de
Oxford». |
Es
bien conocido, y la Apología nos lo cuenta paso a paso, cómo el estudio y la
meditación de los Padres condujo a Newman a encontrar la plenitud de la fe
cristiana en la Iglesia católica, donde fue recibido el 9 de octubre de 1845.
Desgraciadamente, una mentalidad triunfalista ha favorecido el desinterés por
el Newman católico. Y, sin embargo, se ha dicho, con razón, que su evolución
como católico es más importante―más significativa― que la que
tuvo como anglicano. En cualquier caso, se trata, con seguridad, del período
que resulta más instructivo para nosotros en el momento actual. |
La
incorporación de Newman a la Iglesia católica debe ser entendida como el
término de una {14 (64)} larga maduración, caracterizada por una búsqueda
abnegada, honesta y sincera de la verdad. Newman no rehuyó las rupturas
ineludibles ―la familia, los amigos, la consideración social―,
pero su conversión al catolicismo no puede ser considerada ella misma como
una fractura interior, ni mucho menos. Él mismo nos lo dice en la Apología: |
Newman
católico |
«Cuando
me convertí no fui consciente de que se efectuara en mi cambio alguno, ni
intelectual ni moral. No tuve conciencia de adquirir una fe más firme en las
verdades fundamentales de la revelación, o un mayor dominio de mí mismo;
tampoco experimenté más fervor. Fue como llegar a puerto tras haber
atravesado una tempestad. Y la felicidad que entonces sentí continúa sin
interrupción hasta el día de hoy». |
Newman
y San Felipe Neri |
El
benedictino Placid Murray, en su estudio Newman the Oratorian, ha puesto de
manifiesto la continuidad existente entre su ministerio anglicano y el que
ejerció como presbítero católico desde que fue ordenado en 1847. La atracción
que Newman sintió por san Felipe Neri —«sin el que no habría podido ni sabido
hacer nada», escribe― respondía a muchos rasgos comunes: carácter
jovial; desconfianza de las leyes y las constricciones externas; amor a la
libertad; talante humanista y gusto por la belleza, que no era contradictorio
con la admiración que ambos sentían por las primeras generaciones cristianas
de los mártires y los ascetas... Como señaló Richard W. Church, deán de la
catedral anglicana de San Pablo de Londres, en el elogio fúnebre de Newman que
escribió para el Times, «en san Felipe, Newman encontró ensamblados el
Evangelio y el mundo moderno». Incluso la vida en comunidad del Oratorio le
pareció a Newman la prolongación natural, en la Iglesia católica, de la vida
común que él y sus seguidores habían llevado en los colleges de Oxford o de
Cambridge. |
{15
(55)} (Resulta significativo, en este sentido, que el primer Oratorio inglés
fuera establecido, cerca de Birmingham, la fiesta del 2 de febrero del año
1848, fiesta que es también la patronal del Oriel College). |
Esta
continuidad entre la primera y la segunda mitad de su vida, perceptible
también en muchos otros aspectos, responde al único impulso que rigió todas
sus actividades: el anhelo de fidelidad a la verdad y ―como
consecuencia― la voluntad firme de renovación de la Iglesia mediante el
retorno a las fuentes. Esto, que fue para él la puerta del catolicismo,
constituyó también la causa de sus sufrimientos como católico. Alguien ha
hablado, en este sentido, del «martirio» de Newman. Seguramente la expresión
no es inadecuada. Fijémonos en sus propias palabras: «Desde que soy católico,
no he tenido sino fracasos»; o también aquella frase terrible de su diario,
escrita el año anterior a la publicación de la Apología: «Cuando yo era
protestante, mi religión era angustiosa y mi vida tranquila; ahora que soy
católico, mi religión es tranquila y mi vida angustiosa». |
El
"martirio" de Newman |
¿Qué
habla sucedido? Durante su periodo anglicano, Newman combatió resueltamente
la mundanización de su Iglesia, y se opuso al liberalismo doctrinal que la
legitimaba. Como católico, encontraba ahora una Iglesia concebida como
fortaleza frente al mundo moderno, con una actitud muchas veces dura y
arrogante. Newman, que había llegado al catolicismo a través del estudio del
desarrollo de la doctrina cristiana, no podía admitir la identificación
abusiva entre dogma y dogmatismo fixista que propugnaba el minoritario, pero
poderoso, sector ultramontano. Fueron precisamente los ultramontanos ingleses
quienes lo tildaron de «poco entusiasta por la causa católica y lo acusaron
de no hacer conversiones. Newman respondió entonces: |
*Para
mí, lo primero no son las conversiones, sino {16 (56)} la formación de los
católicos; los convertidos han de prepararse para entrar en la Iglesia, pero
también la Iglesia debe prepararse para recibir a los convertidos». Y explicó
―previo― que la exigencia de una fides implicita a cualquier
precio acabaría produciendo «la indiferencia en las clases superiores y la
superstición en las inferiores». La fe, decía, no puede ser sólo material
―una mera aceptación de sus proposiciones―, sino que debe ser
también formal ―adulta, consciente y libremente asumida. |
Conflictos |
Cuando
Newman señaló que la centralización romana en materia doctrinal era excesiva
porque paralizaba el trabajo intelectual, y cuando sostuvo que no resultaba
razonable imponer formas de devoción italianizantes en perjuicio de las
tradiciones espirituales propias, tuvo que sufrir la doble acusación de
liberal y nacionalista. Recordemos, finalmente, la fuerte reacción que
suscitó su sugerencia de consultar a los laicos en cuestiones de importancia:
los laicos, argüía Newman, en virtud de la función profética común a todos
los bautizados, no son una parte meramente pasiva dentro de la comunión que
es la Iglesia, y por ello deben ser escuchados. |
Newman,
en efecto, tenía en una gran consideración a los laicos y pensaba que era
necesario, antes que cualquier otra cosa, posibilitarles el acceso a una
educación integral y lo más completa posible, incluso a nivel superior. Por
eso, cuando los obispos irlandeses le encargaron establecer una Universidad
católica en Dublín, creyó que era la oportunidad de poder plasmar sus puntos
de vista. La filosofía newmaniana sobre la Universidad se encuentra expuesta
en la obra The idea of a University, uno de los clásicos del humanismo
cristiano, publicado en 1852 y que agrupa los textos de las conferencias que
pronunció en Dublín. Newman, que habría deseado «vivir morir» dentro de los
muros de su {17 (67)} amado Trinity College, como escribió en un poema de juventud,
nunca dejó de ser un gentleman universitario. En una frase célebre, pudo
llegar a decir: «Oxford nos ha hecho católicos». Oxford, es decir, la
Universidad, el rigor intelectual, antes que la relación con este o con aquel
católico. |
La
Universidad |
Newman
proyectaba una Universidad donde la plena autonomía de la ciencia tenía
cabida junto a las disciplinas teológicas, porque «universidad» significa
tanto como saber universal, integral, que no deja de lado ningún aspecto de
la naturaleza ni de la cultura. Frente a la hiperespecialización técnica que
ya entonces apuntaba, quería preservar este carácter humanístico. Era lo que
Newman llamaba «educación liberal», dirigida a la constitución de un
intelecto equipado críticamente más que a la consecución de la utilidad
inmediata. La educación liberal, por otro lado, está ligada indisolublemente
a la formación ética y religiosa. (De ello tenemos un bello símbolo en el
hecho de que el titular de la Capilla universitaria de Dublín sea ―al
igual que en esta Capilla de la Universidad de Valencia― la Virgen
María, como Sedes Sapientiae, la advocación mariana preferida de Newman). |
Ahora
bien, según la concepción newmaniana, la Universidad debía dotar a los laicos
de un conocimiento real del mundo, y no intentar protegerlos alejándolos de
él mediante la censura o la prohibición de la literatura profana, o de los
filósofos no cristianos. Newman, además, introdujo la participación de los
laicos en la docencia, en el gobierno y en la gestión económica de la
Universidad; promovió el trabajo en equipo, las agrupaciones musicales y las
actividades deportivas; y estableció un régimen disciplinario que algunos
consideraron excesivamente flexible. En conjunto, los planteamientos de
Newman resultaban difíciles de asumir en {18 (68)} aquellos momentos, y en
1857 hubo de dimitir como Rector. Casi veinte años después, llegó a la
conclusión de que la educación universitaria no confesional, complementada
por una acción apostólica rigorosa, era probablemente la más adecuada para
una sociedad pluralista, Reconocimiento {t} anglicano y {t} católico {t} El
reconocimiento le llegó a Newman, durante su vida, tarde y sólo de una manera
parcial. En 1877 recibió el título de fellow honorario del Trinity, y volvió
a Oxford después de casi treinta años (aunque nunca había roto sus relaciones
de amistad con muchos anglicanos). El año siguiente era creado cardenal por
León XIII ―fue el primer purpurado que hizo―, y ello supuso su
rehabilitación definitiva frente a las pretensiones de los ultramontanos. A
raíz de su muerte, acaecida el 11 de agosto de 1890 en su querido Oratorio de
Birmingham ―my nest, «mi nido», como él decía― se pudo afirmar
que en Inglaterra nadie había contribuido tanto como él a la comprensión
mutua ya la reconciliación entre todos los cristianos. |
Hubo
que esperar, sin embargo, hasta el Concilio Vaticano II para que las ideas de
Newman fueran oficialmente asumidas, y de hecho podemos descubrirlas
prácticamente en cada documento conciliar. Pero sabemos que ello no implica,
de una manera automática, su recepción efectiva en la práctica. Esta
recepción está todavía por hacer en gran parte, y Newman continúa urgiéndonos
a realizarla. |
El
papa Pío XII dijo en una ocasión que llegaríamos a ver a Newman no solamente
proclamado santo, sino también doctor de la Iglesia. Cualquiera que sea el
honor que se le tribute en el futuro, sí podemos afirmar que para muchos de
nosotros Newman constituye, cada vez más, una presencia viva. |
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