Publicación
mensual del Oratorio. |
Núm.
299. MARZO-ABRIL. Año 1995 |
0.
SUMARIO |
TODO
verdadero crecimiento espiritual, en el hombre de fe, no se basa en la
insistencia, en el esfuerzo reiterado, sino en el renacimiento, desde el
fondo del alma. Vivir es nacer continuamente; no es repetir, sino
profundizar. Suele sepultar el primer intento de acercarnos a la Verdad de
Dios, el polvo de la superficialidad humana. No son las vibraciones emotivas,
sino la pureza la que convierte en energía el enamoramiento del Bien, como
absoluto. |
ORACIÓN
DEL IV CENTENARIO |
IR
O VENIR |
LA
PROVIDENCIA EN EL BEATO JOSÉ VAZ |
AÑO
DE BENDICIONES |
SIGNIFICADO
DE LA «VIDA APOSTÓLICA» |
EL
PADRE JOSÉ VAZ |
EL
ORATORIO DE GOA |
{1
(25)} |
1.
Tiempo de oración: ORACIÓN DEL IV CENTENARIO DE S. FELIPE NERI |
Oh
Dios, Padre nuestro omnipotente, |
que
has querido reflejar tu paternidad |
en
el ejemplo de bondad y sabiduría con que san Felipe |
guiaba
a los más jóvenes hacia la responsabilidad |
de
la edad adulta: |
concédenos
el espíritu de sana alegría |
y
prudencia sobrenatural, |
que
es fuente de esperanza cristiana |
y
lleva a la plenitud de la vida contigo. |
Oh
Jesús, ungido Hijo de Dios, |
que
fuiste amado con amor inmenso por san Felipe, |
y
el único que merece el amor de todos los hombres: |
concédenos
que también nosotros sepamos descender |
hasta
comprender las inquietudes de este mundo, |
proyectando
en él nuestra fe, |
y
evitar que jamás nos convirtamos en sal insípida |
que
merezca ser rechazada fuera por los hombres. |
Oh
Espíritu Santo, que inflamaste con tu fuego |
el
corazón de san Felipe, todavía joven: |
ven
y libéranos de nuestras tristezas, |
de
nuestro egoísmo, |
del
frío e indiferencia del mundo, |
y
dilata nuestro corazón |
para
que sea capaz de compadecer y remediar |
todas
las pobrezas y miserias de los hombres. |
Amén. |
{2
(26)} |
2.
Ir o venir |
UN
INQUIRIDOR que ha escrito un libro sobre la fe de los hombres de nuestros
días, después de interrogar a muchos, ha llegado a la conclusión de que «son
poquísimos, entre los mayores de cuarenta años, que se profesan ateos». Entre
los más jóvenes las estadísticas son otras: tal vez porque, para ellos, la
vida es sentida como una capacidad sin límite y, además, porque hayan sido
educados para un hedonismo que, sin negar en principio la primacía de los
valores espirituales, han permanecido y crecido, buen número de ellos,
rodeados de un materialismo práctico y protegidos por las mismas personas
mayores que tímidamente les seguían recordando, de todos modos, la verdad
teórica y moderadamente útil de la existencia de Dios, aunque en realidad les
preparaban para un cielo que era el de la tierra. Lo que trascendiera la
dimensión temporal había que dejarlo como un atenuante para la fatalidad
innominada de la "muerte, tan temida", que la precariedad de la fe
no salvaba de la absurdidad. |
A
pesar de ello, comprobable cuando se ausculta el pensamiento de los jóvenes
más despiertos y reflexivos, no faltan filósofos contemporáneos y honestos
que, incluso desde el agnosticismo, señalan que estamos en vísperas de
amanecer a una época que volverá a ser "religiosa" y capaz, por lo
tanto, de iluminar las obscuridades y vacilaciones en las que muchos ahora se
debaten, ya en vísperas del albor que consolara a todos para superar los
escollos que atrancan esas angustias post-modernas. |
En
realidad, sobre los males del tiempo, la humanidad está sintiendo el escozor
de una piel que debe restañar, en los creyentes, las heridas de una fe que ha
de purificarse o re-espiritualizarse; una fe en la que los que creemos en
Dios y su Hijo Jesucristo invirtamos el sentido accidental y adjetivado con
que la hemos considerado, y pidamos de veras a Dios y queramos sinceramente
que se haga substancia en nuestra vida, no solamente ceñida al tiempo
―que no podemos evitar, pero que no queremos limitar―. Una fe que
supere la teoría y se haga levadura vital del ser y el vivir, y no desde un
posicionamiento negativo y defensivo de Dios y la preocupación del pecado,
sino desde lo positivo, generoso y entusiasmador de una gratitud dirigida a
Dios, por {3 (27)} la vida y la esperanza que él nos ha dado, que va más allá
de las realidades tangibles, a las que, tal vez, nos hemos pegado en exceso
pervirtiendo la religiosidad para que Dios "colabore" con nuestros
deseos y apetencias terrenales, en vez de espiritualizarlas ―no en la
mera búsqueda de legitimaciones farisaicas, tasa das y defensivas―,
para superar la glotonería del gozo inmediato y avaro, que posterga la
bienaventuranza prometida para el Reino, lo más remotamente posible. |
El
secreto de la espiritualización es posible que resida en un cambio de óptica,
y nos ayude a ver más de lejos, sin detenernos avariciosamente en lo fácil y
próximo. |
Aun
en el caso de no olvidarnos de Dios, podemos limitarnos a otear el horizonte
de la eternidad, desde la lejanía de una esperanza solamente teórica, casi
inútil para una verdadera vida de fe de bautizado. Lo correcto sería no
cubrir de ceniza el rescoldo de vida en Dios que recibimos en el Bautismo
para que, «una nueva vida» recibida y venida de Dios, alentada por la oración
y los sacramentos, diera otro sentido a nuestra existencia. Venimos de Dios;
solamente vamos a él, en la medida de que de él venimos ya. Para el creyente,
el tiempo ya está en la eternidad, porque la redención lo inscribe en Dios,
en el ámbito de ese Reino en el que confesamos creer. |
Tal
vez nos hemos atrevido poco a decir las cosas enteras y hemos rebajado a
límites de saldo, no ya las exigencias, sino más bien los ideales, es decir,
la fe y la esperanza, y por esto la fe que abanderamos no despierta
entusiasmo, y nos detenemos en lo inmediato de los gozos fáciles, relegando
toda la grandeza a la que Cristo nos ha introducido. Sin una buena dosis de
austeridad, sin enriquecernos de Dios, la sola moral defensiva, no cambiará
el sentido de nuestras vidas ni redimirá a la humanidad de egoísmos, envidias
y odios. La paz que logren los mezquinos, será la de la miserable impotencia
e incapacidad de amar a la que no supieron despertar el alma, y seguirán
esclavos del propio engaño porque no quisieron la libertad que solamente da
la verdad de los redimidos, que ven la vida, «como viniendo de Dios». |
{4
(28)} |
3.
El Oratorio: La Providencia en el beato José Vaz, C. O. |
JUAN
PABLO II destacaba la importancia que tienen los primeros santos y beatos de
un país en los caminos que la Providencia señala para sus futuras
generaciones. En su último viaje a Extremo Oriente, procedió a la
beatificación de Peter To Rot en Papúa Nueva Guinea, padre de familia,
catequista y mártir, la de Mary MacKillop, religiosa y primera beata de
Australia, y la del padre oratoriano José Vaz en Sri Lanka (Ceilán). Cuando
éste llegó a Sri Lanka, dice el papa, se encontró con una Iglesia joven que
corría el peligro de diluirse y perder su vinculación apostólica; pero el
padre Vaz supo hacer frente a este peligro y por eso se le considera el
apóstol que dio nuevo impulso a la Iglesia de aquella tierra. |
«El
entusiasmo que mostró aquella comunidad tiene mucho que decir a las Iglesias
antiguas del continente europeo». La Providencia suele reservar a los
humildes de corazón para aleccionar a los más cultos y ricos. |
Seguramente
fue por su humildad por lo que el padre Vaz fue conducido providencialmente
en su apostolado, tan fecundo. El padre Jacome Gonçalvez, uno de los más
próximos colaboradores del padre Vaz en la Misión Oratoriana de Ceilán y
hombre notable por los trabajos de traducción del Nuevo Testamento al
singalés y otra literatura cristiana, decía que el padre Vaz «no se fiaba de
su propio parecer, sino que miraba a Dios en todas las cosas» y, con humildad
sobrenatural, no dudaba en pedir consejo, incluso a los menos ilustrados,
pero de limpieza de intenciones. Se parecía a san Felipe Neri, dice el mismo
padre Jacome, en la « mortificación de la racional», es decir, que no dudaba
en renunciar al propio parecer y se abandonaba a la voluntad de Dios, manifestada
{5 (29)} El Oratorio providencialmente en los acontecimientos y el parecer de
los buenos hermanos. |
Cuando
a poco de ser ordenado presbítero en Goa propuso a la autoridad patriarcal el
proyecto de una misión en Ceilán, no obtuvo una respuesta favorable, pero
aceptó ser enviado a la región de Kanará. Pronto pudo entender que esta
experiencia imprevista se incluía en los planes de la Providencia, como
preparación para el ulterior apostolado en Ceilán, donde las dificultades
iban a ser mucho mayores. |
Pero
antes de ir a Ceilán, fue preciso que regresara a Goa, donde descubrió que
Dios le ponía en contacto con un pequeño grupo de clérigos que deseaban
llevar una vida de oración y apostolado. Después de un ensayo de vida común,
aunque sin dar una fisonomía concreta al experimento, recibe consejo de un
santo varón, el padre Antonio Ventimiglia (más tarde Vicario apostólico de
Borneo y mártir), quien le propone la fundación del Oratorio en Goa. El padre
Vaz lo comunica a sus hermanos de comunidad y deciden recabar información más
completa al Oratorio de Lisboa y, sucesivamente, inicia su vida la nueva
Congregación del Oratorio de San Felipe Neri, de Goa. |
Se
trataba de una fundación relativamente singular, porque no procedía de
misioneros llegados de la metrópoli europea, sino compuesta por naturales del
país, embebidos en la misma cultura del lugar, reunidos en una experiencia de
vida para siempre y con la óptica de su proyección misionera. |
Ellos
iban a hacer lo que estaba prohibido a extranjeros y lo que, por otra parte,
los sacerdotes diocesanos no habían podido llevar a cabo por carecer de apoyo
institucional suficiente. Como si el cielo quisiera bendecir visiblemente el
haber aceptado el consejo del venerable Antonio Ventimiglia, el padre Vaz
recibió, en la comunidad oratoriana recién creada, a tres sobrinos suyos,
quienes debieron renunciar, antes, a una situación familiar acomodada. |
Fue
providencial, también, la relación del padre Vaz con los padres de la
Compañía de Jesús, de quienes había sido alumno en Goa. |
Éstos
le defendieron siempre, lo mismo que al Oratorio de Goa, frente a las
autoridades portuguesas. Como es sabido, los colonizadores, tanto los
españoles en América como los portugueses en Brasil y en Asia, estaban de
acuerdo con llevar consigo a misioneros, con tal que respondieran a sus
intereses político-estratégicos. Las autoridades {6 (30)} religiosas de Goa,
en realidad, dependían de las políticas de los colonizadores, los cuales no
se fiaban de aquellos "nativos" difíciles de controlar. Los demás
misioneros procedentes de Europa ya habían sido tamizados a través del
control de los reyes de España, para las posesiones españolas, o de Portugal
para las portuguesas. Los proyectos misioneros de la Santa Sede para las
recientes regiones "nuevas" del mundo eran siempre revisadas por el
poder político de los reyes conquistadores, aunque "católicos". En
esta situación, los padres jesuitas fueron valedores del naciente Oratorio de
Goa y del padre Vaz ante las autoridades portuguesas, lo cual no pudo evitar,
sin embargo, que la fundación canónica del Oratorio se retrasara allí por más
de diez años. |
No
se desanimaba el padre Vaz y la falta de misioneros, o la restricción del
gobierno a poder llevar más a Ceilán (en Goa había suficientes), le llevó a
confiar en los seglares, algunos de los cuales mantenían la fe desde los
tiempos de san Francisco Javier: eran los llamados muppu
("ancianos" o presidentes laicos de las comunidades) y los annavi
(que actuaban como lectores, catequistas y sacristanes). El padre Vaz
extendió estos ministerios a toda la Misión mientras {7 (31)} que, por una
parte, les alentaba en su cometido y también les pedía consejo con toda
sencillez. |
Ya
en las puertas de la muerte, acaecida en Kandy, el 16 de enero de 1711, los
demás padres de la Misión Oratoriana le pedían que se acordara de ellos en el
cielo; pero él replicaba que se consideraba como nada e incapaz de hacer
nada. En cambio les recomendaba: «Vivid de acuerdo con las inspiraciones de
Dios y atended a los buenos consejos de los demás padres. Es así como yo he
podido evitar equivocarme». |
Desconfiaba
de sí mismo, pero su conciencia recta descubría los signos de la Providencia
divina, y se hacía providencia y signo de la fe para muchos. |
{8
(32)} |
4.
Año de bendiciones |
ESTE
AÑO de 1995, en el que los oratorianos celebramos el IV Centenario de nuestro
Padre y Fundador san Felipe Neri, no solamente nos confirma en la vigencia
del ideal de santificación y apostolado que su obra, el Oratorio, aportó a la
Iglesia, sino que nos pide gratitud a la Providencia por las incesantes
bendiciones con que nos conforta y consuela. |
Con
este espíritu se han programado diversas manifestaciones y actos en las casas
y ambientes filipenses. Sin duda que las más notables se celebran en Roma,
cuyo patrocinio espiritual san Felipe comparte con los apóstoles Pedro y
Pablo, y allí tiene su sepulcro, en la iglesia de la Vallicella, sede del
Oratorio romano. |
Habrá
cursos de espiritualidad relativos a la figura de Felipe, gran conocedor y
guía de almas. También, en el palacio de Venecia, exposiciones iconográficas
para mostrar las formas como el arte quiso plasmar a este Santo. En la
Biblioteca Vallicelliana se exhiben libros y documentos que, en actos
académicos, ilustrarán las conferencias de especialistas y estudiosos. No
podrán faltar los conciertos musicales para interpretar a los maestros
clásicos y modernos que recogieron la inspiración filipense y compusieron e
inmortalizaron su nombre en las piezas de "oratorios musicales".
Finalmente, en la festividad del 26 de mayo, el Papa cerrará este IV
Centenario de san Felipe, con la celebración de la Eucaristía en el Oratorio
de Roma. |
Pero,
con todo ello, nosotros queremos destacar tres regalos de la Providencia,
como bendiciones singulares {9 (33)} de este año especialmente
"santo" para los filipenses. La primera fue la beatificación del
padre José Vaz, el pasado enero, sobre el que nos referimos, en estas mismas
páginas. Con él se añade un nombre muy significativo al santoral del
Oratorio. |
Otra
bendición consoladora, y no la menor de todas, es la previsión de varias
ordenaciones sacerdotales en Europa y América, para seguir la labor de san
Felipe. |
Y
otra alegría la constituye la próxima fundación de un nuevo Oratorio,
verdaderamente misionero, en la periferia de la ciudad más populosa del
mundo, México D. F. Este Oratorio, que la Santa Sede erige en este mismo mes
de marzo, ha añadido a su nombre el de Nuestra Señora de la Paz, para
distinguirse de los otros tres que le preceden, en la constelación (Profesa,
San Pablo y Tlalnepantla) que forman nuestras casas en aquel conglomerado
humano de más de 22 millones de habitantes. |
Esta
inauguración será de especial alegría para todos nuestros hermanos mexicanos,
pero en particular para el Oratorio de San Pablo Tepetlapa que, muy de cerca,
ha podido fomentarla. |
A
todos un gran abrazo fraternal, con la esperanza de más bendiciones en el
Señor. |
La
bendición de Newman para el Oratorio. |
Queridos
Padres, seremos bendecidos si aprendemos, desde ahora mismo, a vivir en
presencia de los ángeles y los santos, cuyo destino es ser compañeros
nuestros en la eternidad. Ya nos alcanza esta bendición si conversamos
habitualmente: con Jesús, María y José; con los Apóstoles, los Mártires y los
grandes Padres de la Iglesia primitiva: Sebastián, Lorenzo, Cecilia;
Atanasio, Ambrosio, Agustín; con san Felipe, de quien somos hijos; con
nuestros Ángeles Custodios y nuestros Santos Patronos. Seremos bendecidos si
no nos preocupamos de lo que los hombres piensan de nosotros; aunque deseamos
que su menosprecio no les estimule a cometer ninguna injusticia contra
nuestra Comunidad, ni que el falso concepto que de nosotros se formen se
convierta en obstáculo para que ellos vuelvan a Dios. |
J.
H. Newman, OS, n. 12, p. 243 (18.1. 1850). |
{11
(35)} |
5.
El Oratorio: Los nombres del seguimiento de Cristo en el Oratorio.
SIGNIFICADO DE LA «VIDA APOSTÓLICA» |
LA
DIVERSIDAD de nombres aplicados al "seguimiento de Cristo" muestra
la dificultad de acertar en una definición lo menos metafórica posible. Si lo
llamamos vida "angélica" parece que nos salimos de lo humano; si
vida "evangélica", resulta más plausible, pero no podemos
monopolizar el mensaje del Evangelio, que es para todos; si vida
"religiosa", aparece demasiado genérico; incluso vida
"consagrada", que es la denominación canónica, obliga a tomar el
adjetivo en sentido amplio, o ceñirlo al significado de
"dedicación". En la Asamblea General del Sínodo de los Obispos,
celebrada en Roma en octubre del pasado año 1994, dedicada precisamente a la
"vida consagrada" o "religiosa", se ha evitado abordar el
tema de una definición. Quedan pues los nombres para una referencia
convencional a un "estado jurídico" que acoge a una porción de los
hijos de la Iglesia, como "pueblo de Dios", y que esta regula, cuida
y defiende porque «pertenece a su propia vida y santidad» (c. 574). |
Lo
que se dice una definición no la encontraríamos ni siquiera en los textos
bíblicos ni en las palabras del Señor. |
Podemos,
sí, contemplar hechos, meditar sobre llamamientos y decisiones, en Jesús, el
Hijo de Dios, y en los discípulos que le acompañaron más de cerca; podemos,
incluso, recoger el consuelo de las bendiciones del Señor, y oír, casi, el
{12 (38)} aplauso apocalíptico del cielo, para quienes lo siguieran en todos
sus caminos. Ya es mucho; pero nada más. 3333 La entrega de por vida al Señor
es un hecho continuo, que impregna toda la persona, sin que la fuerza de la
decisión pueda agotarse en un solo acto. Los primeros cristianos lo pudieron
entrever como una disponibilidad para un testimonio evangélico total,
refrendado por el martirio posible y nunca rechazado, que padecieron casi
todos los apóstoles y varios de los cristianos más próximos a ellos, en la
primera generación de la Iglesia. No estaba prohibido huir de las
circunstancias que podían acarrear el martirio, pero, llegada la ocasión,
ningún cristiano podía dejar de confesar a Cristo, aunque este testimonio de
la fe ("martirio") le acarrease la muerte. Orígenes, hijo del
mártir san Leónidas, decía a principios del s. III, en una época de calma
persecutoria: «Entonces éramos de verdad fieles, cuando el martirio llamaba a
la puerta desde que nacíamos en la Iglesia». La fortaleza de los mártires no
era una improvisación. El mismo Orígenes exhorta a prepararse ascéticamente
ante la eventualidad de esta suprema prueba. |
Y,
antes que él, Tertuliano lo hacía en el s. II. Y también el mártir san
Cipriano, y otros. El martirio era considerado como una "vocación",
que no tenía que ser temerariamente provocada, pero sí aceptada por los que
fuesen llamados a {13 (37)} ella por el Señor, en estrecha comunión de vida y
muerte, a modo de cristificación, como el primer mártir Esteban, у los
sucesivos. |
Los
cimientos |
PUEDE
fundadamente decirse que, una vez cesadas las persecuciones, de la tensión
ascética que su probabilidad había creado en muchos, surgió esta otra forma
de testimonio ("martirio") o identificación o "sequela
Christi", como germen de lo que luego recibiría diferentes nombres, el
primero de los cuales fue el de "vida apostólica", para significar
no solamente el seguimiento e imitación de Cristo, sino el de aquel pequeño
grupo, "los doce", que él llamó y comprometió como "portadores
de su mensaje" neotestamentario. La introducción de la constitución
apostólica «Provida Mater Ecclesia», de Pío XII (2 de febrero de 1947), al
aludir a la ampliación del "estado de perfección", se refiere a «la
doctrina y los ejemplos de Cristo у de los Apóstoles» y a «la buena
tierra de los primeros tiempos de las comunidades cristianas, que ofrecían
espontáneamente la posibilidad de tan buenos frutos evangélicos». Si
tuviéramos que volver los ojos hacia los orígenes de la primera profesión de
vida totalmente entregada a Dios, deberíamos, sin duda, recuperar aquellas
palabras del apóstol san Pedro a Jesús: «He aquí que nosotros lo hemos dejado
todo, y te hemos seguido» (Mt 19, 27). |
Habrá
más santos, y piadosos "fundadores", muchos de ellos también
santos, que se sentirán inspirados para crear nuevas formas de seguimiento de
Cristo, cuyo contenido, en todo caso, reflejará siempre la sustancia de la
originalidad apostólica. Será preciso tener en cuenta estas obras, tanto {14
(38)} más santas cuanto más fieles a aquella raíz primigenia. |
Constituirán
un enriquecimiento surgido de la fecundidad de la Iglesia y de las maravillas
de la gracia y su diversidad carismática, como derivaciones y memoria del
principal y original "cimiento" de los Apóstoles, en el cual Cristo
es la piedra angular (conf. Ef 2, 20). |
En
las sucesivas crisis a que será sometida la Iglesia, a lo largo de la
historia, no faltarán reacciones proféticas que volverán los ojos a los
tiempos apostólicos y a las primeras comunidades, para hacer actual el
Evangelio, una vez más, y comenzarán a llamar "vida apostólica" a
la vida comunitaria inspirada en el ejemplo de los apóstoles con el Señor,
prolongada en la Iglesia. |
{15
(39)} |
El
fervor renacido |
LEEMOS
en Casiano (360-435) que, «Después de la muerte de los apóstoles, muchos
fieles comenzaron a relajarse, e incluso los propios jefes de la Iglesia
abandonaron la primera austeridad, pero aquellos en quienes se mantenía aún
el fervor de los apóstoles, se pusieron a practicar lo que recordaban que
había sido instituido por ellos» (Coll. |
XVIII,
5, 2-3). Casiano resume lo que fue la espiritualidad comunitaria de los
primeros cuatro siglos, e influirá en los posteriores, principalmente en s.
Benito (480-543). San Agustín (354-430), por su parte, convertirá su
residencia episcopal en un verdadero monasterio; ideal que imitarán otros
obispos, aunque posteriormente se perderá. En Occidente, la evolución de la
vida comunitaria o, por mejor decir, la que ya se llamaba "vida
apostólica", será siempre tributaria de las Reglas de s. Benito y s.
Agustín. |
Edad
Media y Renacimiento |
EN
PLENA Edad Media, los grandes papas reformadores, como Alejandro II, Gregorio
VII y Urbano II se refieren explícitamente a este concepto de "vida
apostólica" como la original de las primeras comunidades. En concreto,
s. Gregorio VII dice a quienes ahora llamaríamos "religiosos" que
«les impone el precepto de dedicar todas sus fuerzas para regresar a la vida
apostólica, es decir, a la vida en común para alcanzar la perfección y
merecer, de este modo, ser inscritos en la patria celestial, junto a quienes
se les ha prometido recibir el ciento por uno». |
No
se teoriza, todavía, sobre los llamados "consejos evangélicos" ni
se juridizan los votos. La vida común a que se alude consiste en vivir
"sine proprio"; sus pilares son la estabilidad, la obediencia y la
conversión. La inspiración neotestamentaria la ofrecen estos pasajes del
libro de los Hechos de los Apóstoles: 2, 42-47, y 4, 32-35. |
Mientras
tanto surge, en la Edad Media, un movimiento expansivo y evangelizador
protagonizado por las órdenes mendicantes, como si las circunstancias de las
crisis históricas forzaran a recordar el precepto de la misión, contenido en
Mt 10,5-15, Mc 6, 7 y 13, y, más explícitamente, en Lc 10, 2-12. Este impulso
de vuelta al Evangelio {16 (40)} adquirirá una gran dimensión frente a la
ruptura protestante y los descubrimientos geográficos, todo lo cual plantea
el reto de revisar, repetir o renovar el mandato evangelizador de Cristo: la
respuesta serán las fundaciones del Renacimiento, muy particularmente de la
Compañía de Jesús y, más modestamente, la obra de san Felipe Neri, el
Oratorio, de significación bastante específica. |
La
actividad misionera, la enseñanza, la beneficencia ―al fin y al cabo
"obras de misericordia", que exigen, a veces, verdadero
heroísmo―, refuerzan el aspecto "activo" de la llamada vida
apostólica, al punto que, por "apostolado" se llega a entender
acción y obras de proyección exterior, en contraste con la vida de oración y
contemplativa. Sin duda se ha exagerado al contraponer acción y contemplación
en el intento de clasificar las diferentes formas de seguimiento de Cristo. |
Acción
y oración |
RESULTARÍA
evangélicamente discordante imaginar una oposición entre lo que se ha llamado
vida activa y vida contemplativa. Es siempre arriesgado reducir a sistema las
múltiples manifestaciones de los dones de Dios a su Iglesia, por más que
revista alguna utilidad recurrir a términos convencionales, con tal que no
pretendamos absolutizar ni agotar en ellos el contenido imposible de
manipular de la acción de Dios, siempre libre. Podemos distinguir, en
nuestros tiempos, una acepción de la "vida apostólica", como
expresiva de "apostolado" en oposición a "contemplación".
Junto a la expansión misionera ha podido contribuir a ello la organización de
actividades, en las que prevalece la acción ―p.ej. la "Acción
católica"―, las obras externas en las que "actividad" es
sinónimo de "apostolado", si no siempre en aquellos que las
organizan y dirigen, sí, por lo menos, en muchos de los que se enrolan en
ellas. De ahí al activismo no hay más que un paso. |
También
contribuye a esta urgencia por la "acción", el impulso legítimo a
defenderse de los ataques contra la Iglesia, y la tentación a descender a
utilizar los medios que usan quienes la combaten. |
Precipitarse
por este camino sería desnaturalizar el carácter de la "misión"
apostólica, por falta de verdadera fe en el intento. El espíritu de cruzada
todavía seduce a muchos. Esta constatación también confirma la necesidad de
integrar, y no oponer, ambos elementos: |
{17
(40)} acción y contemplación. Tan espuria será una actividad que no se
inspire en el verdadero amor a Dios y en la oración, como una contemplación
encerrada en sí misma sin proyección de celo por la gloria del Señor y de
caridad diligente hacia los demás. |
EI
Oratorio |
DICHO
lo que precede, nos complace, a los Oratorianos, que en la actual
clasificación canónica de las formas de seguimiento de Cristo, salida del
Concilio Vaticano II y especificada en el Código de Derecho Canónico, de
1983, se haya eliminado la denominación de «Sociedades de vida común sin
votos», que podía inducir a considerar tales Sociedades como entidades de
vida y finalidad espiritual incompleta, y se llamen, en adelante, «Sociedades
de vida apostólica» dentro del espectro multicolor con que el nuevo Código
clasifica las formas de "vida consagrada", como en él se denomina a
la diversidad o modalidades del seguimiento de Cristo. Solamente haríamos un
matiz en la definición que de tales sociedades se hace en el c. 731: que «el
fin apostólico propio de la sociedad» no se limita a las
"actividades" y obras externas como especificación de la propia
entidad; sino dando al adjetivo "apostólico" el sentido de la
originalidad neotestamentaria y de los primeros siglos de dedicación total a
Dios, en comunidad fraterna. |
El
Oratorio es una «Sociedad de vida apostólica»: la más propia y genuina
denominación que nos podía caber en suerte. |
«Lo
hemos dejado todo y te hemos seguido». |
El
sentido de estas palabras de Pedro al Señor (Mt 19, 27), lo descubría san
Antonio, en el s. III, cuando contaba dieciocho años, y habían muerto sus
padres, aunque gozaba de muy buena situación económica. Nos lo cuenta san
Atanasio, más tarde amigo y discípulo del santo. |
Se
dirigía Antonio a participar en la eucaristía, con el pensamiento puesto en
los apóstoles, que lo habían dejado todo para seguir al Señor, y recordaba
también a los primeros cristianos que vendían sus propiedades para socorrer a
los necesitados, mientras «ellos tenían tan grande esperanza en el cielo».
Con estos pensamientos oyó la proclamación del Evangelio en aquel punto en
que Jesús decía al joven rico: «Si quieres ser perfecto, ve y vende todos tus
bienes y dalos a los pobres; después vente conmigo y sígueme, y tendrás un
tesoro en el cielo» (Mt 19, 21). Y Antonio siguió la inspiración divina, para
imitar a los Apóstoles. |
La
primera comunidad cristiana. |
La
Congregación imita a la primitiva comunidad, de modo que su fuerza y su
espíritu propio no se hacen consistir en la multitud de miembros, sino en el
conocimiento mutuo entre éstos, en la reverencia que se profesan y en el
verdadero vínculo de amor por el que se unen y conviven entre sí quienes son
de la misma familia. |
(CONST.
DEL ORATORIO, nº 11) |
{18
(42)} |
6.
El Oratorio: El padre José Vaz fundador del Oratorio de Goa y apóstol de Sri
Lanka (Ceilán) |
De
la homilía de Juan Pablo II en la misa de beatificación, en Colombo, el 21 de
enero de 1995. |
«¡QUE
TODAS las gentes y todos los pueblos alaben al Señor!» (Sal 117, 1). |
Queridos
hermanos y hermanas de Sri Lanka: Desde el comienzo de mi pontificado, cada
vez que he tenido ocasión de reunirme con vuestros obispos, éstos me han
manifestado vuestro gran deseo de ver pronto al padre Vaz, elevado al honor
de los altares. Hoy, el padre José Vaz, el apóstol de Sri Lanka ha sido
proclamado beato entre los que se encuentran en el paraíso, considerado
justamente como el segundo fundador de la Iglesia de vuestro país. |
Fue
un gran misionero, perteneciente a una ininterrumpida serie de valientes
mensajeros del Evangelio, y verdadero heredero de san Francisco Javier. El
padre Vaz fue también un auténtico hijo de su nativa Goa, que se distinguió
por sus profundas tradiciones cristianas y misioneras. Era hijo de Asia y se
llegó a convertir en misionero de Asia. |
¿Quién
era el padre Vaz, y qué le impulsó a venir a Sri Lanka? El padre Vaz se
comprometió a seguir el camino trazado por su Divino Maestro. También él
había sido enviado por Dios para proclamar «un reino de verdad y de vida, un
reino de santidad y de gracia, un reino de justicia, de amor y de paz». |
Respondiendo
a la llamada del Espíritu Santo, dejó su tierra para venir a este país donde
la Iglesia no había tenido sacerdotes durante más de tres decenios. Vino en
absoluta pobreza y vivió como un mendigo, guiado sólo por el deseo de llevar
a las gentes a Cristo. Se preparó aprendiendo, antes de llegar aquí, el
lenguaje tamil y, más tarde, cuando fue encarcelado en Kandy, aprendió el
singalés, para hacer que resonara el nombre de Jesucristo en las lenguas y
culturas de vuestro país. |
{19
(43)} Llevado de la llama de la fe, guiado por el ejemplo de su Divino
Maestro, viajó por toda la isla, trasladándose a todas partes, pobre y
frecuentemente descalzo, con el rosario al cuello, como señal de su fe
católica. Como verdadero discípulo de Jesús, hubo de soportar innumerables
sufrimientos, sabedor de que, en aquellos sufrimientos, también se cumplían
los designios de Dios. El heroísmo de su caridad quedó demostrado, sobre todo
en su generosa entrega al servicio de las víctimas de la epidemia de 1697. |
¿Cuál
es su mensaje? Debería animarnos a ser testigos del Evangelio, incansables y
rebosantes de buen espíritu, tanto en vuestras familias como en vuestras
comunidades. Para algunos de vosotros ya se ha formulado una ulterior
invitación: la de ser misioneros asiáticos en Asia. Entre las gentes de este
continente, la santidad será siempre la primera y más eficaz forma de mostrar
las verdades y los valores del Evangelio. Las venerables tradiciones de Asia:
el silencio, la reflexión, la oración, el ascetismo y la abnegación
encontrarán su más pleno significado en un encuentro con el espíritu de
Jesucristo. |
Por
mi parte, queridos hermanos y hermanas, espero ardientemente qué la
beatificación del padre José Vaz anime al pueblo de Sri Lanka a trabajar con
un interés cada vez mayor por la paz en este amado país, para poner fin
definitivamente a la trágica violencia que ha costado tantas vidas. |
Queridos
hermanos y hermanas, amigos, mi corazón está rebosante de gratitud hacia Dios
por la belleza de esta isla hermosísima y por sus maravillosos habitantes.
Estoy agradecido a todos vosotros por el extraordinario recibimiento que me
habéis dispensado, por esta ceremonia de beatificación tan profundamente
marcada por vuestra cultura, por la dignidad que os distingue como pueblo.
Ojalá que el beato José Vaz cuide de vosotros, de vuestras familias. Que él
tenga a bien interceder por la paz y por la armonía por las que rezáis y que
anheláis. Quiera Dios omnipotente bendecir abundantemente a Sri Lanka. |
Admiro
la belleza, la belleza de vuestra tierra, la belleza y la naturaleza de esta
isla, la belleza de los seres humanos, de los hombres y de las mujeres, la
belleza de todos vuestros comportamientos, de vuestra indumentaria, de
vuestros cánticos, de vuestra participación en la Liturgia. Sri Lanka es un
bellísimo país. Doy gracias a Dios por haberme ofrecido la oportunidad de
estar aquí en Sri Lanka. |
¡Venid
a Roma! Conservad vuestra belleza, vuestra valentía y la paz. Gracias. |
{20
(44)} |
7.
El Oratorio: El Oratorio de Goa |
ES
DE TODOS conocido aquel deseo que inflamó a san Felipe, recién estrenado en
su sacerdocio, cuando llegaban a Roma las primeras noticias de la labor
misionera que san Francisco Javier desplegaba en tierra de Indias. Pensó ir
también él a misionar infieles, pero, habiendo tomado consejo de un santo y
prudente varón, éste le convenció de que «sus Indias eran Roma». Y en la
ciudad de los papas perseveró hasta su muerte, no rehuyendo nunca la inmensa
tarea que culminó, puede decirse, con la transformación espiritual de la Roma
paganizada del siglo XVI. |
Pero
san Felipe también decía que Dios nunca da un gran deseo espiritual y puro
sin que se nos cumpla. En él se cumplió por medio de un hijo espiritual suyo,
que contemplaría desde el cielo. Fue el sacerdote indio José Vaz,
recientemente beatificado por Juan Pablo II. Fue precisamente en las tierras
que había pisado Javier. A diferencia de éste, no había sido enviado, sino
que él fue un misionero nativo del lugar, con lo cual se adelantaba, sin
presentirlo, a los deseos actuales de la Iglesia, decidida a una encarnación
en las diversas culturas, que deje para siempre atrás el que su apostolado
evangelizador pueda convertirse o sólo parecer un complemento colonizador
aparejado con los intereses políticos y económicos de los invasores. Todavía
éste es uno de los mayores problemas con que tropieza la Iglesia a la hora de
anunciar el Evangelio en los lugares donde son inmensas las "bolsas de
la pobreza". |
El
p. José Vaz era hijo de una familia profundamente cristiana, que se vio
recompensada con la vocación sacerdotal de este hijo suyo, al que ayudaron en
todo momento. Estamos en pleno siglo XVII y bajo la dominación de los
portugueses en aquellas latitudes. |
Diferentes
circunstancias dificultaban las labores de los misioneros extranjeros, y la
Providencia suscitó en Vaz y sus primeros compañeros la imitación de la forma
de vida de los Oratorios y de ahí vino la fundación del de Goa, debido
principalmente a sus grandes desvelos. Pormenorizar las muchas dificultades
que fue preciso superar, necesitaría muchas palabras. |
Pero
el p. Vaz, aunque procedente de familia muy acomodada, supo {21 (45)} aceptar
una vida de gran austeridad, dedicada, junto con sus compañeros, a la
oración, el apostolado y la limosna. Los pobres acudían de todas las partes
de la ciudad para asistir a la lección de catecismo y para recibir una ración
de alimento. Parecía algo fuera de lo común que él, de casta brahmánica, no
desdeñaba atender y estar en medio de las castas más bajas y aun de los
mismos "intocables". |
Para
acostumbrar a los más jóvenes de la Congregación a los trabajos
ministeriales, iba con ellos a las aldeas de las cercanías y misionaban al
pueblo. Los más ancianos entre los sacerdotes de la Congregación permanecían
en casa y atendían a los penitentes y fieles que acudían numerosos a recibir
consejos. No es de extrañar que de este modo alcanzaran gran estima entre el
pueblo, que les consideraba generosos, desinteresados y espirituales. |
Pero
mientras tanto, en el corazón apostólico del p. Vaz se iba afianzando más y
más el deseo de ir a la lejana isla de Ceilán (hoy Sri Lanka), para auxiliar
a los fieles de allí, desde hacía más de medio siglo abandonados, porque los
holandeses ocupaban, a la sazón, aquella isla, y prohibieron severamente el
culto católico en ella, mientras favorecían el calvinismo. |
El
p. Vaz pensaba que su presencia sería más útil allí que en la pacífica Goa,
donde el catolicismo no conocía problemas para su desarrollo y tampoco
faltaban sacerdotes. |
Con
otro sacerdote del Oratorio y un joven de buena voluntad se puso en camino, a
pie, hacia el sur de la India, para alcanzar Ceilán, sin amedrentarse ante
las graves dificultades previsibles, tanto por la larga distancia, la pobreza
de medios, el desconocimiento del lugar y de las lenguas, y las amenazas de
muerte por parte de los holandeses... Pero nada le disuadió. |
Finalmente,
en 1686 puso pie en la costa de Sri Lanka, o Ceilán. |
Entre
las dificultades a superar tuvo que pasar la de encontrarse enfermo y
totalmente solo, o más bien abandonado de todos. Aunque la Providencia hizo
que alguien tuviera compasión de él. Recobró fuerzas y, clandestinamente,
pudo iniciar, con discreción, su apostolado y convertir también a algunos
budistas. Al amparo de la noche, vestido de mendigo, imponiéndose grandes
privaciones, pasó nueve años recorriendo sin cesar toda la extensión de la
isla, con gran provecho apostólico у sin que los holandeses
consiguieran darle alcance. Era evidente que el Señor velaba por él, lo cual
le servía de estímulo a la vez que despertaba en los fieles una corriente de
simpatía sobrenatural. |
{22
(46)} Cuando ya llegó a dominar correctamente las lenguas de la isla
―el singalés y el tamil, y se había adaptado en todo al modo de vivir
de la gente del país, se adentró por el interior de la jungla, donde existía
un rey independiente, que residía en Kandy, en la zona montañosa. Aquí fue
detenido como espía, pero poco a poco, con la asistencia divina, no sólo
logró ser puesto en libertad y deshacer las sospechas con que había sido
recibido, sino que pudo seguir con su apostolado bajo la simpatía de aquel
rey. Con ello había llegado la hora de llamar hacia sí a otros colaboradores
del Oratorio de Goa para fundar en el lugar una Misión Oratoriana, que tanto
hizo por el bien de las almas y que no se ciñó a la consolidación de la vida
católica en el interior del país, sino que desde él como centro, y desafiando
toda suerte de peligros y dificultades, penetraba a menudo en los dominios de
los holandeses quienes, finalmente, tuvieron que rendirse ante la tenacidad
del p. Vaz y sus colaboradores, a los que concedieron permiso para predicar
libremente y practicar, también allí, la religión católica. |
Ya
no solamente en Goa y en Sri Lanka (Ceilán), sino hasta Lisboa y Roma llegaba
la fama de santidad de este misionero oratoriano, y el papa Clemente XI se
complacía bendiciendo la obra de aquel puñado de sacerdotes que habían
conseguido gran número de conversiones, desde el centro misionero de Kandy
hasta el interior de la isla y en la ciudad de Colombo. |
Después
de veintidós años de continuas fatigas y heroicos esfuerzos, el p. Vaz sintió
mermar sus fuerzas físicas de tal modo que tuvo que fijar su residencia en
Kandy, donde se dispuso al definitivo encuentro con Dios, con largas y
fervorosas oraciones. El mismo día en que debía morir, y como resucitando de
su gran debilidad, quiso ir a la iglesia y cantar un solemne Te Deum, con
ocasión de que uno de los padres regresaba de una misión. |
Pero
no se sabe si fue por esta razón o porque su alma, inundada del presentido
gozo de la posesión definitiva de Dios, en el Cielo, ya muy cercano, iba a
imitar a san Felipe Neri, su padre espiritual, el cual, el mismo día de su
muerte, también quiso entonar el canto del Gloria in excelsis Deo en la misa
rezada de su último día en la tierra, iniciando en este mundo la alabanza sin
fin que entonaría en la eternidad. |
Era
la noche del 16 de enero de 1711. Moría después de devolver a la Iglesia de
Cristo un número inmenso de almas, y de haber dejado indudable huella en la
historia religiosa de Asia. |
Apunte
de Cuaresma. |
La
primera idea que nos sugiere la Cuaresma es la del ayuno. |
Conviene
no detenernos en el sólo aspecto material; pero es verdad que cuando lo
abstraemos a lo meramente espiritual, ni siquiera alcanzamos este nivel
simbólico, y nada cambia en nuestro afán de comodidades, de gustos y
egoísmos, sin conversión alguna. |
La
segunda idea es la del progreso de la fe y la revisión bautismal porque,
tocados por el espíritu del mundo, peligra ser reducida, nuestra condición
cristiana, a sólo sentimiento o a ilusión estética y enajenante. |
La
tercera es la necesidad de volver a meditar el proceso de Jesús, su pasión,
porque tiene que ver con nuestra incorporación a él, por la gracia, sin
olvidar que esta comunión de vida, de dolor y de amor, es la que nos purifica
y transforma para tener parte con su gloria pascual. |
Todo
ello asumido conscientemente y asimilado en la oración. |
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