Compendio Tiempo de Oración del LAUS (1972-1995)
TIEMPO LITÚRGICO: ADVIENTO
Núm. 171. NOVIEMBRE. Año 1979. Tiempo de oración: LA LINDE
El tiempo, que remata, con la muerte,
no es el hito final, es un lindero:
con lo eterno colinda.
Y si es cierto, Señor, que solamente
el posible espesor de pocos años,
o de días, tal vez, o de minutos…
separa mi existencia de este linde;
y el pensamiento de la muerte instala
en mi memoria, con su triste estela
de atención a esta vida, vana, mísera,
de adiós, de cierre y fondo negativo...;
y, como hijo del tiempo, lo soy Tuyo
también, Señor; quiero mirar la linde
desde tu cumbre, desde tu ladera.
¡Luminoso el empalme, de esta cima!
Advirtiendo la vida que prepara,
es llenar la presente de un tesoro.
Y, ¡qué don esta vida, aun con su riesgo!
¡Qué dignidad más limpia, qué nobleza!
Y un don de tu ternura, penas, gozos:
pena, caligrafía de otras páginas...,
gozo, anticipación de tu regalo.
Desde esta linde pura amo el presente
¡qué consigna más alta!
Juan Bautista Bertrán, en Viento y estrellas 2 (142)
{2 (142)}
Núm. 207. NOVIEMBRE. Año 1983. Tiempo de oración: EL DÍA DE PARTIR
Yo sé que un día he de partir, lo sé;
que un pálido sol crepuscular
sonriendo tristemente
fijará en mí una larga mirada
de adiós... Lo sé... Lo sé...
Mas antes de partir dime por qué
de cara al cielo esta verde tierra
me atrae y me fascina;
y por qué en el silencio de la noche
me hablan las estrellas.
¿Por qué, dime, por qué?
Al terminar mi terrestre carrera
que mi canto se exhale en un himno divino;
que los frutos y flores de las cuatro estaciones
sean mi dulce carga.
Y que vea tu rostro iluminado
al poner mi guirnalda en tu cuello,
Bienamado mío.
Rabindranath Tagore, en Vina Hharati Quarterly 2 (142)
{2 (142)}
Núm. 234. NOVIEMBRE. Año 1986. Tiempo de oración: PLEGARIA DE UN ENFERMO
Señor, te he pedido fuerzas para alcanzar el éxito,
pero tú me has convertido en un ser débil
para que aprendiera a confiar en ti.
Te he pedido la salud para poder hacer cosas grandes,
y me has dado la enfermedad para hacer cosas mejores
Te he pedido la riqueza para ser feliz,
y me has dado la pobreza para ser sabio.
Te he pedido el poder para que los hombres me apreciaran,
pero tú me has dado la debilidad
para que descubra que te necesito, precisamente a ti.
Te he pedido la amistad para no sentirme solo,
y tú me has dado un corazón para amar a todos los hermanos.
Te he pedido cuanto pudiera alegrar mi vida,
y tú me has dado la vida para que me alegre de todas las cosas.
En verdad, no he alcanzado nada de lo que te pedía,
pero me has concedido lo que podía ser objeto de la esperanza.
¡Señor, me doy cuenta que, casi a pesar mío,
has acogido todas mis plegarias no formuladas!
¡Gracias, Señor, gracias!
Oración escrita por un enfermo, de un hospital de Milán.
{2 (142)}
Núm. 297. NOVIEMBRE-DICIEMBRE. Año 1994. Tiempo de oración: PEQUEÑA CADENA DE JACULATORIAS
Mi Señor Jesús, ¡cuánto quisiera amarte!
Señor mío, no te fíes de mí.
Señor, si tú no me ayudas
nunca haré nada bien.
Señor, todavía no te conozco,
aunque te busco, y no te encuentro.
¡Ven a mí, Señor!
Cuando te conozca,
me conoceré también a mí mismo.
Sé que no te he amado nunca,
pero sé ¡cuánto quisiera saber amarte, oh Señor Jesús!
No quisiera hacer nada más que lo que te complazca.
Busco el modo de amarte,
y no acierto a encontrarlo.
Sé que nunca lo encontraré
si tú no me ayudas.
Desconfío de mí mismo,
sólo confío en ti, mi Señor Jesús.
San Felipe Neri 2 (122)
{2 (122)}