Publicación
mensual del Oratorio. |
Núm.
269. OCTUBRE. Año 1990 |
0.
SUMARIO |
CUANDO
se adormece la fe, falta la respiración del alma. La fe se adormece cuando,
en vez de mirar hacia Dios y, desde él y con él, mirar el mundo y admirarnos
de las obras divinas, nos contemplamos y complacemos en nosotros mismos. Yo y
no Dios. Yo como Dios. O Dios solamente como estética. Cercados por él,
viniendo y regresando a él, la fe se hace luz del alma y aliento de alabanza
agradecida, por todo lo que nos da, por todo lo que contemplamos como
reverberación de su Presencia, y por todo lo que esperamos. Inmenso, bueno,
eterno. |
EL
PODER DE LA ORACIÓN |
DIOS |
SAN
ATANASIO, NEWMAN Y NOSOTROS |
HOMBRE
DE ORACIÓN |
CENTENARIO
DE NEWMAN (1890-1990) |
REZAR
CON NEWMAN |
{1
(121)} |
1.
EL PODER DE LA ORACIÓN |
No
hay en la tierra un alma tan mezquina |
que
no pueda obtener, |
con
la oración de fe, |
la
gracia prometida |
que
alivie sus esclavitudes |
y
le anticipe algún consuelo |
en
prenda de la gran liberación |
que
va creciendo, |
de
don en don, hasta alcanzar, al fin, |
el
premio eterno. |
Podrán
salvarse todos. |
No
obstante, hay almas |
cuyas
plegarias suben hasta el cielo |
y
aspiran a un poder mayor |
que
se derrame luego en gracias |
de
bendición sobre este mundo. |
Lo
cual no se consigue en un instante, |
sino
después de ayunos, privaciones |
y
pruebas soportadas santamente; |
con
la pureza, buenas obras |
los
trabajos y fatigas del amor, |
perseverando
en la Verdad |
y
el celo santo |
por
Quien contempla todo desde lo alto. |
John
H. Newman (24. 6. 1833) 2 (122) |
{2
(122)} |
2.
Dios |
SOBRE
Dios existe un texto de Newman, admirable por su nitidez, sobrecogedor por su
grandeza. Reconocer la justeza de su pensamiento no libra al alma de un
profundo escalofrío. Acostumbrados como estamos a darle vueltas a Dios, a
jugar con la Iglesia, a mecernos en complacencias de supuestas bondades que
rozan el fariseísmo, o, por el contrario, a fatigarnos en la porfía por
evitar "el infierno tan temido", cuando no como
defendiéndonos" del mismo Dios, demasiado justiciero, nos choca tropezar
de frente con la gran verdad de la fe que nos sitúa cara a cara frente a
Dios, en el supuesto de que honradamente no queramos rebajar su grandeza
basta manejarlo, reducido a ídolo, o a concepto lejano, para las filosofías
o, a lo sumo, para inspirar o sancionar sistemas morales que adecenten la
vida humana hasta un poco más allá de lo que consiga obtener el derecho de
los hombres. |
Newman
escribía en 1864, en su Apología: «Ahora sé perfectamente que la Iglesia
Católica no consiente que ninguna imagen, de cualquier clase, material o
inmaterial, ni símbolo dogmático alguno, ni ningún rito, ni sacramento, ni
Santo, ni siquiera la bendita Virgen misma, intervengan entre el alma y su
Creador. En todo cuanto se refiere al hombre y Dios se da un cara a cara,
"solus cum solo". Porque solamente él crea, él solo redime; ante
sus ojos, que nos juzgan, morimos, y en la visión de él solo consiste nuestra
eterna felicidad». |
Newman
no desprecia ningún signo ni mediación, pero establece justamente que nada,
aun santo, puede ser sucedáneo del único Dios, en cuya presencia existimos,
nos movemos y somos. Presencia de Dios en el alma del creyente, presencia
luminosa y envolvente, más que la luz en la superficie de los cuerpos y en la
claridad de los cielos; Dios, ser personal que es imposible evitar y que nos
ama, que nos ha dado el ser para que sea un poco, como dice san Ireneo,
"su gloria" mientras nos hace felices. |
Un
encuentro que ya se anticipa de esta vida, pero que se hace definitivo en la
eternidad, y por eso hemos de prepararnos a ella. Presencia de Dios en el
mundo, sin que su reino sea de este mundo, presencia en la Iglesia, sin que
ella sea Dios mismo; presencia {3 (123)} en sus santos, sin que puedan
substituirlo: presencia en las acciones sagradas, en los sacramentos, sin que
substituyan lo más grande que de nosotros espera, el amor agradecido y la
entrega total Amor de hijos en el que no puede agotarse la admiración de ser
elevados a él, inmenso, eterno, infinito, en bondad, fuerza, sabiduría y
belleza. Dios, ser personal, sin que puedan eclipsarlo ni figuras, ni
razonamientos, ni símbolos, ni personas Dios personal que habla a la
conciencia y que ésta debe responderle, no desde la tangencialidad de una
existencia que intenta eludirle o relegarle, sino centrando la vida entera en
él, yendo derechos a él. |
A
este Dios hay que tratarle, porque nos espera ya, y sería una gran vergüenza,
y la raíz de la mayor infelicidad, llegar a él sin conocerle y sin haberle
amado, luego de haber desperdiciado la vida, tan corta, frente a la
eternidad, tan larga. |
Plan
de vida. |
COMENZAR
el curso, una vez terminadas las fiestas o vacaciones propias o de los que
tenemos cerca, en la convivencia familiar o el trato profesional, nos lleva a
la vuelta a un orden a cuyo ritmo se somete nuestra actividad y costumbres
ordinarias. |
Para
el cristiano, esta "vuelta al orden" no puede prescindir de Dios.
Tampoco basta con una referencia teórica, o mantener, a lo sumo, una
implícita referencia cultural, o ampararse en la moral de los mínimos. Es
preciso concienciarnos de nuestra condición de hijos de Dios dar a la vida el
sentido concreto que responda a la reverencia y al amor constantes a él, en
hermandad con los que pueden acompañarnos conviviendo con nosotros en la
alabanza, en la oración, en la participación de las celebraciones del culto.
Newman dice expresamente que desconfía de los hombres que «adoptan toda clase
de maneras extrañas de dar gloria a Dios» o se aficionan a novedades o
invenciones apostólicas, cuando les bastaría y sería mejor seguir el camino
de la Iglesia, perseverando en la oración, santificando debidamente domingos
y fiestas en unión con los hermanos en la fe, incluso, si fuese posible, cada
día (P. S., I, 154). Y aún añade, en orden a dar testimonio a los demás, que
el primer deber del cristiano es convertirse y creer, para impregnar de fe la
vida. Lo demás es una consecuencia. |
{4
(124)} |
3.
San Atanasio, Newman y nosotros |
EL
PASADO 2 de mayo, día en que la Iglesia hace memoria de san Atanasio de
Alejandría, tuvo lugar en la Capilla de la Sapiencia de la Universidad de
Valencia la celebración del oficio de Vísperas, promovida por el «Newman
Centre» de aquella ciudad. Se trataba de poner de manifiesto el lugar central
que ocuparon los Padres de la Iglesia, y especialmente san Atanasio, en la
vida de Newman, así como el valor perenne que siguen teniendo para los
cristianos de todos los tiempos. Pero en primer lugar se trataba de celebrar
una liturgia de intercesión y de alabanza, como reflejan estas bellas
palabras del propio Atanasio: «Dios nos concede la alegría de la salvación
que nos hace más amigos cuando nos une espiritualmente a todos… cuando nos
concede rezar en comunidad y dar gracias juntos» (Cartas pascuales, 5, 2).
Transcribimos a continuación el texto de la homilía que en el transcurso de
dicha celebración fue predicada por un Padre del Oratorio. |
Nos
hemos congregado, en comunión con toda la Iglesia, para conmemorar a uno de
los santos más queridos por John Henry Newman: Atanasio de Alejandría. Quizá
os preguntaréis el porqué de este aprecio de Newman por san Atanasio, y
también, sobre todo, qué nos puede decir a nosotros, europeos de 1990, un
obispo egipcio del siglo IV. San Atanasio es un doctor y un Padre de la
Iglesia, y precisamente aquel que influyó de manera más decisiva en la
definición dogmática de la divinidad de Cristo, definición que fue proclamada
por el I Concilio Ecuménico, celebrado en la ciudad de Nicea el año 325.
Antes y después del concilio, Atanasio se enfrentó con firmeza a las
opiniones del presbítero Arrio y de sus seguidores: según ellos, Cristo no
podía ser llamado, con propiedad, Dios, porque eso hubiera supuesto atribuir
al Absoluto, impasible y perfecto por definición, los padecimientos y las
limitaciones de Cristo que nos describen los Evangelios. |
{5
(125)} Llegados a este punto, muy bien puede asaltarnos una inquietud:
introducirnos en estas disputas entre teólogos, en lo que desde entonces ha
dado en llamarse "discusiones bizantinas", ¿no será alejarnos de la
simplicidad del Evangelio de Jesús, tan claro y tan concreto? Escuchemos, sin
embargo, las palabras de un hombre de acción, Emmanuel Mounier, iniciador del
movimiento personalista contemporáneo: «Dos siglos de controversias
teológicas para asegurar la Encarnación de Cristo en su plenitud hicieron de
las civilizaciones cristianas las únicas activas y creadoras». En Occidente,
muy pocos han entendido el sentido práctico, personalizador, que poseen las
verdades proclamadas por la Iglesia para ser creídas por los fieles y que
llamamos dogmas. Entre nosotros, excepto para algunos espíritus más
penetrantes, los dogmas son considerados meras fórmulas obligatorias, pero
abstractas, objeto de especulación teológica, pero sin significado
existencial, sin conexión con la vida. Newman, por providencia de Dios, fue
una de estas excepciones, y por eso comprendió, más todavía, amó, la
Tradición de los primeros siglos, que tuvo como primeros testigos a los
Padres de la Iglesia, y muy particularmente a san Atanasio. Ya hace unas
décadas, el P. Charles S. |
Dessain,
del Oratorio de Birmingham, eminente newmanista, caracterizó a Newman como el
primer introductor de la tradición patrística oriental en el Occidente
moderno. Y más recientemente, un teólogo ortodoxo griego, George Dragas, ha
podido decir que Newman no sólo representa un punto de encuentro para las
Iglesias separadas de Occidente, sino que, como "apóstol ecuménico"
enviado por la Iglesia de los Padres, puede aportar una contribución
importante a la reconciliación entre el Oriente y el Occidente cristianos, e
incluso a la misma renovación neopatrística actual de las Iglesias Ortodoxas. |
En
el siglo IV, los planteamientos de los arrianos difícilmente podían ser
impugnados en nombre de algún argumento de autoridad, porque las decisiones
de la Iglesia en materia doctrinal eran entonces todavía escasas y su ámbito
no pasaba de ser local o regional. El punto de partida de Atanasio fue otro: |
se
trataba de preservar la experiencia de salvación vivida por la {6 (126)}
comunidad cristiana («la experiencia —llegará a decir en su Tratado sobre la
Encarnación del Verbo― es la prueba de la verdad»). Y era es la
experiencia salvífica ―el centro y el todo de su propia vida― la
que él veía amenazada por el arrianismo. Desde el siglo II, a partir de san
Ireneo de Lyon, los teólogos cristianos venían repitiendo un dicho
tradicional: «Dios se ha hecho hombre para que el hombre se haga Dios» (es
decir: Dios se ha hecho hombre para que el hombre se salve al participar de
la vida divina). Lo que hará Atanasio es defender la Tradición, la
experiencia viva de la Iglesia, frente al peligro de racionalización que
representaba el arrianismo; empleará, ciertamente, el instrumental filosófico
griego, pero como medio de expresión, siempre limitado, al servicio de la
Revelación de un Misterio: al servicio de la Buena Noticia que, precisamente
por ser salvadora, supera los horizontes simplemente humanos. |
«El
hombre no sería divinizado ―argumenta Atanasio― si el que se ha
encarnado no fuera Dios». |
Fijémonos
en la finalidad práctica, y no especulativa, de la doctrina de los Padres: el
Misterio de Dios no es contemplado en sí mismo, sino en tanto que es salvador
para los hombres. Para Atanasio, hay que proclamar la divinidad del Hijo, con
la máxima claridad y contundencia, porque sólo así queda garantizada nuestra
divinización (o, si lo preferís, nuestra salvación). Así lo hará el Concilio
de Nicea con el símbolo o credo que, un poco ampliado por el II Concilio
Ecuménico (Constantinopla, 381), es el que se recita tradicionalmente en la
Eucaristía dominical. El credo de Nicea ―y lo mismo sucede con las
demás formulaciones dogmáticas― es una expresión parcial de nuestra fe,
porque responde a las dificultades peculiares del siglo IV, pero también
posee un valor perenne, porque protege a los fieles de una u otra tentación
permanente del espíritu humano (Olivier Clément), en este caso la de
racionalizar el Misterio de Cristo. |
San
Atanasio, como Nicea, no lo dijo todo sobre Cristo. Más todavía: no todas sus
ideas ni argumentos, enmarcados en una teología poco desarrollada, resultan
satisfactorios. Sin embargo, Atanasio, dice Newman, «ha imprimido sobre la
Iglesia una imagen que, por la misericordia de Dios, no será borrada hasta el
fin de los tiempos» (Sermones universitarios, 5, 35). Esta imagen o herencia
perpetua es la "traducción" del anuncio de Cristo, su trasvase a
los moldes de la cultura filosófica griega. Atanasio "vuelve a
decir" el Evangelio para que resulte significativo, para que sea
realmente Buena Noticia, {7 (127)} Palabra viva y eficaz de salvación, para
sus contemporáneos. |
Cristo,
para Atanasio, es el deificador de los hombres, el que les comunica de una
manera plena, total, la vida divina; es el que restaura en el hombre la
imagen de Dios, desfigurada por el pecado, y lo salva así de la corrupción y
de la muerte, a las que está destinado por naturaleza. Esta, y no otra, es la
Buena Noticia. Ser cristiano consiste en comenzar a vivir, por medio de
Jesucristo muerto y resucitado, no ya una existencia meramente natural, que
acaba en la muerte y está toda ella bloqueada por el miedo a la muerte, sino
una existencia personal a imagen de Dios, «según la manera de ser de Dios»,
que es comunión y amor sin límites en su vida trinitaria, entre las Personas
divinas. |
Y
por ello la Iglesia, el Cuerpo de Cristo resucitado en la historia, es el
único espacio donde se hace posible la realización personal plena (o, como
diría Atanasio, la divinización). Las palabras de la Escritura no dejan lugar
a dudas: «Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y dentro de
nosotros su amor es tan grande que ya no nos falta nada... Dios es amor; el
que vive en el amor está en Dios, y Dios está en él» (1 Jn 4, 12-16). «Ya no
nos falta nada», es decir, la vida eterna ya ha comenzado en nosotros.
Cristiano es el que experimenta en él la potencia de la resurrección y la
vida nueva en el amor. |
Esto
explica el gran aprecio que Atanasio sentía por los primeros monjes, egipcios
como él, y su amistad con san Antonio, el "abad" o padre espiritual
de los ascetas del desierto de la Tebaida.(Como es sabido, escribió la Vita
Antonii, que sirvió de modelo para las biografías de los santos escritas con
posterioridad, y tuvo el mérito, además, de propagar el ideal monástico en
Occidente). Atanasio veía en los monjes los continuadores de los {8 (128)}
mártires de las generaciones anteriores: mártires y ascetas eran para él la
prueba viva e irrefutable de la resurrección de Cristo, de la irrupción de la
eternidad en la historia. |
Y
consiguientemente, no podía admitir el moralismo de los arrianos, a menudo
bienintencionado, pero que volvía insípida la sal del Evangelio y llevaba a
asimilar el cristianismo a los criterios mundanos. De hecho, el arrianismo
fue rápidamente aceptado por el poder secular, y Atanasio tuvo que padecer el
exilio en cinco ocasiones. |
Ya
de joven, Newman había encontrado en los Padres «un paraíso de delicias».
Nunca los abandonó. |
Es
conocida su frase: «Los Padres me han hecho católico». Ahora bien, se sintió
en presencia de los Padres a lo largo de toda su vida: |
era
como si lo observaran desde sus volúmenes, cuando leía o escribía en la
biblioteca. Alrededor de los treinta años empezó a estudiar la crisis arriana
y en seguida quedó cautivado por la figura de Atanasio. |
Le
impresionó su energía, su fe luminosa y ardiente, su celo pastoral, en
definitiva, su amor por Cristo. |
¿Cómo
no había de encontrar Newman un paralelismo entre la mundanización arriana y
la mundanización de la Iglesia oficial anglicana de su época? Así, pues, en
adelante Atanasio fue para Newman un padre y un guía espiritual. |
No
solamente lo encontramos como protagonista principal de su primera obra, Los
arrianos del siglo IV (1833); la inspiración de Atanasio se extiende, de una
manera u otra, a toda la obra de Newman, y sobre todo da unidad a su
pensamiento cristológico. Ya muy anciano, seguía revisando su traducción al
inglés de una selección de los tratados atanasianos. Su devoción por él se
encuentra reflejada en las oraciones que había compuesto para uso privado,
donde no faltaba una invocación a san Atanasio, o también en el icono del
santo patriarca de Alejandría pintado por los monjes griegos de Grotta
Ferrata, cerca de Roma, que hizo colocar en una de las capillas del Oratorio
de Birmingham. El mismo título de la Apologia "pro vita sua" parece
inspirarse en un escrito polémico de Atanasio titulado Apologia pro fuga sua,
y el prólogo a la segunda edición (1865) está datado precisamente el día 2 de
mayo. |
No
se trata, sin embargo, de imitar a san Atanasio, ni de imitar a Newman. Se
trata de experimentar, por la conversión y la santidad, que somos salvados en
la comunión de amor que es la Iglesia, en el interior de la cual Atanasio y
Newman son para nosotros padres y maestros, porque antes son hermanos,
redimidos como nosotros por Jesucristo, Señor nuestro. |
Así
como la oración es la voz del hombre que se dirige a Dios, la Revelación es
la voz de Dios dirigida al hombre. |
John
H. Newman, G. A., 404 |
Tenéis
que mirar más allá de este mundo, y de lo que del mundo hay en la Iglesia, de
lo que hay de tan imperfecto, y los vasos terrenos en los que conservamos la
gracia, y poner los ojos en la misma Fuente de la Gracia, y pedirle a Dios
que os llene el alma con su Presencia. |
John
H. Newman, L. D., XXV, 388 |
{9
(129)} |
4.
HOMBRE DE ORACIÓN |
UN
HOMBRE no puede ser espiritual, religioso de verdad en un momento determinado
y olvidarse y dejar de serlo en el siguiente. Sería lo mismo que pretender
gozar de buena y mala salud en horas alternas. Un hombre que mantiene su
espíritu de religiosidad es religioso lo mismo por la mañana, por la tarde y
por la noche; su religiosidad le confiere como un carácter, en el que se
moldean sus pensamientos, palabras y acciones, formando en conjunto una
totalidad. |
Ese
hombre ve en todas las cosas a Dios; dirige todas sus acciones hacia la
finalidad espiritual que Dios le manifiesta; todo lo que ocurre durante el
día, cada suceso, cada persona con la que se encuentra, las noticias de que
se entera, todo ello lo valora con la medida de la voluntad de Dios. Por
ello, de una persona que haga esto, se puede decir que está en la presencia
de Dios, dirigiéndose continuamente a él, reverenciándolo, con el lenguaje
interior de la oración y la alabanza, reconociéndolo humilde y gozosamente
confiado. |
Todo
esto puede admitirlo cualquier hombre reflexivo, aunque se apoye en razones
meramente naturales. En otras palabras, para ser religioso es preciso tener
el hábito de la oración, lo que equivale a elevar la mente a Dios
constantemente. Esto quiere decir la Escritura cuando exhorta a actuar en
todas las cosas para la gloria de Dios; es decir, ponernos delante de la
presencia de Dios y de su voluntad, y comportarnos {10 (130)} constantemente
con referencia a él, de modo que todo cuanto hagamos se integre en un solo
cuerpo y línea de obediencia que exprese el reconocimiento incesante de que
somos criaturas suyas y siervos suyos. Lo cual, en cada una de sus partes,
promueve más o menos directamente la glorificación divina, en la medida en
que se reviste de un carácter religioso. Así, la obediencia del alma a Dios
es, por decirlo de alguna manera, un espíritu que se asienta en nosotros y
que dilata su influjo en todos los movimientos del alma. Y de la misma manera
que los hombres fuertes y sanos demuestran su buen estado de salud en todo
cuanto hacen, también los que gozan de la verdadera salud y fuerza del alma
evidencian una fe transparente, sobria y profunda en Aquel en el cual
descansa su ser, su voluntad en todo lo que hacen; incluso ―como dice
san Pablo— «cuando comen o beben» siguen viviendo manteniendo la visión de
Dios, viven en constante oración. |
El
verdadero cristiano, a través del velo de este mundo, contempla el más allá,
y trata con él, dirigiéndose a Dios como un niño puede hacerlo con su padre,
con la clara visión que tiene de él y con inquebrantable abandono en sus
manos; con reverencia, respeto y confianza, porque, como dice también san
Pablo, «sabe en quién ha creído». |
John
H. Newman, C. O., P.S., VIII, 205... |
{11
(131)} |
5.
CENTENARIO DE NEWMAN (1890-1990): Noticias y conmemoraciones. |
•
En Littlemore, cerca de Oxford, en la iglesia dedicada al Beato Domenico
Barbieri, que, como se sabe, fue quien recibió a Newman en el catolicismo el
8 de octubre de 1845, se celebrará una solemne Eucaristía, el día 6 del
presente mes, y luego se visitará el «Newman College», situado en las
inmediaciones, que fue el lugar donde Newman habitó con sus primeros
discípulos, con los que compartió una vida de oración y estudio, poco antes
de abandonar el anglicanismo y entrar en la Iglesia Católica. |
•
También en el presente mes de octubre, el día 30, tendrá lugar en Birmingham
una celebración ecuménica, en la iglesia de Santa Ana, de Alcester Street,
donde Newman ejerció su primera labor pastoral después de hacerse católico. |
•
En Dublín, para este mismo mes, la «Newman House» ha organizado varios actos
académicos y la ejecución del oratorio «The Dream of Gerontius», texto de
Newman musicado posteriormente por Edward Elgar. |
•
El Oratorio de Albacete publica, como suplemento de este número de «LAUS», un
librito que contiene una colección de esquemas oracionales, cuyo título es
«REZAR CON NEWMAN». |
•
Igualmente, el «Newman Centre», de Valencia, prepara, para antes de finalizar
el año, un libro antológico, de iniciación al conocimiento de Newman, que se
editará en lengua valenciana. |
•
La «Newman Society of Japan» celebrará en Tokio, el próximo mes de noviembre,
un ENCUENTRO CONMEMORATIVO, después de haber participado, en agosto pasado,
en las celebraciones centenarias que tuvieron lugar en Inglaterra e Irlanda. |
{12
(132)} |
6.
NEWMAN: REZAR CON NEWMAN |
PARA
explicarnos la evolución de sus ideas religiosas, Newman cita, en las
primeras páginas de la Apología, algunos libros cuya lectura le afectó
principalmente. |
Lectura
de la Biblia |
No
sólo sabemos que había sido educado, desde niño, en el gusto por la lectura
de la Biblia y que se sabía perfectamente el catecismo, sino que poseyó un
libro, desde los mismos años de la infancia, al que, «humanamente hablando,
casi le debía el alma». Se trataba de The Force of Truth, de Thomas Scott
(1747- 1821). Newman creía que cualquier lector de este libro autobiográfico,
y de otros escritos del mismo autor, «se admiraría de su desprendimiento de
las cosas de este mundo у de su libertad interior. Era fiel a la verdad
dondequiera que le llevara, comenzando con la fe en Dios Uno y terminando en
la más viva confesión de la Santísima Trinidad {13 (133)} dad. Él fue quien
primero plantó profundamente en mi alma esa verdad fundamental de la religión»
(1). |
La
verdad de Dios Inmediato |
Hemos
de retener esa insistencia de Newman en destacar la verdad, la sinceridad, el
realismo de lo espiritual. En modo alguno nos da pie a suponer que él busca o
encuentra en Dios una evasión. Newman es concreto, Dios le es inmediato. Ese
fue el gran descubrimiento de su adolescencia, la que sus biógrafos llaman su
primera conversión", el cara a cara con el Dios personal ―«Myself
and my Creator»―. |
Presencia
de Dios |
Seguramente
Newman pensaba en el libro de Scott cuando, de regreso a Inglaterra, poco
después de haber escrito su famosa poesía Lead, Kindly Light, compuso la
titulada The power of prayer, título paralelo al del libro de Scott. En esta
poesía (2) la fe obtiene las primicias de la liberación interior, y se eleva
hacia Dios para poder derramar bienes sobre el mundo, habitando en la verdad,
con el celo por Dios. La fe es el contenido de esta verdad salvadora y
benéfica. Dios vivo está cerca de nosotros, nos inspira respeto, pero es
inevitable que le hablemos. La reacción de la fe ante la presencia divina es
la plegaria. El creyente y hombre religioso es consciente de esta presencia
de Dios, «y camina llevando a Dios consigo» (3); no así los hombres que contemplan
a Dios de lejos, distante. Por eso «la plegaria es la esencia de la religión»
(4); ser religioso es ver a Dios en todas las cosas, es reconocerse P. 68. |
{14
(134)} en su presencia, tratarlo y alabarlo humilde y gozosamente confiados
en él; en otras palabras, «ser religioso es tener el hábito de la plegaria, o
rogar siempre», porque «la plegaria es, para la vida espiritual, lo que el
latido del pulso o la respiración para la vida corporal» (5). |
Respiración
del alma |
Se
trata de tomar esa verdad y de habitar y moverse en ella, con toda
sinceridad, sin descuidarla, sin volverle la espalda, sin recortarla ni
falsificarla, y dejarse llevar por toda su fuerza, pura de reducciones
idolátricas, tan pronto se pase de la teoría a la práctica, de la palabra a
los actos (6) El mundo {t} Invisible {t} Para Newman, además de este mundo
sensible, que vemos y nos es próximo, existe otro mundo, el espiritual, en
cierto modo todavía más real, que no solamente nos envuelve, sino que está en
contacto con nuestro interior, y del que espiritualmente formamos parte,
poblado de muchos elementos, y Dios Altísimo en el centro (7). Nos
relacionamos con él a través de la fe y la oración. Poco después de su
ingreso en la Iglesia católica, Newman confiesa que «nunca perdió el sentido
íntimo de la Presencia divina en todas partes» (8). |
Para
Newman, el creyente es un hombre fundamentalmente realista, que descubre y
acepta toda la verdad centrada en Dios y reflejada en el alma; la verdad a la
que corresponden dos gloriosos atributos: la belleza y la fuerza (9), de
donde la armonía {15 (135)} entre lo que admira en Scott y lo que canta en la
poesía que hemos citado. Esa pasión por la verdad, aun desde la base de
búsqueda y disposición natural, prepara el acto de fe y la apertura y trato
con Dios. |
Reverencia
y humildad |
Cuando
Newman declara que «nunca he pecado contra la luz», en realidad proclama que
ha buscado siempre la verdad, desde "su" misma verdad, es decir,
desde su gran honestidad intelectual, que consiste en no suplantar, no
discutir, no relegar a Dios; la verdad nos hace humildes (sta. Teresa), y la
humildad es la mejor disposición para aprender a tratar con Dios en la
oración (s. Felipe Neri). La dignidad del cristiano no consiste en el
sentimiento de estima egoísta de sí mismo, sino más bien en el principio de
su leal devoción y reverencia hacia el Señor, que condesciende a acercársele,
dice el propio Newman (10). |
Además,
el que quiera conocer a Dios no sólo ha de iniciarse en la meditación de su
palabra inspirada, sino que ha de acercarse a aquellos hombres que nos han
precedido en esta tarea y le han sido fieles. No fue poco, en Newman, el
beneficio de una educación doméstica cristiana; pero junto con otras
circunstancias dispuestas por la Providencia, tuvo de joven un primer
contacto con los santos Padres de la Iglesia, esos personajes clásicos que
suceden a la época apostólica y que, junto a ella, permanecen como paradigma
original del cristianismo. Fue por la lectura de la Church History, de Joseph
Milner. «Poco me costó, dice Newman, enamorarme de los extensos extractos
tomados de san Agustín, san Ambrosio y otros Padres que encontré {16 (136)}
allí» (11). Era una semilla que más tarde daría magníficos frutos, pero que,
desde entonces mismo, iniciaba su secreta germinación. |
Los
Padres de la Iglesia |
El
interior del alma, el mundo invisible, la Iglesia de los santos: ese era el
universo espiritual de Newman. En sus Historical sketches nos habla de estos
santos preferidos, como de seres vivos, presentes siempre en su referencia a
Dios. Para conocer a los demás, diría después Newman, hemos de comparar a los
otros con nosotros mismos (12), y eso hacia con ellos; los tenía por amigos,
presentes en su vida, necesitaba «oírles conversar» y, por sus palabras,
penetrar en su vida oculta, hasta donde pueda esta vida ser conocida por un
hombre, allí donde los labios hablan de la abundancia del corazón. Newman se
emociona y exulta cuando lee en los infolios los escritos de los Padres (13).
Lee, y reza siempre, con el lápiz o la pluma en la mano, y escribe observaciones
en los márgenes de las páginas o anota pensamientos que luego convierte en
temas de oraciones que compone para su misma piedad y la de sus hijos
espirituales. Contemplando a estos santos que le ayudan en su oración,
imagina a la Iglesia como elevando a Dios una sinfonía de voces diversas,
pero armónicas. Tal vez la idea le venga del violín que guarda y le sirve de
descanso entre apostolado y libros: cuerdas y voces en la convergencia
armónica de la única fe. La suya es una voz más en el concurso de los santos
y los ángeles elevando un Magníficat universal a Dios (14). |
Entre
Newman y los Padres del s. IV, existe algo más de lo que podría llamarse
admiración o amistad; se trata, dice Denys Gorge, como de una identificación
(15). Newman descubría en ellos la Iglesia, {17 (137)} ella misma cimentada
en la oración: «La oración era el cimiento sobre el cual fue edificada...
Durante diez días, los Apóstoles reunidos perseveraban en la oración,
unánimes, con algunas mujeres, con María, la madre de Jesús, y los parientes
de éste (Hch {1, 14); después, en Pentecostés (Hch 2, 1), los que} se habían
convertido perseveraban en la oración (Hch 2, 42); algún tiempo después,
cuando Pedro fue detenido y llevado a la prisión, la Iglesia oraba
insistentemente a Dios por él, y cuando el ángel vino a liberarlo se refugió
en una casa donde estaban muchos reunidos y orando (Hch 12, 5 y 12). Estamos
tan acostumbrados a leer estos textos, que apenas nos damos cuenta de su
significado particular, aunque aparezcan luego desarrollados en diferentes
contextos de las cartas apostólicas: san Pablo exhorta a sus hermanos en
igual sentido (Ef 6, 18; 1T: |
5,
17; 1 Tm 2, 1)... y él mismo no cesa de dar gracias a Dios por todos, a los
que recuerda en sus oraciones (1 Ts 1, 2 y ss.), siempre pidiendo con gozo
por ellos (Flp 1, 4)» (16). |
La
humildad, cuando se armoniza con la voz de la Iglesia, se convierte en canto
glorioso, y de todos {18 (138)} los que nos han precedido, acompañan y
seguirán en el camino hacia Dios; desde los primeros creyentes, de quienes da
testimonio la Biblia, hasta nosotros mismos. |
La
oración de la Iglesia |
La
oración de la Iglesia se hace actual y es pública, en la liturgia y en sus
ritos. Ello ha de verse como un anticipo o entrenamiento de lo que ha de ser,
finalmente, la contemplación celestial; se equivocan los apresurados o
iconoclastas que ceden a la tentación de anular los ritos o suprimir las
formas, porque «las personas que intentan, según ellas, hacer una oración más
espiritual acaban con no hacer ninguna oración» (17). Lo justo, no obstante,
es no detenerse en los símbolos y las formas y cambiar gradualmente nuestros
corazones, de siervos en hijos de Dios (18). En la liturgia «aprendo a
capacitarme para la visión del Único Santo y sus servidores, a entrenarme
para esta visión que me infunde tanto respeto, y que solamente alcanzan,
antes del éxtasis eterno, aquellos a quienes ella no sorprende. |
Yo
trato de acostumbrarme para ser capaz de soportarla cuando me llegue la hora.
Mientras, me es dado tomar parte en ella, sin estar todavía en el cielo, para
que me disponga a él. Y, gracias a los salmos y al canto sagrado, voy
aprendiendo lo que allí será mi ocupación» (19). |
(1)
APO., p. 15. Svaglic, que ha preparado la edición crítica de la Apología
(Oxford, 1967), cree exagerado el juicio de Newman sobre la doctrina
calvinista de Scott, 50bre la predestinación; según él, Scott se limita a
sostener que los no elegidos permanecen simplemente al margen, sin caer en la
reprobación divina. |
(2)
V. V., p. 186. Cf. la traducción de esta poesía en p. 2 de este mismo n. de
LAUS. |
(3)
P. S., VI. p. 75. (4) DIFF., |
(5)
P. S., VIII, pp. 205-210. |
(6)
«Truth, indeed, has that power in it, that it forces men to profess it in
words; but when they go on to act, instead of obeying it, they substitute
some idol in the place of it». P. S., I, p. 62. |
(7)
Cf. P. S., IV, y también las primeras pp. de APO. |
(8)
«Neque vero perdidi intimum meum sensum Praesentiae divinae in omni locow.De
apuntes de Newman (Roma, mayo de 1847), cuando se preparaba para ser ordenado
sacerdote. Cita del p. H. Tristram en WITH NEWMAN AT PRAYER. |
(9)
«Truth has two attributes: beauty and power... Pursue it, either as beauty or
power, to its furthest extent and its true limit, and you are led by either
road to the |
Eternal
and Infinite, to the intimations of conscience and the announcements of the
Church. IDEA, 217. |
(10)
«The self-respect of the Christian is no personal and selfish feeling, but
rather a principle of loyal devotion and reverence towards that Divine Master
who condescends to visit him. S. D., 148. |
(11)
APO., cap. 1, p. 20 (Svaglic). (12) G. A., 28-29. (13) H. S., II, p. 221.
(14) U.S., 384. |
(15)
«Une sorte de connaturalité, seule explicable par les aspects variés de sa
riche personnalité l'apparentant aux grands modèles qu'il décrit». ESQUISES
PATRISTIQUES, |
DDB
(1982), intr., p. 32. |
(16)
DIFF., II, 67. |
(17)
P. S., II, 74. |
(18)
P. S., III, 93-94. |
(19)
P. S., V, 9. |
(20)
Jean Honoré, NEWMAN, LA FIDÉLITÉ D'UNE CONSCIENCE, Chambray, 1986, p. 108. |
No
mires el mundo como un vasto y gigantesco mal que está lejos. Sus tentaciones
rozan tu persona, preparadas, a tu disposición, para ofrecerse
inmediatamente, dirigidas con sutileza hacia ti. Trata de meter dentro de tu
vida ordinaria las palabras de la Sagrada Escritura, y te darás cuenta de
cómo el mal del mundo te envuelve, dentro mismo de tu corazón. |
John
H. Newman, P. S., VII, 40 |
Dos
mártires cada mes. |
A
través de todo el mundo, la Iglesia sostiene, en tierras de misión: 37.687
escuelas primarias, con 11.117.000 alumnos; 8.647 escuelas secundarias, con
3.598.000 alumnos; 484 institutos de bachillerato, con 270.000 alumnos; 87
universidades, con 134.900 alumnos; 2.879 dispensarios, con más de 19
millones de atenciones por año; 765 leproserías, con 1.716.000 pacientes; 377
orfelinatos, con 24.442 huérfanos; 212 asilos de ancianos, con 11.200
asilados... |
A
pesar de tanta generosidad, abundan las dificultades, como dice Mons. José
Capmany, Director General de Misiones, pues «frecuentemente surge la
persecución solapada o abierta, que, al intensificarse, puede llevar a la
violencia destructiva... |
Desde
hace unos años, en la Iglesia en tierras de misión, se sale a la inmolación
de casi dos mártires por mes. He aquí un gran testimonio, un gran
enriquecimiento para toda la Iglesia y una gran interpelación para todas las
comunidades y fieles». |
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