Prefacio del libro "Ramón Mas Casanelles C.O., Sermones 1986─1989"

Exterior iglesia del Oratorio de Albacete

Estructura y organización de los sermones transcritos

La presente obra busca servir de guía y apoyo para la profundización espiritual de quienes desean meditar las Escrituras en armonía con la liturgia dominical y las principales solemnidades y fiestas. No obstante, no se ha podido incluir la totalidad de estas celebraciones, dado que no se dispone de material de grabación para algunos domingos dentro del intervalo de predicación. La mayor parte de los sermones recopilados fueron pronunciados entre julio de 1985 y noviembre de 1989, cuando el Padre Ramón —nacido el 23 de abril de 1919 y fallecido el 28 de noviembre de 2009— tenía entre 66 y 70 años. Durante ese periodo, predicaba diariamente a las 7:45, los sábados por la tarde a las 19:00, y los domingos en dos sesiones continuas, a las 11:00 y 12:00. La primera de ellas correspondía a una misa rezada, mientras que la segunda era cantada al estilo gregoriano. Generalmente, el padre iniciaba la homilía antes de proceder él mismo a la lectura de las Escrituras, salvo en las grandes solemnidades, en las que las dos primeras lecturas y el salmo eran proclamados por otros miembros del Oratorio. Por ello, en algunos sermones se observa una alteración en el orden de la homilía respecto a las lecturas.

En sus últimos años, cedió completamente la predicación a otro sacerdote, mucho más joven, también miembro del Oratorio. No obstante, esta obra recoge además cuatro sermones posteriores: uno de 1990, otro de 1995 —coincidiendo con la fiesta de San Felipe— y dos últimos pronunciados en la Semana Santa de 2002, cuando el padre estaba a punto de cumplir 82 años.

Para hacer más asimilables las enseñanzas contenidas en estos sermones transcritos de manera literal, se ha decidido acompañarlos de elementos auxiliares. En primer lugar, cada sermón cuenta con un título precedido de un código identificativo de la solemnidad o fiesta correspondiente, facilitando así su localización en el índice general. A continuación, se especifica la fecha exacta de la predicación junto con la descripción de la celebración propia del día. Posteriormente, se presentan las citas bíblicas de las lecturas junto con un breve comentario que permita su rápida identificación por parte de los fieles.

Asimismo, se ha incorporado la oración colecta de la conmemoración, que da paso al inicio de la homilía o a la proclamación de las lecturas, según corresponda al caso, conforme a lo mencionado anteriormente. Para facilitar la comprensión de la estructura de cada sermón, se han destacado como subapartados algunas frases pronunciadas por el Padre Ramón que bien podrían haber sido apuntes de la ficha que solía utilizar como guía. En los casos en los que no se ha identificado ninguna frase de este tipo —probablemente por no haber sido expresada verbalmente— se ha optado por incorporar en cursiva una breve síntesis del contenido del apartado. Si bien este recurso altera ligeramente la fidelidad estricta a la locución original, su inclusión se justifica por el propósito de ayudar a la comprensión global del sermón, tanto antes como después de su lectura.

Desde la riqueza de la predicación del Padre Ramón, cada sermón procura iluminar las Escrituras proclamadas en estas ocasiones, facilitando su comprensión y fomentando su vivencia con mayor intensidad espiritual.

Además de ser concebida como una obra de referencia, esta recopilación ha sido diseñada para explorarse según las necesidades espirituales de cada lector. Su estructura permite tanto la consulta puntual como la meditación prolongada. Se recomienda abordar su contenido de manera selectiva, identificando conceptos clave, citas y referencias a autores que orienten hacia una comprensión más profunda de las verdades de la fe, siempre en diálogo con las Escrituras y la reflexión personal.


Para complementar esta labor, se han incorporado tres índices que facilitarán la consulta y el estudio detallado de los sermones:

1. Índice de citas bíblicas: Recoge, en orden canónico, tanto las lecturas proclamadas en cada celebración como las citas bíblicas aludidas por el Padre Ramón a lo largo de su predicación, incluidas aquellas expresadas en forma de paráfrasis.

2. Índice de citas no bíblicas: Ordenado alfabéticamente por autor, este índice reúne referencias a los Padres de la Iglesia y otros autores célebres citados en los sermones. Incluye la obra correspondiente, el lugar exacto de la cita dentro de ella y, finalmente, la predicación en la que se mencionó, junto con su código identificativo.

3. Índice de autores y personajes relevantes: Facilita la localización de figuras mencionadas a lo largo de la obra, indicando el tomo y la página respectiva donde aparecen.

Estos recursos permiten un acceso estructurado a los contenidos y aseguran que la riqueza doctrinal y espiritual contenida en esta recopilación pueda ser explorada con mayor profundidad y provecho.


Detalles del formato y criterios adoptados

Los textos aquí recogidos son transcripciones realizadas con el máximo rigor, fieles al registro de las grabaciones, respetando el estilo oral con sus giros coloquiales, pausas reflexivas e interrupciones características de una predicación en vivo. A pesar de que se ha procurado una estructuración que favorezca la lectura fluida, se ha mantenido la riqueza y autenticidad del discurso oral, reflejando, incluso en el desarrollo aparentemente interrumpido de ciertas ideas, una singular armonía que da cuenta de la espontaneidad del orador.

Dado que las grabaciones originales presentan limitaciones auditivas, se han implementado tres niveles de marcación para señalar el grado de fidelidad en las transcripciones:

1. Las palabras con alta probabilidad de acierto se marcan en cursiva.

2. Aquellas con una probabilidad media o baja de acierto, pero que son sinónimos posibles de la palabra no identificada y conservan total coherencia con el texto, se presentan en cursiva circundada por corchetes ([ejemplo]).

3. En los casos en que la identificación fue imposible, se ha optado por dejar el vacío, adaptado al sentido general del párrafo, expresado directamente con la marcación: "[...]".

Además, en consideración de un aspecto de cierta complejidad, y que podría resultar de menor interés para muchos de los posibles lectores, se ha dedicado un apartado separado denominado "Nota Introductoria", que esclarece los mecanismos de puntuación y codificación adoptados para la identificación de las celebraciones eucarísticas, conforme al esquema litúrgico.

Cada sermón aquí transcrito constituye un testimonio vivo de la erudición, la elocuencia y la profundidad del Padre Ramón. En la organización del compendio que los reúne, se ha marcado el objetivo de preservar la continuidad de su mensaje, que no se limita a informar, sino que invita siempre a la reflexión, guiando al lector hacia el misterio eterno de Dios. Las palabras evangélicas que el Padre Ramón nos ofrece iluminan, consuelan y desafían, conduciéndonos en última instancia al encuentro y descanso definitivo en el regazo del Padre, como se señala, de manera constante, en el último subapartado de casi todos los sermones. En cuanto a lo esencial del contenido espiritual de los mismos, se dedican las tres secciones subsiguientes.

Una visión del Oratorio.

En esta sección se ofrece una breve aproximación a la singularidad de la comunidad fundada por San Felipe Neri, con el propósito de contextualizar el espíritu evangélico que la caracteriza y facilitar una mayor compenetración con las enseñanzas del Padre Ramón. Sin más pretensión que exponer sucintamente este aspecto, se transcribe a continuación una descripción que, con notable frecuencia, fue publicada como artículo en la revista LAUS, editada por el propio padre (números 63, 79, 114, 132, 150, 177, 223, 240 y 258, entre 1967 y 1989). En casi todas esas ediciones, dicho artículo aparecía bajo el título "Rasgos esenciales del Oratorio". Su fuente original es la siguiente referencia tomada de Las Constituciones:

• Prevalencia de la caridad sobre la ley.

• Espíritu de fe y oración, y de caridad y servicio, estimulado alimentado por el estudio familiar de la Palabra de Dios y el trato espiritual.

• La Eucaristía como centro de toda la vida.

• Dedicación al bien y al progreso de la Iglesia, por la peculiar vinculación del Espíritu a su misterio.

• Entrega a la Congregación, de sus miembros, por la libre voluntad de permanecer siempre en ella hasta la muerte.

• Sin votos, juramentos o promesas. Libertad que concuerde al máximo con el espíritu del Evangelio.

• Su fuerza, como en las primeras comunidades cristianas, debe consistir más en el mutuo conocimiento, en el respeto y en el verdadero amor a la convivencia familiar, que en la multitud de miembros.


Estilo y expresiones comunes en los sermones

Podría parecer contradictorio describir al Padre Ramón como un sacerdote conflictivo y reivindicativo frente al poder establecido, e incluso contra ciertas injerencias que advertía y denunciaba dentro de la Iglesia. Sin embargo, quien haya leído tan solo uno de los sermones aquí presentados habrá percibido el amor profundísimo que profesaba a la Iglesia y a todas sus disposiciones, apelando constantemente a su atributo de "santidad".

Sobre todo, comprendía que la Liturgia era la clave esencial para la unión de todos los cristianos, quienes en ella encontraban la oportunidad de una oración común y cotidiana. Para él, la predicación constituía el núcleo central de su misión. Repetía insistentemente que se podría prescindir de muchas cosas en la Iglesia, incluso de casi todos los sacramentos, pero que lo único realmente irrenunciable era la evangelización: «lo único que no, lo único, era dejar de evangelizar». Llevaba este principio hasta sus últimas consecuencias en su estilo oratorio, comenzando sus homilías con un tono de voz elevado y un ritmo pausado, que poco después aceleraba, consciente de que no debía desaprovechar la oportunidad de transmitir "la Buena Noticia de Jesús".

A pesar de conservar un leve deje catalán —debido a su lengua materna, con la que rezaba—, apenas se advierten errores en su locución. Sólo en contadas ocasiones se interrumpía por perder el hilo, aunque con frecuencia lo hacía para introducir una idea aclaratoria y luego retomar el discurso anterior. Su elocuencia y erudición resultan extraordinarias, lo que nos lleva a reflexionar sobre la posible influencia del Espíritu Santo en su predicación, más allá de los frutos naturales de sus dones y aptitudes: su ímpetu, su celo religioso y las habilidades adquiridas mediante la lectura constante de libros religiosos y de prensa. Esta última afición, probablemente desarrollada tras sus estudios de periodismo —a los que accedió ante las dificultades que enfrentó para editar la revista LAUS—, se reflejaba en los artículos que escribía para dicha publicación. En su mayoría, estos eran de su puño y letra, aunque también incluía textos ajenos y resúmenes de escritos relevantes, como encíclicas o tratados religiosos, condensados en unas pocas páginas.

Es relevante destacar que, en su afán por transmitir un mensaje de autenticidad y renovación espiritual, el Padre Ramón solía emplear un estilo directo y, en ocasiones, mordaz. No dudaba en "ñoñear" o adoptar un tono despectivo de presunción al referirse a aquellos que él catalogaba de "instalados": individuos que, utilizando la religión para fines personales, se daban por imprescindibles ante Dios, convencidos de su propia capacidad para "arreglar" las cosas y de su bondad, expresando actitudes como «es que nosotros somos de los buenos». Para él, tales posturas eran ajenas al llamado divino, recordando siempre que Dios no necesita a nadie y que los frutos verdaderos provienen únicamente de su gracia.

Al leer sus sermones, se perciben ciertos matices reiterativos, fruto de su convicción de que la insistencia es clave para evitar el olvido. Asimismo, se advierte una serie de frases parafraseadas que, de algún modo, reflejan sus preferencias en la orientación del mensaje cristiano. Por ello, no es necesario poseer un conocimiento teológico o religioso profundo para identificar sus expresiones más recurrentes y estructurarlas según un patrón temático.

1. Vocación del hombre y búsqueda de la unión con Dios. Citas que destacan la naturaleza intrínseca del ser humano, creado para la comunión con Dios, y el anhelo profundo de alcanzar esa unión:

• San Agustín: «Nos has hecho para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que no descanse en ti.»

• Tertuliano: «Nemo tam Pater (nadie es tan Padre como Dios).»

• Evangelio de Juan (14:23): «El que me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.»

• Evangelio de Mateo (5:8): «Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.»

2. Misión Evangelizadora. Citas que subrayan el compromiso de Cristo y, por ende, del cristiano, de proclamar la verdad y cumplir la misión encomendada:

• Evangelio de Juan (18:37): «Pilato le dijo: “Conque, ¿tú eres rey?” Jesús le contestó: “Tú lo dices: Soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz."»

• Evangelio de Juan (14:6): «Jesús le responde: “Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí.”»

• Evangelio de Juan (14:31): «Esto tiene que ser así para demostrar al mundo que amo al Padre y que cumplo fielmente la misión que me encomendó.»

• Evangelio de Mateo (28:20): «Y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»

• Evangelio de Juan (16:33): «Cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.»

• Papa Pablo VI (al inaugurar el Concilio Vaticano II): «No haced caso de los que van predicando miedos por el mundo (profetas de calamidades).»

3. Transformación y Vida en Cristo. Citas que evidencian cómo la unión con Cristo transforma al creyente y le otorga una vida plena y abundante:

• Evangelio de Gálatas (2:20): «Estoy crucificado con Cristo. Vivo yo, aunque no soy yo quien vive, sino que Cristo ya vive en mí. Y mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios que me ha amado y se ha entregado por mí.»

• Evangelio de Juan (10:10): «El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.»

• Teilhard de Chardin: «La materia para el que tiene fe ha de ser la incandescencia del Espíritu.»

4. Amor y Humildad en la Fe como característica de la santidad. Citas que enfatizan la inmensidad del amor divino y la actitud de humildad que deben caracterizar a los verdaderos creyentes:

• San Bernardo (en celebraciones de Todos los Santos): «El amor no tiene medida.»

• San Bernardo (en celebraciones de Todos los Santos): «Los santos no necesitan nuestra alabanza.»

5. El Desafío del Rechazo. Reflexión sobre la realidad del rechazo, aun cuando el mensaje es de salvación, que invita a perseverar en la misión evangelizadora:

• Evangelio de Juan (1:11): «Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.»

Este conjunto de citas, ordenadas por tema, evidencia la marcada tendencia evangelizadora del Padre Ramón, quien, a través de un discurso vibrante y directo, llamaba a una fe genuina basada en la unión con Dios, la proclamación de la verdad y la transformación interior, sin olvidar jamás que nuestros frutos son, en última instancia, fruto de la gracia divina.


Algunos rasgos de sus enseñanzas doctrinales

En los 172 sermones transcritos, como se ha comentado anteriormente, se percibe una total afección a la Iglesia como maestra y guía a la santidad, confiando sin lugar a dudas en su magisterio e indicaciones, especialmente en materia litúrgica y doctrinal. Incluso aquellos fieles que no cuentan con una amplia formación religiosa pueden hallar en sus predicaciones reiteradas indicaciones para ahondar en lo esencial del cristianismo. «No se trata de un sistema de códigos de moralidad, ni de una institución multinacional para hacer el bien o un supermercado de cosas espirituales en un apostolado, sino de un estilo de vida, una repetición de la vida de Cristo», señalaba con claridad.

El Padre Ramón centraba su enseñanza en la cercanía amorosa de Dios y el gozo que esta produce en quienes viven su fe. Según él, la vida cristiana tiene como fundamento la fe, la esperanza y el amor, pilares que conducen a la plenitud en la comunión con Dios. Una constante en sus reflexiones era la invitación a recorrer el camino hacia el Señor con transparencia y confianza. Enfatizaba que el Padre no se escandaliza ante nuestras debilidades, sino que espera nuestra autenticidad, recordándonos que la vida no debe estar marcada por el temor ni por una obsesión con el pecado, sino por una entrega plena a Dios y la confianza en su misericordia infinita. Esta entrega se traduce en una transformación interior —un cambio de forma— que eleva nuestra existencia al nivel sobrenatural: «Dios lo quiere todo de nosotros».

En este itinerario de vida cristiana, los sacramentos ocupan un lugar central como medios de encuentro con Dios. El Bautismo, concebido como un acto divino, injerta a los fieles en Cristo, transfundiendo en ellos la vida de Dios y configurándolos con Él. Este sacramento, de carácter indeleble, constituye el fundamento de la vida sobrenatural, un aspecto que, en opinión del Padre Ramón, ha sido con demasiada frecuencia olvidado. Asimismo, presentaba la Eucaristía como el sacramento de la fe: una manifestación palpable de la proximidad de Cristo y de su constante acción en la vida de los creyentes. Para él, cada domingo se transformaba en una pequeña Pascua, un momento propicio para renovar la esperanza y recordar que la vida cristiana se orienta hacia la Resurrección.

El Padre Ramón no rehúye señalar las actitudes que obstaculizan este camino de fe. Denunciaba de forma reiterada lo que denominaba "fariseísmo beatil", actitudes que, bajo una aparente santidad, imponían cargas innecesarias y obstruían la acción de la gracia. Con expresiones tales como «Nosotros somos de los buenos, y lo vamos a arreglar; Dios nos necesita», recordaba de forma incisiva que Dios no necesita nada ni a nadie. Sin dirigirse a individuos concretos, criticaba estas disposiciones y abogaba por un retorno al estilo de Cristo, entendido como el modo de vivir en consonancia con su enseñanza y ejemplo.

Resulta especialmente significativo el modo en que el Padre Ramón abordaba la evolución histórica de la Iglesia, explicando en sus sermones los acontecimientos más relevantes y su impacto en la liturgia. Así, refiriéndose a las fiestas y celebraciones incorporadas, destacaba la influencia de la "Devotio Moderna" en el suavizado de un pasado de rigidez institucional y en el fortalecimiento del papel de la Virgen. En un sermón, explicó de manera elocuente:

«La palabra “Renacimiento”, a pesar de haber sido estereotipada con una significación histórico-cultural precisa, habría podido servir maravillosamente para designar, con propiedad, la realidad pascual del “hombre nuevo” cristiano. De hecho, los santos que vivieron aquella época a la vez convulsa y esperanzada, fueron “hombres pascuales”, en el sentido espiritual más completo. Por una parte, se llenaron de la novedad vital que, dóciles a la gracia, descubrían en Jesucristo, sin que su majestad divina oscureciera la grandeza cálida de la santa humanidad del Señor, contemplada en la llamada “devotio moderna”, como un hallazgo que restituía al Hijo de Dios encarnado la benignidad con que aparece originalmente en los Evangelios.»

En sus sermones, María ocupaba una posición central, presentada como el modelo perfecto de criatura redimida, de fe absoluta, entrega total y confianza plena en el plan divino. Como «bienaventurada por haber creído» (Lc 1,45), María encarnaba un amor que no se reducían a emociones pasajeras, sino que perduraba y transformaba, incluso en medio de las pruebas, permitiéndonos participar en la comunión de sentimientos con Cristo. En varias ocasiones, repetía: «La Virgen es la Iglesia, y la Virgen somos nosotros», aludiendo tanto a la mujer del Apocalipsis como a la entrega de María al pie de la cruz (Ap 12,1-2; Jn 19,26-27).

Además, el Padre Ramón subrayaba la importancia de reconocer las mediaciones humanas que nos conducen a Dios: padres, maestros, amigos y hermanos en la fe. En Cristo, veía al hermano mayor que nos acompaña en el camino y nos invita al encuentro definitivo con el Padre, una certeza que llena de esperanza todo el itinerario cristiano. En su visión del cristianismo, la Iglesia es a la vez tradición y proyecto, experiencia y aventura. La comparaba con Pedro y Juan corriendo al sepulcro vacío, símbolo de una vida de entrega gozosa, confiada y plena al amor de Dios. También la describía como una barca en la que los remos están a nuestro recaudo, el Espíritu sopla sobre la vela, Pedro guía con el timón y Pablo encarna el esfuerzo constante con los remos. Para él, la creación no había concluido: «Sigue amaneciendo —decía— y con cada nuevo día se abre la oportunidad de colaborar en el crecimiento de su Reino con valentía y amor».

Finalmente, el conjunto de estas predicaciones encuentra su sentido en nuestra restitución final a Dios: «Cinco me diste, aquí tienes otros cinco» (Mt 25:20). En este itinerario de vida cristiana, según la visión que él proponía, los cansancios y la entrega definitiva a Dios se transfiguran en esperanza y alegría, conduciendo al descanso final en el regazo del Padre. Concluía a menudo sus sermones con palabras llenas de ternura, recordándonos que avanzamos con ansias de abrazar al Señor y compartir la alegría eterna con los santos y amigos que nos precedieron, sabiendo que, incluso en el último instante, sentiremos el crecimiento de Dios en nosotros.

Que este legado, ahora integrado en estas páginas, sea testimonio vivo de una fe que ilumina, transforma y guía al lector hacia el misterio eterno que el Padre Ramón exponía con tanto fervor.